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Eran poco más de las diez de la mañana del lunes día 16 de julio de1943, festividad de la Virgen del Carmen, Patrona de los hombres y mujeres de la mar, cuando el Caudillo llegó a la Escuela Naval Militar  para proceder a su solemne inauguración. La Escuela Naval cambiaba ese día de ubicación, trasladándose desde el apostadero de Cádiz, donde se hallaba desde 1913 y anteriormente desde1869 en la Fragata Asturias, anclada con buque pontón de la Escuela naval flotante en el Arsenal Militar de El Ferrol, a la bellísima la localidad de Marin, situada en la ría de Pontevedra. 

En la puerta de Carlos I esperaban los ministros de Marina, Almirante Salvador Moreno Fernández; Ejército, Teniente General Carlos Asensio Cabanillas; Educación Nacional, José Ibáñez Martín, Hacienda, Joaquín Benjumea; Industria y Comercio, Demetrio Carceller y del Aire Teniente General Juan Vigón; capitán general la Octava región, General Solans Labedan; capitán general del Departamento Marítimo de El Ferrol del Caudillo, Almirante Francisco Moreno;  almirante  Jefe del Estado Mayor de la Armada; almirante de la Escuadra;  almirante jefe de la sección de instrucción y otras personalidades que saludaron al Caudillo a su llegada.

Al anunciar la llegada del jefe del Estado los barcos de la Escuadra dispararon las pertinentes salvas de ordenanza, formando sus tripulaciones sobre cubierta, en tanto que los demás barcos anclados en el puerto hacían sonar las sirenas.

En la Plaza de Don Juan estaban formadas las unidades que rindieron honores al Generalísimo Franco compuestas por fuerzas de la Escuela Naval, de la Armada, del Ejército de Tierra y de la Falange. La primera línea estaba constituida por alumnos de la Escuela Naval; la segunda, por una batería del regimiento de Artillería número 10 y una compañía del regimiento de Infantería número 57, ambas de la guarnición en Pontevedra; dos compañías de Marinería de la Escuadra y una de Infantería de Marina  y dos centurias del Frente de Juventudes todas con sus respectivas banderas.

El Generalísimo pasó revista a la formación, dirigiéndose de seguido al lugar de la Escuela donde se hallaba instalado el altar. Allí fue recibido por el arzobispo de Santiago, doctor Muñiz de Pablos.

El Generalísimo, que vestía uniforme de Capitán General de la Armada, pasó a ocupar un  sitial a la derecha del presbiterio. Detrás del Generalísimo se situaron los ministros. así como otros Almirantes y Generales  de la Armada, del Ejército de Tierra y del Aire, entre los que figuraban los capitanes generales de los Departamentos Marítimos de El Ferrol del Caudillo y de Cartagena y VIII Región Militar de Galicia; los almirantes Arriaga, Rapallo, Heras, Garcés, Moreu, Buhigas, Regalado, Ozamiz y Bley, el general de Artillería de la Armada, señor Veda; el general maquinista señor Manso; el general de Infantería de Marina, señor Liaño; el general de Sanidad de la Armada, señor Pedrosa; generales Sáenz de Buruaga, Alonso Vega y Siro Alonso; generales del Aire, señores Gonzalo y Rubio; directores de las Academias Militares; gobernadores militares de las cuatro provincias gallegas, así como los jefes de las casas Militar y Civil del Jefe de Estado y sus ayudantes.

A la izquierda se situó la esposa del Jefe del Estado y en otra tribuna los consejeros nacionales, señores Riestra, Carnero y Mayo, con el vicesecretario del Movimiento, Manuel Mora Figueroa; gobernador civil de la provincia con otras autoridades provinciales y otras personalidades.

Ocupaba también otra tribuna, con familiares de las personalidades citadas, la hija del Caudillo Carmen Franco Polo.  A los acordes del himno Nacional, las banderas de las fuerzas que rindieron honores pasaron al presbiterio, en tanto que la formación presentaba armas.

Una escuadra de caballeros alumnos de la Escuela Naval dio guardia de honor al altar durante la celebración de la Santa Misa, que fue oficiada por el prelado compostelano, que fue ayudado por dos sacerdotes y dos caballeros alumnos de la Escuela.

La banda de música de la Escuela durante la Misa, interpretó diversas composiciones de música sacra, y en el momento de la elevación, el himno Nacional.

Terminado el santo sacrificio de la Misa, el arzobispo de Santiago dio la bendición a la multitud.

Seguidamente, y con los mismos honores que a la llegada, las banderas se retiraron del presbiterio para situarse en formación con sus respectivas unidades.

El Caudillo acompañado por los ministros de Marina y Ejército se trasladó desde el presbiterio a una plataforma colocada ante el altar, para hacer entrega de los despachos de oficial a los caballeros cadetes de la Armada que los recibían en esa jornada, estrechando la mano de cada uno de los nuevos oficiales.

Al finalizar la entrega de los despachos, el Caudillo, con los ministros del Ejército y de Marina volvió al presbiterio, y en la plataforma se situaron, con la Bandera de la Escuela, el director de la misma, Capitán de navío Pedro Nieto Antúnez y un teniente vicario de la Armada, para tomar juramento a los nuevos caballeros alumnos.

El capitán de navío  Nieto Antúnez, les tomó el juramento. A la invocación, los nuevos oficiales y alumnos contestaron con estentóreos gritos afirmativos. Seguidamente fueron pasando ante la Bandera para besarla.

1943 Desde una tribuna en forma de proa, el Jefe del Estado presidio el desfile de inauguración de la Escuela Naval Militar de Marín.

Concluyó esta ceremonia, con el desfile, en columna de a tres, bajó el puente de la Bandera, que formaba con su Sable el director de la Escuela Naval, de los alumnos ascendidos a oficiales y de los de las demás promociones.

El director de la Escuela Naval capitán de navío  Nieto Antúnez, pronunció  una vibrante alocución, al término de la cual dio los gritos de ¡Arriba España! y ¡Franco! ¡Franco! ¡Franco! que fueron contestados unánimemente. Tras ello los nuevos oficiales y los demás alumnos de la Escuela entonaron el himno de la Escuela Naval “Soplen serenas las brisas, ruja amenazas la ola mi gallardía española se corona de sonrisas” con letra de José María Pemán y música de German Álvarez Beigbeder

El Caudillo abandonó su sitial y acompañado por el ministro de Marina y el director de la Escuela se dirigió al despacho  oficial de este último. De seguido se dirigió a la avenida principal de la Escuela donde se hallaba instalada una tribuna, en forma de proa, desde la que presenció el desfile junto con el ministro de Marina.

Los demás miembros del Gobierno, la esposa y la hija del Caudillo y demás personalidades y autoridades se instalaron en otras tribunas, situadas frente a la que ocupó el jefe del Estado

Las fuerzas salieron del Paseo de Don Juan de Austria. En cabeza marchaba la banda de música de la Escuela Naval, seguida por los nuevos alféreces de navío y promociones de caballeros alumnos, Marinería de la Escuadra, infantería de Marina, Artillería, Infantería y una centuria del Frente de Juventudes. Los escuadristas del F.J., pasaron ante el Caudillo cantando su himno y dando los gritos de iFranco!, ¡Franco! ¡Franco!».

Tanto las fuerzas militares como las del Frente de Juventudes, fueron acogidas a su paso, con grandes aplausos.

Finalizada la parada militar, el Caudillo fue despedido entre aclamaciones, y vítores. Seguidamente el Jefe del Estado se encaminó  a la Plaza de Don Álvaro de Bazán, donde visitó la sala de torpedos y el cuartel de alumnos.

El Generalísimo Franco, rodeado de los  alumnos y personalidades que le acompañaban, recorrió las instalaciones, felicitando efusivamente al director de la escuela.

Desde allí se dirigió al Casino, donde le esperaban los profesores de la Escuela Naval Militar y los comandantes de los buques de la Escuadra. En este último lugar fue servido un vino de honor al Caudillo de España.

Momentos después, y en presencia del Generalísimo, ministró de Marina y demás personalidades, el vicesecretario general del Movimiento, Manuel Mora Figueroa, hizo entrega, en el despacho de la Dirección de la Escuela naval, de un  busto de José Antonio que la Secretaría General del Movimiento regaló a la Escuela Naval.

Entre el vicesecretario del Movimiento Mora Figueroa y el director de la Escuela Nieto Antúnez se intercambiaron frases patrióticas. Seguidamente, el Caudillo se trasladó al comedor de caballeros alumnos, los cuales acogieron la entrada del Generalísimo  con entusiasmo y fervorosas aclamaciones y vítores

El Caudillo almorzó allí, en unión del ministro de Marina y demás personalidades. Al concluir la comida el ministro de Marina hizo uso de la palabra y entre otras cosas dijo:” Vuestra presencia aquí, a la sombra de estos muros, que vieron ya surgir de la nada una técnica proclamada por sólo la tenacidad de un gran jefe muerto al servicio de la Patria -permitidme que lo nombre en honor a su memoria: el capitán de corbeta Jaime Janer- es presagio cierto de vida venturosa para este Centro.

La Marina, contenta y satisfecha, os da, por mi conducto, las gracias más rendidas, y a la alta distinción de la que nos habéis hecho objeto corresponde ofreciéndoos, no ya su adhesión y su lealtad, porque sabéis muy bien que es la primera tan sincera como inquebrantable la segunda, sino la devoción que siente hacia la persona da vuecencia, que tanto empeño ha puesto en la realización de esta empresa, que bien puede decirse es obra personal vuestra.

Al pedir a Dios que la bendiga y la proteja al correr da los tiempos, permitidme. Excelencia, que levante mi copa para brindaros el homenaje de toda la Marina al grito de ¡Viva España!, ¡Franco! ¡Franco! ¡Franco!»

Finalizado su discurso  del ministro de Marina  y al hacerse el silencio, el  Generalísimo, se dirigió a los presentes con las siguientes palabras; “Almirante, compañeros de la Armada: En realidad, sobran las palabras en este solar. Las instalaciones que nos cobijan, lo evocador de estas rías gallegas, los barcos supervivientes de nuestra Cruzada y todo cuanto en este ambiente marinero existe, es mucho más elocuente que las palabras que pudiera dirigiros. Gracias por esta ocasión que me deparáis de compartir vuestra mesa y sentir cerca de mí vuestros corazones Todo ello me traslada a aquellos días anteriores a la Cruzada en que la Escuadra española visitaba el archipiélago canario y en una fiesta intima de confraternidad sentía en la mirada brillante de vuestros compañeros análogo entusiasmo e igual fervor.”

“Eran días desgraciados para la Patria, días de preocupaciones y de oscuros azares, y allí se fundamentaba una esperanza en aquella ola de trajes blancos en aquel puñado de corazones españoles, en aquella juventud vibrante, ansiosa de defender a España y de salvarla.”

“Hoy una nueva promoción viene a ocupar los puestos que ellos dejaron, y otra jura su bandera e inicia su vida castrense. Esto es el continuo tejer de la Patria, esfuerzo de generaciones, cuna de heroísmos v sacrificios, callados, silenciosos como son los de la Marina, que cual antorcha viva marcha de un brazo en otro.”

Desfile en la nueva Escuela Naval Militar inaugurada por el Caudillo de España Francisco Franco.

 “Desde los primeros días de nuestra Cruzada, cuando el desvío de un pueblo hacia sus instituciones convirtió en mártires a tantos de vuestros camaradas, desde que sobre mis hombros eché el peso de conducir la nave del Estado y de ganar la guerra fue mi preocupación íntima la Marina española. España con todas sus fronteras marítimas, con estas fronteras por donde, tiene que llegarle la vida del exterior, estaba sin Marina, estábamos sin Escuadra. Y allí empezó nuestra, gran empresa, que consistió en utilizar primero todos nuestros barcos, todos nuestros pesqueros, sacando de diques y arsenales a los barcos abandonados para ponerlos en servicio, y con esto, que sólo era, como una gota de agua en medio del Océano, logramos, sin embargo, el confusionismo de nuestros enemigos, que tenían los grandes barcos y las modernas unidades. Tuvimos que callar nuestras victorias como un delito para que la ira roja no sacase el producto que pudiera a los barcos que tenía; por eso ocultamos nuestras glorias y nos impusimos un forzado silencio. Y a ese resurgir de nuestra Marina sin barcos, venciendo en todos los mares, apresando centenares de barcos, ayudando de una manera eficaz a ganar la batalla final, contribuisteis eficazmente vosotros con vuestro espíritu, de heroísmo callado, sin testigos, con vuestra abnegación, en medio de los mares, y al fin, la satisfacción del deber cumplido.”

“La Marina, precisamente, es la institución, a la cual más cerca le tocan las desgracias de la Patria. Se puede decir que la historia de nuestra nación es la historia de la Marina española.”

Cuántas veces, visitando los astilleros de El Ferrol, vimos en aquellos muros, escrito repetidamente, esto: “Barcos, barcos, barcos, días de grandeza de la Patria., Y, sin embargo, los astilleros estaban en silencio, viéndose algún que, otro cañonero tan sólo en las épocas del desastre, cuando la pérdida de las colonias, cuando el hundimiento de nuestra nación.”

“Y esta es la realidad que no podemos olvidar. Por eso desde el primer día hemos querido vivir cara al mar, que España se asomara a sus mares y que fuera una realidad el lema de nuestro Movimiento: Que España busque su grandeza por los caminos del mar. Este es el compromiso de honor que el régimen ha tomado sobre sí; esta es la promesa que al hacerme cargo del mando de la nación yo he hecho. Y aquí están los hechos en estos muros que la actividad de vuestro ministro y la actividad de los que colaboraron con él, especialmente el capitán de navío Basterreche, han logrado formar, hasta el punto de que hoy nos encontramos aquí y podemos ofrecer a la Marina esta Escuela Naval, que significa una habitación digna de sus aspiraciones y de su historia.”

El Generalísimo Franco pasa revista varias unidades de la Armada con motivo de la apertura de la Escuela Naval Militar de Marín.

Pero no es sólo que nos preocupemos de la técnica y de la formación. Vosotros sabéis muy bien que no basta que un Gobierno diga: Quiero tener Marina; que un Estado diga- voy a hacer unos cuadros de oficiales. No: la guerra es hoy mucho más grande y tiene mucha más dimensión, por lo que es necesario poseer, detrás de sí, una economía, tener detrás de sí una industria, tener detrás un  pueblo para que no se repitan los desgraciados casos que hemos sufrido.”

“Y esta es la tarea diaria; el levantar la economía del país, el crear una industria capaz de armar un ejército, el levantar de la miseria social en que estaban sumidos a millones de españoles, el darles una sensación de Patria, el darles calor, el darles unidad; y vosotros lo veis mejor que en ninguna otra institución por haber sido los más abandonados.”

“Vivíamos de recuerdos pasados, de actividades pretéritas. Y eso no debe ni puede ser, y por eso yo confío en vosotros, en lo que significáis, para un mañana próximo.”

“Por todo ello, con la fe puesta en Dios, que tanto nos ha ayudado, ya que España es una de sus naciones predilectas, con la confianza en los Ejércitos de Tierra, Mar y Aire, inseparables en sus  destinos, y con la fe puesta en la juventud, tan dignamente aquí representada, levanto mi copa por la Marina española y la levanto para que gritéis conmigo: ¡Arriba España! ¡Viva España!”

Con todo el comedor puesto en pie una clamorosa ovación acogió las últimas palabras del Generalísimo. Los caballeros alumnos rodearon al Caudillo, vitoreándole y agitando sus gorras al aire. Después acompañaron al Jefe  del Estado hasta los muelles, donde   embarcó en una falúa para pasar revista a diferentes unidades de la Armada que se hallaban fondeadas en los muelles de la Escuela y cuyas tripulaciones le rindieron honores de ordenanza.

Finalizada la revista a las unidades navales el Caudillo Franco, regresó a la Escuela, donde descansó breves momentos ante de seguir viaje hacia Pontevedra. La Armada Española ya tenía un extraordinaria Escuela para formar a  sus mandos en una de las más bellas e incomparables rías gallegas; la de Pontevedra.

PD;

En el anterior artículo titulado “1943. El Caudillo Franco inaugura el Puente del Pedrido en la ría de Betanzos”, publicado en la página Web de la Fundación Nacional Francisco Franco, el martes día 27 de julio de 2021, en el párrafo que dice: ”Eran autores del proyecto y construcción de la obra los ingenieros César Villalba Granda y Eduardo Torroja, el cual,  pasados los años sería el padre de la famosa cantante, componente del gran grupo Mecano, Ana Torroja”, debería haber dicho: “Eran autores del proyecto y construcción de la obra los ingenieros César Villalba Granda y Eduardo Torroja, el cual,  pasados los años sería el abuelo de la famosa cantante, componente del gran grupo Mecano, Ana Torroja.” Mis disculpas a los lectores.

Autor

Carlos Fernández Barallobre
Carlos Fernández Barallobre
Nacido en La Coruña el 1 de abril de 1957. Cursó estudios de derecho, carrera que abandonó para dedicarse al mundo empresarial. Fue también director de una residencia Universitaria y durante varios años director de las actividades culturales y Deportivas del prestigioso centro educativo de La Coruña, Liceo. Fue Presidente del Sporting Club Casino de la Coruña y vicepresidente de la Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan de La Coruña. Apasionado de la historia, ha colaborado en diferentes medios escritos y radiofónicos. Proveniente de la Organización Juvenil Española, pasó luego a la Guardia de Franco.

En 1976 pasa a militar en Fuerza Nueva y es nombrado jefe Regional de Fuerza Joven de Galicia y Consejero Nacional. Está en posesión de la Orden del Mérito Militar de 1ª clase con distintivo blanco. Miembro de la Fundación Nacional Francisco Franco, es desde septiembre de 2017, el miembro de la Fundación Nacional Francisco Franco, encargado de guiar las visitas al Pazo de Meiras. Está en posesión del título de Caballero de Honor de dicha Fundación, a propuesta de la Junta directiva presidida por el general D. Juan Chicharro Ortega.

 
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