20/09/2024 21:30
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Me complace reproducir hoy en este independiente y democrático “Correo de España” la gran entrevista que Mayte Mancebo a Gonzalo Fernández de La Mora en 1981, cuando todavía no había llegado el PSOE al Poder. Sus palabras de entonces, como rápidamente verá el lector, fueron y siguen siendo clarividentes. Con una gran visión política fue uno de los más importantes políticos de aquel momento que se opuso abiertamente a la Constitución del 78 por incluir en ella el Estado de las Autonomías y las Nacionalidades. Desilusionado de la política Fernández de la Mora se refugió en “La Razón”, la gran entrevista intelectual que dirigió y mantuvo hasta su muerte  y con tan alto nivel intelectual que mucho la compararon con la “Revista de Occidente” de Ortega. Pero, como lo importante es que ustedes lean lo que opinaba aquella mente privilegiada no añado una palabra más.  

 

“NINGUNA idea se anula porque se la encarcele; muere cuando se la refuta y, sobre todo, cuando se la reemplaza por otra más clara, unívoca y veraz. Porque también la mente tiene horror al vacío. El hombre no puede vivir sin un asidero racional, sin proyectos y valores; en suma, sin una concepción del universo, y por tanto, de la convivencia”. Es posible que en gran parte, los males de nuestra sociedad actual tengan su raíz en la inestabilidad del “asidero racional”, en la miope “concepción del universo” y “de la convivencia”, principios básicos para la vida del hombre, según Gonzalo Fernández de la Mora. Y no le falta razón cuando afirma que “la clase política conservadora suele ser la más despectiva con la actitud pensante, porque su constitutivo practicismo la lleva a soslayar el nivel de los teoremas y acaso ve en la razón una permanente amenaza de cambios revolucionarios. Error tremendo, siempre dramático y, con frecuencia, suicida».

 

Es Fernández de la Mora un hombre de pensamiento que, paradójicamente, asumió la responsabilidad de un Ministerio tan eminentemente practicista como el de Obras Públicas, sustituyendo en el mismo con igual eficacia a quien había sido denominado por sus realizaciones «el ministro eficacia», Federico Silva Muñoz, con quien hoy comparte la militancia en Derecha Democrática Española, tras la salida de ambos de Alianza Popular. «El crepúsculo de las ideologías», «Pensamiento español», «‘La partitocracia», «El estado de obras», son algunos de sus libros, en los que se encuentra siempre presente el asidero de la razón, huyendo de lo que él mismo llama «la dolce vita del pensador» y que define como «la suprema inmoralidad especulativa; la de estar al pairo de las circunstancias, dócil a la primera brisa y pendiente de los desplazamientos colectivos».

 

Por eso no está hoy Gonzalo Fernández de la Mora en el colectivo desplazamiento intelectual hacia el marxismo, ni en la «dolce vita» de tantos renegados del ayer que facilitaron la transición rupturista, por muy disfrazada de reforma que se presentara ante el pueblo. Hablamos en su despacho, con el telón de fondo de las últimas muertes causadas por el terrorismo. Cuando concertamos telefónicamente la entrevista, su voz llegó rotunda respondiendo al saludo: «Personalmente estoy bien, pero España mal». Era una más de las muchas expresiones doloridas y desencantadas de este pueblo español. Ahora le pregunto de entrada ¿cómo ve el panorama español? y sé que la pregunta es ambigua, pero que la respuesta puede ser dada dentro de una concepción del universo.

 

-Hay que distinguir entre el panorama ético, el social, el económico, el político… ¿de cuál de ellos quiere usted que hablemos?

 

Empieza con respuestas escuetas que irán sucediéndose a lo largo de la entrevista, aunque en ocasiones se conviertan en apretados párrafos del articulista acostumbrado a dictarlos con puntos y comas. Es mejor adentrarse en su propio «asidero racional», por eso le digo que sea él quien elija el panorama, aquel que considere razón y origen de todos los demás.

 

-La clave es la política: el cambio se ha hecho mal, la Constitución es un error y la estructura de las fuerzas políticas ha sido desacertada. Todo ello ha dado origen a la subversión de valores, a la descomposición social y a la crisis económica.

 

EL ASESINATO DE CARRERO

 

Es un tema este, el constitucional, sobre el que mucho ha escrito Fernández de la Mora. En plena fiebre de la transición se atrevió a vaticinar: «Vuelve a cobrar actualidad el vero y cruel juicio de Sánchez-Agesta sobre el siglo XIX español: «Cada partido entrañará, frustrada o no, una nueva Constitución» El contencioso con Marruecos, el desequilibrio de la balanza de pagos, el proceso inflacionista, la recesión económica, el déficit energético, la subversión, los separatismos, la crisis universitaria, la convulsión de los principios religiosos y morales, el desarme intelectual y tantos otros problemas realísimos, imperiosos y aún mastodónticos, quedan relegados ante la obsesión procesalista y retórica. Esta es la receta maníaca: cámbiense las Leyes Fundamentales o todo se habrá resuelto. La verdad es muy otra: recaigamos en la epilepsia constituyente, y casi nada tendrá solución»,

 

-En el período de la transición ¿qué es lo que más ha fallado: hombres o sistema político?, y más aún ¿no ha influido en el desastre el oportunismo de los que fueron ayer y son también hoy?

 

-Sin duda el principal fallo han sido los hombres, porque han tenido una visión equivocada de la realidad y han sido utopistas; no se puede ignorar que han influido también otros factores como el oportunismo, pero esto solo, con ser malo, es menos grave que lo otro.

 

-Quizá no responda a la realidad decir que el desastre de España comienza en la transición porque muchos fueron los acontecimientos que se produjeron antes de la muerte de Franco, ¿cuál de ellos cree usted que resultó más decisivo de los acontecimientos que hoy vivimos?

 

-El pasado está siempre gravitando sobre el presente, el pasado que se remonta hasta el neolítico; pero por hablar del próximo pasado, me parece que el hecho más importante fue el asesinato de Carrero Blanco, un asesinato que interesaba a todos los enemigos, interiores y exteriores, del 18 de julio. Con el automóvil del Almirante volaron las Instituciones o, por lo menos, el futuro inmediato de las Instituciones. Por ello se comprende que se amnistiara a aquellos asesinos.

 

-¿Y qué representó para el futuro «El espíritu del 12 de febrero» de Arias Navarro?

 

-Ya di en su día mi opinión al respecto, en un artículo aparecido en ABC, el 9 de mayo de 1974, diez semanas después del 12 de febrero y titulado “El error Berenguer». Dije que la línea que iniciaba Arias conducía a la liquidación del Estado del 18 de julio. Y no sólo no se interrumpió aquella línea, sino que, a partir de la muerte de Franco, se aceleró casi infinitamente. A pesar de todo, a la muerte de Franco los problemas todavía tenían buena y hasta fácil solución.

 

En ese artículo, recogido hoy en un libro de recopilación («El Estado de obras») simboliza Fernández de la Mora el gobierno Berenguer con el del entonces presidente Arias Navarro y dice: «Las primeras actuaciones del Gobierno Berenguer fueron o negativas o inhibitorias: revisionismo de la Dictadura («el estruendo de la revancha», según la polémica aunque no injustificada expresión de Calvo Sotelo), alto en el plan de obras públicas de Guadalhorce, automatismo en el nombramiento de Ayuntamientos y Diputaciones, neutralidad política de los Gobernadores, libertad de asociación, reintegración a la Universidad del profesorado sancionado, reducción del intervencionismo económico, restricción del gasto público, reapertura de los procesos autonomistas regionales y liberalización de las corporaciones. Era algo así como hacer una pausa para que los más audaces, unidos y habladores, determinaran cómo había de ser el Estado. Y así ocurrió».

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Y después de relatar los últimos pasos de aquel Gobierno Berenguer, trasladado en el presente al Gobierno Arias, concluye Fernández de la Mora: «He aquí cómo un monárquico sincero y hombre de honor presidió casi todas las estaciones del vía crucis patrio hacia el 14 de abril, víspera de la tragedia. La primera víctima fue aquel a quien más había querido servir, el Rey; la segunda, mucho más terriblemente, fue la España que tanto amaba. ¿Las razones profundas? A Berenguer le faltaron las condiciones del hombre de Estado; es lo que Juan de la Cierva calificó, con un eufemismo, de «inexperiencia política». Pero, sobre todo, el vacío doctrinal del poder, lo que Miguel Maura, ministro de la Gobernación del primer Gabinete republicano, denominó “la carencia de un programa de altura en el campo monárquico”. No todos los gobernantes han de poseer una idea del Estado; pero es necesario que la tengan los llamados a decidir en momentos de crisis porque, en caso contrario, el Estado se lo harán los otros, o sea, los enemigos».

 

Eso es lo que, a juicio de muchos políticos, y no exclusivamente del señor Fernández de la Mora, ocurrió en el más reciente periodo de España.

 

 

POLÍTICA DE IZQUIERDAS CON LOS VOTOS DE LA DERECHA

 

También la opinión del señor Fernández de la Mora sobre el sistema político de Partidos ha quedado recogida en un libro editado por el Instituto de Estudios Políticos en 1976, «La partitocracia». Desde entonces han pasado ya en España los años, y las circunstancias, suficientes como para que todo el pueblo español tenga su propia opinión sobre el sistema de Partidos. El señor Fernández de la Mora dice:

 

-Ningún procedimiento constitucional es, en sí mismo, bueno o malo; es eficaz o ineficaz, adecuado o inadecuado, según quienes y dónde se aplique. En España se ha establecido un sistema que en vez de ser el del bipartidismo inglés, es el del multipartidismo, consecuencia obligada de la representación proporcional impuesta por la Ley electoral y la Constitución vigente. En vez del presidencialismo, hemos implantado el parlamentarismo; y en vez de crear un equilibrio entre las diferentes corrientes ideológicas, se ha ido a la división, intentando destruir a la derecha. Además, con los votos de la derecha sociológica, se ha hecho una política izquierdista. En resumen, nuestro sistema partitocrático se parece muy poco al que funciona en Inglaterra, Francia, Alemania, Austria o Estados Unidos, por ejemplo.

 

-¿Cómo puede explicarse, a la luz de la razón, el poco eco electoral que tuvo Alianza Popular en las primeras elecciones que se celebraron, y pese al “magnifico” montaje que todos sus fundadores hicieron?

 

-Porque se utilizaron contra Alianza Popular todos los recursos del Estado en los medios de comunicación y en el aparato administrativo. Y en esta acción contra Alianza Popular, el Centro contó con el apoyo incondicional de toda la izquierda.

 

¿Como pago a servicios prestados, o respondiendo a previos «consensos»?

 

-Lo ignoro, pero lógicamente, en la destrucción de Alianza Popular los intereses de esos partidos eran coincidentes; aunque no fuera ese el interés nacional.

 

-¿Influyó aquel primer resultado nada satisfactorio en su salida de Alianza Popular?

 

-De ninguna manera, mi salida está relacionada con la actitud de algunos dirigentes del partido ante el proyecto de Constitución. Yo no podía permanecer en un partido que recomendaba el voto afirmativo a un proyecto de Constitución, que considero la raíz de la mayor parte de los males que padecemos. Hubiera continuado en Alianza Popular si, como propusimos Silva Muñoz, López Rodó y yo mismo, se hubiera dejado en libertad a nuestros militantes para votar sí o no. Pero Fraga era partidario del sí, y su opinión prevaleció, aunque por un margen de votos verdaderamente mínimo, y aún discutible.

 

Mientras escucho a Fernández de la Mora pienso que muchos fueron los errores que en aquellos momentos cometieron quienes pudieron capitalizar el voto de la derecha española, y pienso también en la atomización que nació de aquellas decisiones; y me parece un contrasentido que se mantuvieran posturas tan radicales en un tema especialmente comprometido para la conciencia individual de los españoles como era el de tomar postura ante el proyecto de Constitución, coartando esa libertad a nivel de partido político, mientras que en más recientes acontecimientos, como el voto de investidura al señor Calvo-Sotelo, el grupo parlamentario del señor Fraga concedió el libre voto a sus diputados. Son pensamientos marginales sobre acontecimientos pasados, aunque sean próximos. Y vuelvo al presente con el señor Fernández de la Mora para preguntarle ¿si es tiempo todavía de enmendar los errores, y dar a España esa posibilidad de derecha fuerte a la que tiene derecho?

 

-Creo que hoy todavía es posible la reconstrucción de una derecha política, y eso es lo que intenta Derecha Democrática Española.

 

Me habla don Gonzalo de la necesidad de construir una democracia auténticamente pluralista, y cuando le pregunto cuáles son las principales dificultades para esa «reconstrucción de la derecha política», me dice que «el error de algunos derechistas de no querer reconocerse como tales, y también ciertos personalismos». Y su acento más grave se produce cuando le pregunto ¿qué es lo que puede pasar si la «reconstrucción de la derecha política» no se logra?

 

-Me temo que si no hay una reagrupación de la derecha sociológica, que yo considero mayoritaria, no sería imposible un Gobierno de Frente Popular, como el que ya funciona a nivel local en muchos ayuntamientos y diputaciones.

 

CUESTIÓN PREVIA: LA REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN

 

Le veo optimista a Fernández de la Mora sobre la posibilidad de «reconstrucción» de la derecha política, pero me responde que no, que la política «es hacer posible lo necesario» pero que no es optimista en relación con el tema en estos momentos y que, en cualquier caso…

 

-Hay que desechar la idea de partir solo de lo que hay, porque la reestructuración de la derecha debe suponer una rectificación de UCD y la presencia de nuevos hombres o, por lo menos, el pase a la reserva temporal de los que han cometido los errores más espectaculares.

 

Hablando de Alianza Popular ha dicho el señor Fernández de la Mora que se utilizaron todos los medios del Estado contra el partido, y ha mencionado expresamente a los medios de comunicación. Recientemente ha publicado en ABC un artículo contundente abordando el tema de la actual televisión, y me dice que en ese artículo no ha dicho todo lo que sobre ella se puede decir, «que la función negativa de televisión se ha ido agudizando en los últimos años hasta caer en barrena» y quiero seguir tirándole de la lengua para hablar de los medios de comunicación, «su importancia ha sido decisiva en el periodo de la transición; sólo veo un paralelismo próximo en la historia de España, y es el papel que jugaron durante la guerra del 98».

 

Para comprender todo el juicio crítico que estas manifestaciones llevan consigo, hay que leer detenidamente un viejo artículo del señor Fernández de la Mora, publicado bajo el titulo «El suicidio del 98» y que no me resisto a transcribir «…¿qué razones inmediatas movieron al Gobierno a recoger el desafío norteamericano y a enviar la flota a Cavite y a Santiago de Cuba? A esta interrogante responde el tercer volumen, recién aparecido, de la gran obra de Pedro Gómez Aparicio «Historia del periodismo español». A su juicio, uno de los factores decisivos fue »una prensa periódica impreparada y mendaz que erigió en su arma favorita de captación de lectores un sensacionalismo fluctuante entre la ignorancia, la audacia y la insolvencia».»Ya lo había dicho Pi y Margall, que acusó a «una Prensa infame» de haber llevado a España al desastre».

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Y volvemos al presente. Y le pregunto a don Gonzalo si cree que España tiene solución, y responde que para ello deben darse algunos pasos.

 

-Primero la reforma de la Constitución, segundo la reestructuración de las fuerzas políticas, y, en tercer lugar, una, reconstrucción de la conciencia nacional y de los valores permanentes de España. Es decir, un cambio del cambio, lo que tantas veces ha llamado el recambio; hay que tomar conciencia de la realidad y rectificar los graves errores. Mientras no se haga esto, veo pocas salidas.

 

El terreno del 23F es especialmente delicado, pero no rehúye la respuesta.

 

-Fue un acontecimiento de extraordinaria importancia; porque ha puesto a plena luz la existencia de un malestar profundo, y ha sido un dato elocuente para la clase política. Me parece que algunas cosas han cambiado desde el 23 de febrero, del que, por cierto, me enteré por la radio.

 

ANTES QUE LA DEMOCRACIA HAY QUE DEFENDER AL ESTADO

 

No me adentro en ese asomo de esperanza que parecen reflejar las palabras de un hombre ducho en el manejo de la razón, pero, frente al «cambio» le pregunto por la «concertación».

-Es una palabra nueva para aludir a una realidad vieja que es el consenso. Hasta ahora no he visto ningún resultado concreto de la «concertación» (y añade inmediatamente). A mí todo lo que sea acuerdo no me parece mal, siempre que no entrañe confusión, ambigüedad ni entrega.

 

-¿Y la Ley de Defensa de la Democracia?

 

-Creo que lo que hay que defender antes que la Democracia, es el Estado, porque es condición previa de toda forma política concreta, sea partitocrática, presidencialista, parlamentaria, plebiscitaria, autoritaria, etc.; y hoy lo que está menos defendido es el Estado. Esa es la tarea prioritaria.

 

-¿Tiene hoy España los políticos que merece?

 

-Creo que a los hombres hay que juzgarlos por sus frutos y el juicio de los políticos corresponde al censo electoral. A ese tribunal me remito. Cuando ese tribunal existe, los pueblos tienen los gobiernos que se merecen.

 

-Y la abstención, ¿a quién corresponde?

 

-Con la actual Ley electoral los votos de la abstención favorecerán siempre a los partidos más disciplinados.

 

-¿Puede seguir durante mucho tiempo España por el camino en que está?

 

-Siento tener que referirme nuevamente a un artículo mío «Así se puede seguir» publicado en 1978, a raíz de unas declaraciones de Tarradellas en las que opinaba lo contrario. Creo que así, empeorando, se puede seguir mucho tiempo. No olvidemos que entre el fin de la década moderada y el destronamiento de Isabel II transcurrieron dos decenios de constante deterioro general de España, y que algo parecido puede decirse que ocurrió desde la crisis de Maura hasta el golpe de Primo de Rivera. El empeoramiento no es una garantía de mejora. Los factores de salvación no son nunca pasivos, sino activos.

 

Derecha Democrática ha pedido elecciones anticipadas y tiene todo preparado para concurrir a las mismas; están en funcionamiento sus cuarenta delegaciones provinciales, a las que muy pronto se unirán las de Coruña y Pontevedra. Le pregunto al señor Fernández de la Mora si la presencia de DD no supondrá una nueva atomización del voto de la Plaza de Oriente.

 

-No creo que el millón de personas de la Plaza de Oriente votaran a la derecha. Además, nuestra no comparecencia en las elecciones últimas, para evitar esa presunta dispersión del voto, no dio ningún resultado, puesto que Alianza Popular bajó de 16 diputados a 9, de los cuales, tres por lo menos, ni siquiera eran aliancistas.

 

LA LUCHA CONTRA EL TERRORISMO

 

Los últimos acontecimientos terroristas han vuelto a echar sobre el cansado y dolorido pueblo español una nueva decepción. Le pregunto a mi interlocutor cómo luchar contra esa sensación de impotencia.

 

-Lo más importante sería que quienes no le han dicho la verdad al pueblo y le han engañado, lo reconocieran públicamente, entonando un «nostra culpa», que podría ser un buen comienzo para superar la frustración y el desencanto de tanto pronóstico fallido y tanta promesa incumplida. Habría que recuperar la verdad, la que hemos tenido en otros momentos de nuestro pasado.

 

-¿Cree usted que el pueblo está preparado para esa larga lucha contra el terrorismo que ha anunciado el presidente del Gobierno?

 

-Esa lucha no es una lucha de masas, sino protagonizada por los instrumentos de que debe disponer el Estado. El apoyo de los ciudadanos es moral, y a mí me parece que ese apoyo de condena general del terrorismo existe desde hace años. La lucha contra el terrorismo es un problema de rearme del Estado. Yo le di un voto de confianza a Leopoldo Calvo-Sotelo y deseo que los hechos confirmen mi esperanza inicial.

 

-¿Y dónde radica el problema del paro?

 

-Es consecuencia de la descapitalización. La reforma fiscal ha hundido el ahorro. La conflictividad laboral ha desmoralizado a los empresarios. Consecuentemente no hay inversión, sino desinversión. No solamente no se crean puestos de trabajo sino que se clausuran muchos de los existentes. El paro es la obra de alguna central Sindical, de la reforma fiscal y de la agresión política a los estamentos empresariales y financieros. Fabricamos más de mil parados al día, y me temo que lleguemos a los dos .millones a comienzos del año próximo. También este proceso se puede detener; la rectificación exige entonar igualmente el «mea culpa».

 

Niega cuando le apunto el juicio popularizado de que la Banca carece de patria y de ideología.

 

-Yo no creo que se pueda decir eso de la Banca española. Su ideología es la economía de mercado y está demostrado que en los momentos importantes ha servido a España, aunque naturalmente, entre los banqueros, como en todas las profesiones, los hay mejores y peores, y es imposible generalizar. Conozco banqueros que son grandes patriotas.

 

Más parco es Fernández de la Mora en los dos últimos temas que le planteo: la política exterior de España y el Ejército.

 

-De política exterior prefiero no hablar porque soy diplomático; además creo que en ese capítulo hay que estar siempre con el Estado. En cuanto al Ejército, creo que ahora está dolorido y en un proceso de concienciación.

Autor

Julio Merino
Julio Merino
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.

Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.

Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.

En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.

En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.

Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.

Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.