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“Esta acción se enmarca en la campaña contra las Olimpiadas de Barcelona que llevan a cabo los patriotas catalanes”. Con estas palabras reivindicó la banda terrorista ETA el brutal atentado con coche bomba cometido en la plaza de España de Barcelona el 14 de octubre de 1986. En él murió el agente de la Policía Nacional Ángel González del Pozo, natural de Huélvar del Aljarafe (Sevilla). Tres días más tarde se iba a decidir en Lausana (Suiza) la ciudad candidata que iba a albergar los Juegos Olímpicos de 1992. Lo recuerda Eugenio Fernández Barallobre, en su excelente blog “ Una historia de la Policía Nacional”

A las 2230 horas del 14 de octubre de 1986 hizo explosión un coche bomba junto a la parada de metro situada a escasos metros del entonces Cuartel de Belchite (que hoy es una escuela de la Generalitat), en la plaza de España de Barcelona. En aquel momento se alojaban en él miembros de la 411 Bandera de la Policía Nacional, como parte de las Compañías de Reserva General, conocidas popularmente como antidisturbios, que el Gobierno había trasladado a Barcelona en esos días.

La violencia de la explosión fue tal que se oyó en toda la ciudad. Los cristales del Cuartel se hicieron añicos así como los de otros edificios de la zona. El fuego de la explosión alcanzó el techo del Cuartel. Una parte de la carrocería del coche quedó encima de un árbol y se produjo un gran cráter en el asfalto. Quedaron restos del coche esparcidos a cientos de metros. La bomba estaba compuesta por 25 kilos de Goma 2 y metralla formada por tornillos y eslabones de cadenas, así como por un mecanismo de temporización.

El agente Ángel González del Pozo se hallaba haciendo guardia a la entrada del Cuartel. ETA había intentado echar abajo, al menos en parte, el Cuartel y sepultar en él a un gran número de policías. Podrían haber muerto muchos más policías, pero providencialmente un camión de los servicios municipales de medio ambiente situado en ese momento entre el coche bomba y el Cuartel absorbió en buena medida la onda expansiva y evitó que la tragedia fuera mucho mayor.

 Otros 3 agentes resultaron heridos de consideración, aunque pudieron recuperarse. Además, cuatro civiles barceloneses que salían del metro de Plaza España resultaron heridos de gravedad, si bien pudieron, afortunadamente recuperarse también. Muchas personas se congregaron espontáneamente en el lugar poco después del atentado protestando con indignación contra ETA y HB. La investigación policial determinó que el vehículo era un Ford Granada, robado en Guipúzcoa poco antes y trasladado a Barcelona donde los terroristas le habían puesto una matrícula falsa. El jefe superior de Policía de Barcelona, Agustín Linares, declaró al día siguiente en una improvisada rueda de prensa que el atentado era obra de ETA, desmintiendo tajantemente que pudiese ser obra de Terra Lliure, como apuntaban algunos rumores. “Terra Lliure no tiene capacidad ni medios para un atentado de estas características”, dijo.

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El funeral del agente González del Pozo se celebró al día siguiente en el Cuartel de la Verneda de la Policía Nacional. Asistieron el ministro de Defensa, Narcís Serra, el alcalde de Barcelona Pasqual Maragall, que vino expresamente desde Lausana en avión, el delegado del Gobierno Martí Jusmet, el conseller de Gobernación de la Generalitat, Agustí Bassols, el Capitán General de la Región Militar, general Rodríguez Ventosa, entre otras autoridades y numeroso público. Rindieron honores dos compañías de la Policía Nacional y la Guardia Civil, respectivamente y el director general de Seguridad del Estado, Julián Sancristóbal, impuso a título póstumo al féretro cubierto por la bandera nacional la Medalla de Oro al mérito policial, entre el llanto de los familiares del agente.

Jordi Pujol declaró: “ Sería bueno que ninguna ciudad candidata a los Juegos utilice este atentado, ya que el terrorismo es un drama mundial”. Pasqual Maragall dijo:” Confío en que el atentado no repercutirá en la decisión de los miembros del COI”

Al día siguiente el avión militar con los restos del agente Del Pozo llegó al aeropuerto de San Pablo de Sevilla, donde fue recibido por un numeroso séquito de responsables políticos y miembros de las Fuerzas de Seguridad y del Ejército y fue trasladado en un convoy de vehículos a su localidad, Huélvar del Aljarafe, acompañado en todo momento por su novia, su madre y su hermano. El féretro fue recibido en el pueblo a las puertas del Ayuntamiento. El funeral al día siguiente en la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción fue multitudinario, asistiendo casi todo el pueblo. Asistieron también con sus estandartes los miembros de las cofradías del Cristo de la Sangre, El Señor del Gran Poder y Virgen del Rocío. El agente del Pozo era miembro de la Cofradía del Cristo de la Sangre. Hoy en día una calle del pueblo lleva su nombre.

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Ángel González del Pozo era el segundo agente de la Policía Nacional que moría asesinado por ETA en Barcelona hasta ese momento. El primero había sido el agente Ovidio Díaz López, asesinado el 6 de junio de 1975, en un tiroteo, por etarras que salían de atracar una sucursal del Banco de Santander en la calle Caspe. Estos etarras lograron huir, pero poco después fueron detenidos por la Policía Nacional en Barcelona. Unos meses más tarde, uno de los asesinos materiales, el etarra Juan Paredes Manotas sería ejecutado tras ser juzgado y condenado a muerte.  En el caso del agente Del Pozo, los autores materiales condenados fueron los etarras Josefa Ernaga Esnoz (en 1989) y Rafael Caride Simón (en 2001). Josefa Ernaga salió de la cárcel de Jaén en 2014 y Caride Simón ha visto flexibilizada su condena en 2017 al acogerse a la llamada “vía Nanclares” de presos “arrepentidos” de ETA.

El atentado se produjo con la intención de evitar la nominación olímpica de Barcelona, tres días después, como reconoció la organización terrorista separatista y comunista ETA en su comunicado de reivindicación, unos días más tarde. En él los etarras se solidarizaban con la campaña anti olímpica de “los patriotas catalanes”, es decir, los terroristas de Terra Lliure, que se oponían rotundamente a las Olimpiadas del 92.

Hoy en día cuando los independentistas catalanes parecen admirar intensamente a ETA y Otegui es un héroe para ellos, conviene que no se olvide que en su momento ETA trató y estuvo muy cerca de lograr que Barcelona se quedara sin la nominación olímpica de 1992. Además, un año más tarde ETA llevaría a cabo el atentado más sangriento de toda su historia, contra la población civil de Barcelona, en el centro comercial Hipercor.

Autor

Rafael María Molina