22/11/2024 01:30
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«El Correo de España» sigue con la serie que Julio Merino está escribiendo sobre los Discursos de AÑO NUEVO de Franco y de la NOCHEBUENA de los Reyes Don Juan Carlos I y Don Felipe VI, aclarando desde este mismo momento que la costumbre de que el Jefe del Estado se dirigiera a la Nación fue idea personal del Generalísimo, ya en plena guerra y cuando la pelota estaba todavía en el tejado, con la intención de levantar la moral de un pueblo que vivía una verdadera tragedia. Eligió la noche del 31 de diciembre, entre el Año que moría y el Año que nacía (AÑO NUEVO).En total fueron 35, pues no hubo discurso mientras duró la Segunda Guerra Mundial (ya en 1946) y el último lo pronunció el 31 de diciembre de 1974, cuando ya la muerte estaba llamando a su puerta. Naturalmente yo no voy a tocar ni «retocar» aquellos discursos, ni tampoco es mi intención publicarlos todos, aunque sí los de los años decisivos, por la situación política y los acontecimientos internacionales.

También aclaro que la gran novedad que introdujo Don Juan Carlos tras la Coronación fue cambiar la fecha de su emisión, que pasó del 31 de diciembre (AÑO NUEVO) al 24 (NOCHEBUENA) y otra novedad, que los discursos de Don Juan Carlos «El Correo de España»  los dará en audio y video.

Lean, en esta segunda entrega los de los años 1946, 1947 y 1948.

1946 fue el año de la Gran Manifestación de la Plaza de Oriente, que asombró a Europa, una verdadera explosión e indignación patriótica ante la condena de las Naciones Unidas. Comenzaba el aislamiento internacional de la etapa más dura del franquismo.

 

El discurso de 1946 (31 de diciembre) LA RAZÓN DE NUESTRA UNIDAD: IGUALDAD, LIBERTAD Y JUSTICIA CRISTIANA

 

(Anoche, momentos antes de dar las doce, Su Excelencia el Jefe del Estado y Generalísimo de los Ejércitos dirigió el siguiente mensaje a los españoles desde los micrófonos de Radio Nacional de España instalados en el Palacio de El Pardo.)

 

Españoles:

En esta noche en que los hogares españoles celebran sus fiestas tradicionales de paz y de cristiana alegría, mi recuerdo es para todos los que en nuestra nación o fuera de ella elevan a Dios, en esta hora, sus plegarias o sus votos para que bajo su protección continué en el año que comienza el resurgimiento de nuestra Patria.

Destaca, en este año que termina, sobre todos los trabajos fecundos de resurgimiento interior llevados a cabo, el acto grandioso de unidad española y de verdadera comprensión que os solidarizó ante la injusticia extraña en aquel 9 de diciembre de imborrable memoria. El año 1946 deja bien clara ante los ojos del mundo la prueba de nuestra razón y la razón de nuestra unidad, alzada entusiásticamente por toda la Patria como la mejor y más segura bandera que los españoles hayan levantado en el transcurso de los siglos.

El ateísmo y el materialismo que se han apoderado de tantas conciencias y señorean, desgraciadamente, tantos pueblos, difícilmente podrán comprender a una nación católica que, por el hecho de serlo, ha aceptado como ley suprema entre sus hombres aquella inigualable doctrina por la que Cristo murió en el Calvario. Su igualdad, su libertad y su justicia son las que caracterizan nuestros actos; si por ellas merecemos el odio o el rencor del mundo, estamos dispuestos a afrontarlo.

Mas una cosa es la malicia de los hombres torcidos y otra muy distinta la de los pueblos de buena voluntad. Por ello nuestro afecto y nuestra gratitud se dirigen en este día a todos los que en el mundo nos comprendieron y nos ayudaron, en especial al mundo católico, que tanto nos asiste y nos conforta; nuestro perdón para los que engañados han intentado, sin embargo, herirnos, y nuestro desdén para los impenitentes maquinadores de toda injusticia que se han deshonrado al injuriarnos. 

Nuestra paz y el afianzamiento de nuestro bienestar son una realidad innegable que nuestros enemigos intentan encubrir con ese telón de agravios y calumnias, pero nuestra conciencia en esta hora de repaso de cuentas descansa en la exquisita y reconocida caballerosidad, nobleza e hidalguía con que nuestra política se ha comportado respecto a todos los países y a todos los problemas en estas horas del mundo. Vamos al nuevo año con el ánimo bien templado, dispuestos a superar dificultades y rencores, y en él continuaremos esa labor ingente de realizar la reforma económico-social de nuestros pueblos y ciudades.

En el momento en que la comunidad española vive esta esperanza de paz y de buenos deseos para 1947, pedimos a Dios nos siga preservando de los odios que se agitan en el aire del mundo y derrame sobre el suelo de España, la tierra bendita de nuestros muertos, que es también de nuestros hijos, y sobre todos los españoles la gracia de la paz y de su protección para seguir adelante nuestra gloriosa historia.

¡Muy feliz Año Nuevo!

¡Arriba España!

Discurso de 1947 (31 de diciembre) MENCIÓN ESPECIAL A LOS PUEBLOS HERMANOS DE AMÉRICA Y AL PRESIDENTE PERÓN

 

Españoles:

En esta hora en que el pueblo español se dispone a recibir en paz y alegría en la intimidad del hogar o en el júbilo de la sociedad el año que se acerca con la esperanza de ver otros, me es singularmente grato enviaros a todo los españoles del campo y de la ciudad y a cuantos esparcidos por los diversos países del mundo sentís hoy la nostalgia de la Patria lejana mi saludo más cordial y expresivo que a través de las hondas de la Radio os revelo con la satisfacción de sentirme unido a vosotros en las mismas esperanzas y deseos y en un sentimiento común por la prosperidad y la grandeza de nuestra Nación.

Si reconocemos a la Patria como lo supremo; en el orden político hemos de servir su grandeza y su bienestar ha de compensarnos de todo sacrificio, por ello las ventajas para la Patria alcanzadas nos darán la satisfacción de haberle sabido sacrificar nuestras menudas diferencias.

El año de 1947 registra ante la Historia el momento en que la verdad española se abre al fin camino en el mundo. Era un techo inevitable que no podía hacerse esperar; un ambiente internacional artificioso erizado de desconocimientos y de rencores había venido obstaculizando la consideración que a nuestro país se debía en el libre concierto de las naciones. Pero la verdad sobrevive siempre a las malas voluntades y a los torcidos intentos y nuestra España ve llegar el instante en que se va ya haciendo justicia a su generosidad y a su derecho.

Este es el final ineludible de todas las propagandas y leyendas falsas, ya que tarde o temprano se abre la verdad camino y lo que pretende fuese estigma que denigrase se transforma en virtudes que ennoblecen. El ser español vuelve a ser hoy en el mundo un timbre de nobleza.

En el año que ahora termina visitaron nuestras tierras y ciudades numerosas personalidades extranjeras, y muy especialmente hispanoamericanas, que vinieron a colaborar en nuestras conmemoraciones culturales o en nuestros Congresos científicos. Ellos pudieron comprobar libremente, sin ninguna clase de intermediarios, la realidad de nuestro país y la vida verdadera de nuestro pueblo. España, que les recibió con las puertas abiertas, honrándose con su visita, continúa ofreciendo su proverbial hospitalidad e hidalguía, sin ninguna distinción o reparo, a cuantos quieran acercarse a conocer nuestro presente o los monumentos de nuestra historia.

Tenemos especial empeño en que estas breves palabras nuestras lleven por el éter un efusivo saludo de confraternidad a los pueblos de nuestra estirpe, que por encima de humanas diferencias y errores oficiales, supieron mantener viva la fe y el amor a la vieja Madre y dar fe ante el mundo de nuestro cristiano espíritu de paz y de nuestro probado afán de salvar los eternos valores morales de la Humanidad, a los que no podemos aludir sin destacar nuestro más sentido recuerdo para los verdaderos adelantados de la hispanidad, para esos frailecitos y monjas, misioneros españoles que esparcidos por toda la redondez de la Tierra., en selvas vírgenes o en lugares inhóspitos, llevan, sin medir el sacrificio, a todos la caridad y la fe del Redentor con la más bella floración del espíritu católico de la vieja España. Y como es de destacar en esta hora de balance nuestros mejores deseos y felicitaciones para la nación que alzó valiente ante los otros pueblos la voz de la verdad y para su digno Presidente, el general Perón, que tuvo el gesto, que nunca olvidaremos, de enviarnos a través del océano a su ilustre esposa como símbolo de amor de su nación. En todos los hogares españoles en esta hora habrá el más cálido recuerdo para la nación Argentina. Y lo mismo que en nuestras horas de prueba en la Cruzada como en la gran contienda sentimos esa unión cual hermanas siamesas que la Naturaleza nos puso en nuestros destinos, sean en éstas más pacificas, aunque siempre intranquilas, nuestro amor y felicitación para Portugal plenas de deseos de ventura. Y presentes siempre en nuestro afán y en nuestras alegrías unas palabras de amor para el noble y leal pueblo marroquí, tan unido a nosotros, y a quien deseamos la mayor felicidad.

En cuanto a las otras naciones vayan nuestros deseos de paz y de felicidad también y nuestra buena voluntad de contribuir a la única y buena armonía entre los pueblos. Pero nuestros más cálidos anhelos sean para los pueblos que sufren; los perseguidos, los que padecen en la cautividad la carencia de hogar o de recursos y para cuantos pagan culpas que no han merecido, nuestro calor de hermanos y nuestros de alivio y de paz. Que la fe en el buen Dios no los abandone, que éste pagará colmadamente sus sacrificios que por encima de los errores de los hombres prevalece siempre su suprema voluntad, que en último extremo dirige el destino de los pueblos. A las oraciones, que, en esta hora el Padre Santo, eleva por tantos hijos que sufren, unen muchísimos españoles hoy las suyas por ellos y por su Santo Pontífice a quien desean que Dios otorgue los dones de una larga vida en bien de la catolicidad doliente.

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A los españoles alejados de nuestras tierras por meros enconos o resentimientos políticos, brindamos una vez más la oportunidad de reintegrarse a la vida y a la comunidad nacional. La Patria les acogerá generosamente en la tierra donde nacieron como tantos otros que , un día equivocados, desarrollan hoy con normalidad sus actividades públicas o privadas seguros de que al vivir la grandeza y resurgimiento de la Patria les compensará con creces el sacrificio de sus enconos o de sus diferencias.

En el año que termina. España ha demostrado mediante el testimonio casi unánime de los españoles, expresado en un referéndum sin precedentes en los anales de nuestra historia contemporánea, la firmeza de su vida espiritual y el inconmovible propósito de mantener por voluntad libérrima y consciente del pueblo español, la inviolabilidad de su soberanía. Ha logrado al mismo tiempo construir a través de sus leyes tradicionales un Régimen jurídico, fuerte y estable al mejor servicio de los ideales, inquietudes y exigencias de la Patria, cuyo futuro político está garantizado por cimentarse en instituciones fundamentales y en un claro sentido de la misión histórica nacional. Un fecundo balance de realizaciones del más relevante interés político cultural y social acusa, además, el año que despedimos. El orden y la paz interior han sido absolutos y hasta esas ínfimas perturbaciones que la criminalidad terrorista bajo el disfraz político del comunismo, el mundo sufre, en nuestra nación han sido totalmente esterilizados por la repulsa unánime de nuestro pueblo y por la vigilancia y sacrificio de nuestros agentes de orden público y beneméritas fuerzas de Seguridad.

En trance de superación las enormes dificultades que la postguerra universal acumuló sobre nuestra Patria y que a todos nos ha tocado padecer, vemos con optimismo el próximo futuro de nuestro orden económico social. Contamos para ello con la voluntad firme de los españoles y confiamos en la aportación entusiástica de todos para resolver, con espíritu de unidad y de cooperación pasional, todos los problemas que salgan al paso de nuestra tarea. Por su parte el Gobierno acudirá, en íntimo contacto con los organismos e instituciones del país y con la iniciativa individual, a hacer más fructífera y próspera la labor de cada día y la vida de la nación.

En este 31 de diciembre, cuando la familia española símbolo de nuestras tradiciones, de nuestros ideales y de nuestras tradiciones, de nuestros ideales y de nuestra vitalidad, se dispone a pasar piadosa o alegremente de un año a otro, uno mis deseos a los vuestros para que en 1948 nos ocupe a todos en el sagrado afán de dar a España el prestigio y la grandeza de los mejores días. Que Dios nos siga ayudando y proteja nuestros hogares. Españoles todos:

¡Muy feliz Año Nuevo!

¡Arriba España!

 

Discurso de 1948 (31 de diciembre) LA MANIOBRA COMUNISTA CONTRA ESPAÑA HA QUEDADO AL DESCUBIERTO

 

Españoles:

Al cubrir en el tránsito del año que finaliza una nueva singladura de la vida nacional, sean nuestras primeras palabras de agradecimiento al Señor que, pese a los errores inmensos acumulados por los hombres, ha protegido a Europa de una nueva guerra, y dispensado feliz viento y buena mar a la nave de la Patria, le ha permitido seguir su ruta de reconstrucción y paz, unidos y vigilantes.

Cuando nos disponemos, entre la alegría de unos peligros superados y la esperanza de un mejor futuro, a adentrarnos en 1949, no parece ocioso el volver los ojos a los tiempos pasados para examinar el balance, la tarea cumplida y lo que todavía nos queda por alcanzar. Si en el exterior, pese al sectarismo dominante, los sucesos del mundo han continuado durante este año acrecentando nuestro prestigio y autoridad y aumentando la fuerza de nuestra razón, y hasta los que un día promovieron contra nuestra Patria entredichos y falsas acusaciones de constituir un peligro para la paz, se ven hoy acusados del mismo mal por la conciencia universal, no parece, sin embargo, que haya llegado todavía el día de que corrijan los yerros y compensen los daños. Si la maniobra comunista ha sido puesta al descubierto de una manera indubitable, persisten, no obstante, las intrigas y maniobras marxistas que desde primera hora la secundaron. Hemos de estar convencidos de que mientras la sinceridad no substituya a la malicia –y de ello no se aprecian indicios- y se reconozca el progreso de la acción social, dondequiera que ésta se encuentre, y la quimera de un imperialismo para la unificación marxista no se borre de las mentes de algunos grupos de los que en Europa mangonean, poco podemos esperar del mundo internacional en que nos ha tocado vivir. Se vendrá a nosotros en cuanto se nos necesite, pero no por un sentimiento honrado de justicia y de buena fe.

ENTRAÑABLES RELACIONES CON LOS PAÍSES HISPANOAMERICANOS Y PORTUGAL

Una compensación nos ofrece, en este orden, acabando por constituir un mundo aparte, el resurgir de la compenetración y el amor en las naciones de la comunidad hispánica, que, pese a las dolorosas crisis de sectarismo que temporalmente alguna pueda padecer, el sentir de sus pueblos es cada día más grande y más profundo hacía la nación progenitora, que, no obstante las negras leyendas que se nos pretenden levantar, encuentran en el propio ser de estas naciones la respuesta más expresiva de la nobleza de un pueblo y de la generosidad de una raza.

El año 1948 ha presentado el afianzamiento de nuestra entrañable amistad con los pueblos hispanoamericanos. He aquí una espléndida realidad que nadie puede negar; la vuelta del mundo de habla española hacia una tradición y un destino comunes difícilmente superables en virtudes, sacrificios e ideales. Sin duda, para alcanzar muchas cosas, el hablar español es obligado. Existe una comunidad de pueblos hispanos que, quiérase o no, se acusa a cada paso. La sentimos en la repulsa con que respondieron al intento de aislamiento de España muchos pueblos de allende los mares; en la amistad entrañable de la Argentina y de su presidente Perón, tan valientemente expresadas; la vivimos en Sevilla y Huelva con la fraternal y cálida presencia de las representaciones hispánicas y de los barcos y marinos de aquellas naciones en la conmemoración de la Marina madre, la que enseñó aquellos pueblos a navegar; y la sentimos recientemente al verla luchar en el seno de la Organización de las Naciones como paladines de la paz y al alcanzar para el idioma español su triunfo como lengua de trabajo y de estudio.

La renovación, con Portugal, de nuestro Pacto ibérico, que si un día demostró al mundo entero nuestro espíritu de paz, en medio de las turbaciones de una guerra, hoy de nuevo afianza nuestra seguridad y es prueba de la confianza mutua entre las dos naciones. Así, nuestro pueblo, consciente de la responsabilidad histórica de las jornadas presentes,, da un ejemplo de sana y previsora intuición política cimentando sus relaciones con los otros países sobre esas constantes, invariables y eternas del honor, las ideas morales, el respeto mutuo y la buena voluntad.

EN EL ÁREA ECONÓMICA; SÓLO DEBEMOS CONFIAR EN NUESTRO ESFUERZO

Mas vinculada durante el último siglo nuestra vida económica en el área europea, hemos de reconocer lo poco que en este orden podemos esperar de fuera, y mucho lo que con nuestro esfuerzo necesitamos lograr. El escepticismo a que el análisis de la historia de las relaciones de los pueblos conduce, ante el eterno egoísmo que a través de los tiempos viene caracterizando sus relaciones y el mal trato que en todas las épocas y situaciones España ha venido sufriendo en los otros, nos llevó desde el primer día, sin desdeñar ayudas y amistades, al convencimiento de necesitar confiar el resurgimiento de España a nuestro propio esfuerzo. El que no nos equivocamos lo tienen los españoles a la vista, pues mientras se prodigan las ayudas, sin garantías ni discriminación de matiz hasta a los pueblos que un día fueron enemigos, a España, precisamente por su virtud y línea clara y, lo que es peor, por la seguridad de su recta conducta que repugna hacer “cucamonas” al comunismo, se la mantiene aislada de esa corriente de ayudas europeas cuando no se pretende convertirla en moneda de pago para amenazar al oso comunista. Sin duda los designios de Dios, pese a nuestra buena voluntad hacia los otros países, quiso, probando a España, señalarnos el verdadero camino de promisión, el de lograr las cosas por nuestro propio esfuerzo.

Habían de ser las ayudas generosas y desinteresadas, y no podría prescindirse, entre los bien nacidos, del hecho de que el favor obliga así, si el camino es lento y forzosamente tiene que ser penoso; sin embargo, una vez vencido, tiene la inmensa compensación de la integridad de nuestra libertad e independencia.

Hemos superado los años más difíciles y pese a las dificultades acumuladas en nuestro camino por las persistentes sequías que azotan nuestra campiña, se nos abre un futuro consolador. No en vano venimos trabajando sin perder un día por la recuperación española desde los tiempos de nuestra guerra de Liberación. Los planes que hoy en muchos órdenes vemos realizados o en camino de realización, en Burgos fueron confeccionados. Ni uno solo de los problemas que España tiene hoy planteados dejó de considerarse y de buscársele adecuado remedio. Hay que pensar lo que hubiera sido de nuestra Patria ante el egoísmo de los otros sin aquellas fecundas medias de previsión; los trenes que hoy circulan lo hacen porque desde entonces no hemos cesado en la tarea de levantar y reconstruir nuestros ferrocarriles, que encontramos en trance de total agotamiento; los barcos que hoy pasean nuestra bandera por los mares y mueven nuestro comercio fueron salvados, reparados o construidos siguiendo los programas y proyectos que entonces se realizaron; la electricidad que disfrutamos no existiría y España se hallaría totalmente paralizada, si desde aquellos ya remotos días no hubiéramos puesto en marcha las grandes obras hidráulicas y una política ambiciosa de transformar España no hubiera presidido la reconstrucción nacional, que hace se encuentren hoy próximas a entrar en servicio centrales eléctricas, térmicas e hidráulicas que cuadruplican la energía eléctrica con que España contaba, al compás que el término de estas obras nos permite dominar grandes extensiones de terreno que, transformadas en nuevos regadíos con el esfuerzo de nuestra obra de colonización y de las energías particulares, se vienen incorporando año tras año al acervo nacional.

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Una perspectiva prometedora, no obstante las dificultades que día a día se superan con entereza y denuedo, es la que se ofrece en el orden de la reconstrucción económica de la nación donde, al par que surgen las nuevas industrias, se van recogiendo en sazón los frutos de las obras públicas y de las realizaciones agrícolas en el afán de multiplicar las riquezas y de cimentar, dentro de la justicia y del orden, el resurgimiento y prosperidad de la Patria.

Importante fábricas de abonos, de aluminio, de tractores, de autocamiones, entre otras muchas estimuladas por el Estado se encuentran en construcción y ya hubieran estado en pleno rendimiento si esa incomprensión y egoísmos internacionales no hubieran existido y una sequía pertinaz e inigualada en los tiempos contemporáneos no hubiera afectado a nuestra producción.

CUANTO MÁS RENDIMIENTO, MENOS CARESTÍA

En todos los órdenes que miremos al interior, se encuentra la obra ingente de nuestro Régimen, como proclaman, entre otras muchas cosas, esas decenas de Sanatorios esparcidos por el territorio nacional y los millares de viviendas humildes que van llenado la necesidad imperiosa de nuestras clases trabajadores.

Y es de hacer resaltar que en ese grave trance, gracias al espíritu de solidaridad creado por un Estado como el español, que tiene por uno de sus mejores timbres su característica social, se ha podido superar la gran crisis que la falta de electricidad ha producido en nuestras industrias, sin que faltasen los sueldos y jornales a los obreros trabajadores, haciendo descansar sobre toda la nación y dilatando en el tiempo el peso de este sacrificio.

Yo quisiera llevar en esta hora de rápido examen de lo actuado, a la conciencia de todos los elementos productores, la imperiosa necesidad del rendimiento. La falta de rendimiento a todos daña y el aumento a todos beneficia; pero a quienes más perjudica es a las clases de menos márgenes, a las más modestas. La carestía está en inversa proporción con el rendimiento. Si a los empresarios ofrecemos un porvenir esplendoroso de seguridad en los mercados, a los otros sectores trabajadores les auguramos un futuro fecundo de trabajo y de progreso social. Por ellos es indispensable el combatir con ahínco aquel viejo resabio de la era marxista, de los escasos rendimientos que, aniquilando la producción de la nación, a plazo corto producen la paralización del trabajo y la ruina de las clases trabajadoras. Si los productos han de ser baratos, la producción ha de ser barata, la producción ha de ser mayor; si los precios de las viviendas han de ser bajos, es obligado el que sea alto el rendimiento de los que las construyan; si el jornal ha de ser elevado, la producción ha de mejorar en proporción. Si así no se hiciese la máquina forzosamente vendrá a parar y a sustituir al hombre. No podemos ya vivir con el recelo marxista de que la tarea pueda interrumpirse y que el trabajo falte. Esto no cabe dentro de un Estado social con plena conciencia de sus obligaciones, que si en el Fuero del Trabajo se proclamó que el trabajo constituía un derecho, también se estableció la obligación ineludible del Estado, de facilitarlo. Yo os aseguro que habrá trabajo para todos. Son tantas las cosas que la Patria necesita y tan grave el vacío que en ella heredamos, que a nuestra generación se le presenta tal cantidad de trabajo y de tarea por delante, que su coronación forzosamente ha de dilatarse en el horizonte de un futuro lejano. Producir, por lo tanto, sigue siendo la consigna de nuestra hora y yo pudiera aseguraros que nunca como en este momento han estado más identificados con ello la grandeza de la Patria y vuestro propio bienestar.

Hemos planteado con ritmo creciente los jalones de un avance social y lo hemos hecho aún en los momentos más difíciles de nuestra historia. Nada nos detendrá en esta tarea, porque sabemos que en ellas reside una de las claves fundamentales del resurgimiento y de la felicidad de nuestro pueblo. Año tras año venimos dando cima a ambiciosas realizaciones que aventajan manifiestamente a cualquier otra legislación extraña, y lo proclamamos así, con orgullo, porque es esta una de las más rotundas verdades y realidades de nuestro Movimiento. Mas para que esta mejora alcance toda su virtualidad, es necesario llegar al debido equilibrio en la producción y que con la abundancia se corrija el proceso de escasez y carestía que, de no lograse, acabaría esterilizando las más importantes mejoras sociales.

HALAGADOR BALANCE EN LAS TAREAS CULTURALES

En el ámbito cultural, la actividad de nuestras instituciones de todo orden presenta un halagador balance que refleja el desvelo con que el Gobierno viene atendiendo en todo momento a su dotación material y docente, y con la fundación de nuevos Centros de enseñanza y de estudio en todas las ramas del saber, que forman técnica y espiritualmente a las generaciones del mañana. Persistimos en nuestro empeño, en periodo ya de avanzado estudio, de llevar la cultura media y los Institutos Laborales al mayor número de lugares, y no cejaremos hasta el remate de esta obra, que ofrezca a las juventudes rurales un honroso campo de redención. La tarea es ardua y las necesidades muchas, pero con la ayuda de Dios la venceremos. Yo he de pedir en este día a cuantos en esta tarea y la educación española colaboran, su asiduidad, su celo y su entusiasmo fervoroso para esta gran obra nacional de la elevación de vuestra cultura que será el más bello galardón en el concurso de los pueblos. Y no puedo pasar por alto en esta hora, aunque en el orden interno haya constituido un hecho normal en el desenvolvimiento de nuestras Instituciones, el de la celebración de elecciones municipales en un ambiente de absoluta libertad ciudadana, que deja a la administración local firmemente asentada sobre los tres grandes cauces naturales de la familia, la profesión y el sindicato, que al llevar sus representaciones a las Cortes de la Nación y a las Diputaciones de las provincias, siguiendo las tradiciones españolas, llevarán la espontaneidad y la representación a los órganos legislativos nacionales.

No podrá pedirse a una nación que en menos tiempo, y pese a las circunstancias de excepción, interiores y exteriores, haya llegado a la estabilidad y al desenvolvimiento pleno y normal de sus órganos institucionales. Así, si no bastasen a convencer a los irreductibles del exterior las victorias de nuestra Cruzada, la de nuestra neutralidad ante las asechanzas de la última guerra y la de nuestras razones frente al mundo, forzosamente han de serlo los trece años de vida fecunda de nuestro Régimen, la estabilidad y permanencia de sus Gobiernos y la normalidad en el funcionamiento de sus Instituciones.

ENTREMOS EN EL NUEVO AÑO CON ÁNIMO RESUELTO

Y ahora, después de esta breve mirada hacia atrás, entremos en el nuevo año con el ánimo resuelto, confiados en nosotros mismos, decididos a continuar nuestras tareas. Nada ni nadie arredrará nuestra inconmovible ambición de trabajar hora a hora por una España grande, digna de los sueños de nuestra juventud que, inflamada de fervor español, fue la mejor levadura de nuestra Cruzada, y que hoy garantiza el entusiasmo, aleta y denodado, en las tareas de la paz. Una vez más, nuestro estímulo debe ser la unidad militante y esforzada de todos los españoles. El recuerdo inmarcesible de nuestros mártires, el sacrificio de las madres, esposas e hijos de nuestros Caídos, nos dictan la norma de fidelidad al servicio de España con este fervor vivo que hoy alienta en el corazón de una España unida y jerarquizada, que hace que nuestra Patria espere alcanzar, en el año venidero, un nuevo estadio de honor y de grandeza para su historia.

Pedimos a Dios que continúe protegiendo en el nuevo año el rumbo de la nave española y que el patronazgo de nuestro Apóstol Santiago; que hoy termina su año jubilar, nos siga acompañando en las batallas de la paz.

 

Yo deseo a todos los españoles un feliz y venturoso año, colmado de bienes y alegrías; y a los de fuera, a los que pendientes de nuestra radio sientan la nostalgia de la Patria ausente, reciban, con el feliz augurio de que estamos forjando la Patria grande que soñaron, el abrazo entrañable de esta tierra inmortal.

¡Muy feliz Año Nuevo!

¡Arriba España!

  

Y a pesar del cerco internacional, de la miseria y el hambre (aquellos años pasaron a la Historia como “los años del hambre”) España seguía levantándose a un ritmo increíble y sorprendente para el mundo entero.

 

Por la Transcripción

Julio MERINO

Con la ayuda de José Manuel Nieto y Belén Rocío Bernete López.

 

Autor

REDACCIÓN