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La publicación Camino de perfección. Conventos y monasterios de la Comunidad de Madrid realiza un recorrido por más de 40 ejemplos de estos edificios repartidos por toda la región madrileña y que abarcan el amplio período temporal que transcurre entre la Baja Edad Media y el primer tercio del siglo XX. Una publicación que está disponible de manera virtual y gratuita para todos los madrileños.

Los monasterios y conventos de la Comunidad de Madrid se distribuyen por todo el territorio de la región madrileña y responden a diferentes estilos arquitectónicos según la época en que fueron construidos.

Un ejemplo singular es el Monasterio de Santa María la Real de Valdeiglesias, en Pelayos de la Presa. La construcción del templo debió iniciarse hacia 1180, lo que lo convierte en uno de los más antiguos de la Comunidad de Madrid. A lo largo de los siglos se fueron sucediendo las obras y las transformaciones arquitectónicas, algunas motivadas por incendios. Así, en el siglo XVI se construyeron las bóvedas de cantería de la iglesia y del deambulatorio del claustro, junto con la galería superior. La fachada principal de la iglesia corresponde, sin embargo, al siglo XVIII.

Muy diferente en estructura y estilo, la Cartuja de Santa María del Paular, en Rascafría, que se fundó en el año 1390. Se trata de una de las tres cartujas que el Papa Clemente VII autorizó constituir a petición del monarca Juan I. A lo largo del tiempo, en la construcción del monasterio intervinieron algunos de los arquitectos más destacados de su época como Juan Guas, al que corresponden las trazas del claustro con bóvedas nervadas, o Rodrigo Gil de Hontañón, creador de la puerta conocida como del Ave María y, muy probablemente, también artífice de la reforma de la celda del prior.

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Entre las obras artísticas que se conservan en su interior destaca la serie de más de 50 lienzos sobre la vida de los cartujos ideada por el prior de la casa, Juan de Baeza, y ejecutada por Vicente Carducho, que se pueden ver en el claustro a modo de mural.

En la ciudad de Madrid, destaca el monasterio de Nuestra Señora de la Madre de Dios de la Consolación, conocido como de las Descalzas Reales. Fue fundado por Juana de Austria. El proyecto de Juana de Austria, además de un convento, contemplaba otra serie de edificios y dependencias, algunas con un carácter residencial, entre las que se encontraban sus propios aposentos o el llamado Cuarto Real, y otras destinadas a una labor asistencial, como la Real Casa de la Misericordia.

Entre sus dependencias, destaca la majestuosa escalera renacentista decorada íntegramente con pinturas murales en el siglo XVII y cuyo programa decorativo se desarrolla como un gran trampantojo que cubre por completo las paredes y el techo. Además, el antiguo dormitorio conventual se convirtió en 1970 en Salón de Tapices, donde se expone parte de la serie de tapices de El Triunfo de la Eucaristía, obra maestra del arte de la tapicería tejida en Bruselas, entre 1628 y 1633, a partir de los modelos pintados por Pedro Pablo Rubens.

Quizá el monasterio más emblemático de la Comunidad de Madrid sea el Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, fundado por Felipe II poco después de regresar a España en 1559. La iglesia y algunas partes del monasterio, como el patio de los Evangelistas, están inspirados en la arquitectura clasicista italiana. Sin embargo, se combina con las techumbres de pizarra directamente traídas de los Países Bajos. Esta originalidad hace del monasterio un edificio único. Así, se le conoce desde el siglo XVI como La Octava Maravilla del Mundo.

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Paralelamente a su construcción, Felipe II se empezó a preocupar de su ornamentación destinando a su monasterio importantes obras, en su mayoría de temática religiosa. En pintura destacan obras de Van der Weyden, El Bosco y Tiziano.

Entre las esculturas, se encuentran las de los milaneses Leone y Pompeo Leoni a los que corresponden las figuras religiosas en bronce dorado del retablo culminado por El Calvario y los grupos orantes de las familias de Carlos V y Felipe II. Y, sin duda, el presbiterio constituye un hito dentro de la decoración del monasterio, con el retablo en jaspes polícromos de Jacopo da Trezzo, quien también llevó a cabo los escudos de armas sobre los cenotafios.

Autor

REDACCIÓN