01/11/2024 04:42
El doctor Martin Luther King junior dijo que: «Lo preocupante no es la perversidad de los malvados sino la indiferencia de los buenos»; asimismo dijo: «Nuestra generación no se habrá lamentado tanto de los perversos como del estremecedor silencio de los bondadosos». Sin embargo, todo indica que para el mundo lo que tuvo que vivir Israel ya hace un año, en octubre 7, es una mentira o tal vez una ilusión. Una ilusión que aún tiene 101 personas en cautiverio, y que dejo a más de 1200 familias en un duelo eterno, e incluso que dejo a familias enteras sin ningún miembro en duelo, pues todos fueron asesinados.
Esta bien que haya gente que defienda diversas causas. La causa del pueblo palestino, bajo el yugo de Hamas, hay que defenderla. Pero
¿ cómo defender una causa terrorista, como la es la de Hamas? Igual defender a Hizbolá o al régimen del terror iraní es un total exabrupto en el que caen los amigos del terrorismo, los mismos enemigos de la democracia y de la vida misma.
Bernard-Henri Lévy en su más reciente libro ‘Solitude d’Israel’, se lanza a la defensa de Israel, argumentando con garra por qué el único Estado judío en el planeta esta llevando a cabo una batalla histórica en solitario contra todo el terrorismo islámico, y desde varios frentes. De hecho, según cifras del FBI, los judíos en Estados Unidos siendo menos del 2.4% de la población, son el objetivo del 55% de discursos de odio hacia una religión. Lévy, bien conocido en Francia por sus iniciales BHL, hace énfasis sobre que: «Más que el alma israelí o judía, lo que fue asesinado el 7 de octubre fue nuestra conciencia común. Más que un monstruoso pogromo que hizo retroceder la memoria judía 80 años, fue otro desgarro en la frágil capa de civilización que, durante años, había mantenido al mundo apenas por encima del abismo moral».
Así que hay una deuda moral que el mundo tendría con Israel y el pueblo judío. Primero por el Holocausto y luego por el 7/10, que en vez de inspirar un sentimiento colectivo de rechazo a la barbarie y a la monstruosidad que los terroristas o más bien demonios de Hamas ejecutaron, sugieren una bárbara aprobación. Los terroristas en el nombre de «dios es el más grande», en árabe, Al·lahu-àkbar, cometieron un genocidio nunca visto en la historia del moderno Estado hebreo, y el hecho más vil y de terrible sanguinaria sevicia luego del Holocausto. A posteriori, los defensores del Hamas, disfrazándolo algunas veces de la causa palestina en nombre de los derechos humanos, la democracia, la libertad y la «moral», han convertido su causa en antisionista y antisemita, implorando que a los judíos, a los israelíes y a quienes defienden a estos, se les corten las cabezas. Mientras tanto, Israel libro al mundo de terroristas de verdad tal como Haniya, Nasralah y Sinwar.
Increíble pero cierto. Difícil poder entender cómo es posible por el hecho en sí, alucinante, que tanto los terroristas como los que  se manifiestan a favor en los diferentes lugares del mundo cuando consumaron la brutal violencia, sigan con sus sádicas intenciones. Defender y llevar a cabo actos tan inaceptables, quienes vociferan «intifada» y «desde el rio hasta el mar, Palestina será libre»,… ¿En nombre de qué?  Es la pregunta elemental sobre la decencia humana, pues la moral no tendría bando, y quienes comenzaron con la guerra fueron los terroristas de Hamas, con ayuda de sus principales aliados, Hizbolá e Irán. No se olvide que aún hay 101 secuestrados en Gaza.
@rosenthaaldavid

Autor

David A Rosenthal
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