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La muralla norte del castillo calatravo de la villa de Martos (Jaén) se encuentra en un estado de grave deterioro con seria amenaza de derrumbe que podría ocasionar un efecto cascada que causase el desplome de todo el lienzo con la consiguiente pérdida patrimonial, además de poner en grave peligro las vidas de las numerosas familias que tienen sus viviendas bajo esta.

A pesar de tratarse de un BIC, los cubos y paños de las murallas de la fortaleza presentan un estado de abandono total y carecen de ningún tipo de conservación. A esto se le suma la presencia de varias grietas que recorren las esquinas de las murallas y la pérdida de sillares. Actualmente, el castillo se encuentra ocupado en buena parte por viviendas familiares. De hecho, en las últimas décadas, varios tramos de las murallas, sobre todo en la zona norte, fueron derruidos al no existir presupuesto para su conservación y ser éstas un peligro para la población que vivía bajo ellas.

Por estos motivos, la muralla norte del castillo calatravo de la villa de Martos (Jaén), acaba de ser incluida en la Lista Roja del Patrimonio que elabora la asociación Hispania Nostra (www.listarojapatrimonio.org) y que recoge más de 800 monumentos españoles que corren el riesgo de desaparecer si no se actúa de inmediato.

Durante gran parte de los siglos XIII, XIV y XV, Martos fue una de las principales plazas de la Orden de Calatrava frente al Reino de Granada, siendo cabecera de esta en todo el Alto Guadalquivir. Elegida por la orden militar por su estratégica situación, los castillos de La Villa y de La Peña formaron uno de los enclaves defensivos más importantes de la provincia jienense.

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Las torres del homenaje y de la Almedina fueron construidas por la Orden dentro de las obras llevadas a cabo tras la Reconquista, con el objetivo de reforzar el sistema defensivo de la fortaleza y triplicando, tras varias ampliaciones, el tamaño del castillo. Los calatravos eran conscientes de la estratégica situación de la ciudad en la lucha contra el Reino Nazarí y la convirtieron en su bastión defensivo más importante desde el que se acometió la conquista de municipios próximos como Arjona, Torredonjimeno o Torredelcampo, así como el asedio de la propia ciudad de Jaén.

Hasta su definitiva derrota, los árabes intentaron en varias ocasiones recuperar la plaza de Martos. Una de esas incursiones ilustra una de las leyendas que surgieron en torno al castillo de La Villa, la de Doña Mencía de Haro. Según la tradición, la noble vistió y armó a sus damas, en ausencia de hombres, como soldados y las hizo comparecer en las almenas de la fortaleza con el fin de disuadir a los árabes que, al enterarse de que el castillo estaba desguarnecido, marcharon hacia el lugar para conquistarlo.

El castillo de la Villa fue el lugar que ocuparon los freires y maestres de la Orden tras el abandono del castillo de la Peña. Además, fue visitado por grandes personalidades como los Reyes Católicos o el emperador Carlos I.

Con el final de la Reconquista, el castillo comenzó su declive, siendo reutilizadas sus estancias como teatro, albergue, frontón o cine; hasta el final de la Guerra Civil, cuando el espacio fue reutilizado para ser urbanizado.

Según testigos arqueológicos, se trata de un castillo calatravo asentado sobre un cerro roquero, encima de restos de época íbera, romana y árabe.

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El castillo sufrió varias ampliaciones a lo largo de los siglos. Inicialmente, formaba un alcazarejo en la zona más alta del cerro, rodeado de murallas con dos torres defensivas que cerraban los accesos. Años más tarde sufrió una segunda ampliación, ocupando todo el cerro y la zona baja del lado sur. En ese momento se levantó una torre defensiva que guardaba la puerta, junto a una muralla albacara y varios artificios que dificultaban el posible ataque al castillo, que fue llamado Tranquera.

Posteriormente, volvió a sufrir una tercera ampliación, incrementando las murallas y ocupando todo el cerro. Del castillo sobreviven la Torre del Homenaje, la Torre Almedina, una torre cuadrada reutilizada para construir sobre ella el Campanario exento del Santuario de la Virgen de la Villa y varios paños de murallas, algunos ocultos por la ocupación de viviendas del castillo y otros destruidos por el paso de los siglos.

Autor

REDACCIÓN