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Sobre ellas se escribieron miles de páginas, dada la importancia que llegaron a tener durante siglos y con todas las Monarquías europeas, pero yo he preferido seguir el buen informe que escribió y publicó en “Dialnet» María del Carmen Gómez Magdalena, que, de entrada, dice:

«El ama de cría ya fue desde tiempos remotos una figura esencial, para nosotros y en especial durante las Monarquías españolas, primero con los Reyes de la Casa de Austria, y luego con los Borbones.

 

Desde que el ser humano comenzó a vivir en sociedad, hubo mujeres que se dedicaron a amamantar hijos ajenos. La presencia del ama de cría se justificaba  en  un  primer  momento  por  la  imposibilidad  de  ciertas  madres  de alimentar con su leche a  sus hijos, pero posteriormente a esta imposibilidad  física se le añadió el deseo de las mujeres de emplear el tiempo de lactancia en otras tareas o porque el afán por cuidar la figura era mayor que su anhelo maternal. En el siglo XIX era muy común que las madres tuvieran problemas a la hora de amamantar a sus hijos, sobre todo causados por el corsé, puesto que deformaba el cuerpo y creaba o agravaba problemas de salud. Otro caso era el que las madres no quisieran llevar a cabo el amamantamiento por  el envejecimiento y desgaste que ello conlleva. Como bien dice el dicho, “el parir embellece y el criar envejece”. De este modo, lo que al comienzo había sido un asunto de necesidad terminó por convertirse en una imagen externa de estatus social.  Así, las  amas  de  cría  no  estaban al  servicio  únicamente  de  aquellas familias que la necesitaran sino que también, o sobre todo, de las familias que pudieran pagar dicho servicio.

 

El término ama de cría es definido por el diccionario de la RAE como “mujer que cría a una criatura ajena”. El diccionario de María de Moliner amplia un poco más esta definición: “mujer que cría a un niño que no es su hijo, generalmente por una retribución”. En esta última tenemos una característica que dará lugar a dos términos que han evocado durante mucho tiempo emociones y sentimientos opuestos. Se trata de la lactancia mercenaria y la lactancia de auxilio. Esta última se encargaba de alimentar a los expósitos y a los niños huérfanos mientras que la lactancia mercenaria, que se desarrolla en estas páginas, hace referencia al amamantamiento de los hijos de las clases altas: nobleza, burguesía, e incluso monarquía

 

La monarquía ha sido la principal fuente de empleo de las amas de cría debido más que nada a la  necesidad de los reyes de tener más descendencia. El amamantamiento es considerado un método de control de natalidad, puesto que durante el tiempo en el que se está alimentando al niño no se concebían más hijos. En una época donde la mortalidad infantil era muy elevada, la monarquía necesitaba de este servicio para dar al reino un heredero sano que alcanzara la edad de ocupar el trono”. 

“El rey es más bien bajo que alto, no mal formado, feo de rostro; tiene el cuello largo, la cara larga y como encorvada hacia arriba; el labio inferior típico de los Austria; ojos no muy grandes, de color azul turquesa y cutis fino y delicado. El cabello es rubio y largo, y lo lleva peinado para atrás, de modo que las orejas quedan al descubierto. No puede enderezar su cuerpo sino cuando camina, a menos de arrimarse a una pared, una mesa u otra cosa. Su cuerpo es tan débil como su mente. De vez en cuando da señales de inteligencia, de memoria y de cierta vivacidad, pero no ahora; por lo común tiene un aspecto lento e indiferente, torpe e indolente, pareciendo estupefacto. Se puede hacer con él lo que se desee, pues carece de voluntad propia.” 

Bien, y llegado aquí nos iremos, a través del estudio de don Ángel Martín-Fontecha, “las nodrizas reales” con los datos curiosos que cita y reúne.

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Actuaban hasta el destete de la criatura, que solía ser sobre los tres años de edad, por lo cual se les recompensaba no sólo con un sueldo, sino también con la comida y el alojamiento. Por ejemplo, a finales del siglo XVII una nodriza real percibía: 6 gallinas, 4 libras de carnero, 1/4 de tocino, dos de fruta, 2 panes de boca, 12  libras y media de carbón, 1 1/3 onzas de cera, 2 2/3 onzas de sebo y al mes media libra de pimienta, 2 de azafrán y 100 ducados.

Manuela Martín del Campo, que fue nodriza del infante Felipe Pedro Gabriel de Borbón (hijo de Felipe V y María Luisa Gabriela de Saboya) entre los años de 1712 y 1713. Pese a la dotación que se le dio mientras ejerció como nodriza, posteriormente pidió ayuda económica en 1727 al Rey por “hallarse con seis hijos y falta de medios”, pidiendo en concreto “para los gastos de entrar religiosa Doña Francisca García Cañizares, su hija, que lo desea ser en el Convento de la Concepción de la villa de Alcázar de San Juan”. El Marqués de Santa Cruz informó que se concedieran 50 doblones, pero generoso Felipe V, duplicó la cantidad.

Este infante fue considerado “el de más difícil crianza” y durante su crianza se emplearon numerosas mujeres, además de la herenciana Manuela, como Bárbara de Flores; Alfonsa García, de Dos Barrios; María Rodríguez de Velasco; Josefa García de la Plaza, de Madridejos; Catalina Martínez Romo, de Villafranca de los Caballeros; María de la Peña Mora, de La Guardia; Angela López, de Madridejos y Isabel de Dueñas, de Villafranca de los Caballeros.

Ana Lozano, que fue nodriza de Mariana Victoria “la Marianina” (hija de Felipe V y María Luisa Gabriela de Saboya), la que luego fue Reina de Portugal y esposa de José I. Ana Lozano sólo ejerció como nodriza durante 9 días en 1719.

 

Otras nodrizas de la región que amamantaron a esta Infanta fueron María García Cabañas, de Madridejos; Josefa García Vegue, del Romeral; y María Pacheco.

 

Isabel Ramírez, que estaba amamantando al Infante Carlos (futuro Carlos III), hijo de Felipe V e Isabel de Farnesio, en Enero de 1716; aunque estuvo como nodriza poco tiempo. Sin embargo llegó a gozar de la condición de Hidalguía por su labor en la Casa Real.

 

Compartieron la labor con esta herenciana: Bárbara Flores, de Tembleque; Emerenciana Barrigón, de Mucientes (Valladolid), Isabel del Rey, de Manzanares y Manuela de Lascano, de Villamayor.

 

Dámasa Gallego. Que aunque contratada como nodriza de la Infanta María Antonia en 1729 (hija de Felipe V e Isabel de Farnesio, que luego llegaría a ser esposa de Víctor Amadeo III de Cerdeña) nunca ejerció como tal, y siempre estuvo “de repuesto”.

 

Teresa Vicenta Abengózar, nodriza de Carlos Clemente, nieto del rey Carlos III, durante los años 1771 y 1772. Consiguió el Privilegio de Hidalguía el 25 de Septiembre de 1772.

 

Y por Gabriel Maura, en su impresionante biografía de más de 1.000 páginas sobre Carlos II el “Hechizado”, tenemos los nombres de las 14 amas de cría que tuvo, al parecer y algunas de sus nodrizas:

 

María González de la Pizcueta, vecina de Fuencarral; desde el nacimiento hasta 7 de Enero de 1662.
Angela Martín de Yegros, vecina de Toledo, hasta 25 de Abril de 1662.
Catalina de Salazar, vecina ele Carabanchel de Arriba, hasta 3 de Junio de 1662.
Juana Martínez, vecina de Ocaña, hasta 18 de Junio de 1662.
Catalina de Salazar (segunda vez), hasta 17 de Diciembre de 1662.
María Martínez de Estrada, vecina de Madrid, hasta 19 ele Junio de 1663.
María Palomeque, vecina de Illescas, hasta r8 de Enero de 1664. X … (1), hasta Iº ,de Julio de 1664.
Juana Martínez de la Higuera, vecina de Ocaña, hasta 7 de Octubre de 1664.
María Villafranca, natural ele Tuclela ele Almansa, hasta 19 de Octubre de 1664.
Petronila Pacheco, vecina de Madrid, hasta 2 ele Marzo ele 1665.
Ana Martín, vecina ele Argete, ·hasta 27 ele Abril ele 1665.
Teoelora Fernánelez, vecina de Estremera, hasta 24 ele Mayo de 1665.
Juana Ruiz, natural ele Recas, vecina de Añover, hasta 29 de Julio de 1665.
Antonia de Hervás, natural de Ocaña, vecina de Madrid, hasta 4 de Octubre ,de 1665. día ele San Francisco de Asís y de1 destete de S.M.

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Y en la Historia quedaron también las nodrizas que llegaron al Palacio Real el 4 de noviembre de 1882 para hacerse cargo de la Infanta María Teresa de Borbón. Que fueron estas:

“Acompañadas por el doctor Camisón y el señor Zurdo, han llegado á Madrid las siete nodrizas designadas para elegir la efectiva que ha de criar al futuro regio vástago, y la suplente. Cuatro landós de la real casa condujeron á las recién venidas á una fonda inmediata á Palacio, y á las once y media fueron presentadas á los reyes. Llámanse Jesusa Diego (de Selaya), Sinforosa Gómez (de Miera), Casta Salas (de Cueto), Josefa Ruiz (del Valle de Pas), Teresa Acebedo (de Miera), Josefa Ureña (de Mariano), y Leocadia Fernández (de San Pedro del Romeral). […] Cinco de ellas se han presentado en Palacio vestidas de pasiegas y dos con faldas y mantones. Dícese que han sido elegidas, para efectiva, Jesusa Diego, y Sinforosa Gómez para suplente. Cada una de las restantes recibirá cuatro mil reales en concepto de gratificación para el viaje”

  

Increíble, pero cierto. Al menos para mí ha sido un descubrimiento encontrarme con registros tan gruesos y abundantes con más de los de la clase política. Se sabe, por ejemplo, quién fue la primera niñera de Alfonso XII, pero no se sabe cuales fueron los Ministros de su Primer Gobierno. Hasta tal importancia llegaron a tener las “amas de cría” o también confundidas con sus iguales las “nodrizas”, que algunas de ellas, y esta podría ser otra historia apasionante, llegaron a ser, al terminar su labor de “madre de teta” (que así se le llamaba también) amantes del Rey o de alguno de los Infantes… y cientos de anécdotas podrían recogerse, pero me quedo con aquella que contaba Maura relacionada con la crianza de Carlos II el “Hechizado”, que teniendo, como tenían todas las que ayudaban a criar a los Infantes el privilegio de pedir el favor que quisieran al terminar la lactancia con la seguridad de que lo tenían concedido… y según Maura aquella mujer llegada de Herencia le pidió a Su Majestad quedarse con él aunque viviera con sus perros.

Autor

Julio Merino
Julio Merino
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.

Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.

Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.

En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.

En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.

Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.

Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.