22/11/2024 02:10
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Vox, pieza esencial de la dictadura nacional de consenso, teatro tan estupefaciente como el de la falsa pandemia del coronavirus. El último acto de la voxera tragicomedia, moción de censura del miércoles pasado. Tras la estalinista purga contra Francisco Serrano, postreras dudas despejadas. Vox, hábil alternativa brindada por el repugnante narcorrégimen pedófilo del 78. Vox, arma perfecta para aparentar lo que no es. Salvo, puntualmente, Olona y Alicia Rubio con el asunto de género, disfraces despojados.

Vox, no tengo el coño para ruidos

Su surgimiento, nada casual.  Su relanzamiento, menos. Sus internaciones financiadores, Israel y la siniestra oposición iraní, piedra de toque y preocupación. ¿Venezuela mal, Israel bien? Se llama, como mínimo, pérdida de soberanía. Bardaji, hiperbelicista como pocos, algo tendrá que decir. O recuerden las visitas de Ignacio Camuñas al Club Bilderberg a comienzos  de los ochenta. O los militares (¿masones?), cabezas de lista de Vox en pasadas (y fraudulentas) refriegas electorales. Si no estás en la logia (informando siempre al coronado Gran Oriente de España), nada eres. Poder, maldad, obvio.

Los descontentos peperos, encantados con su su Pp verde (ahora, surge, «casualmente», ¿servicios secretos mediante?, una extraña escisión mediando entre ambos). El régimen, más feliz, dichosísimo con su nueva disidencia controlada. Pronto llegarán las decepciones. Craso error. Meado se viene de casa. Y en lontananza, cual matón de discoteca, aparece José Luis Steegmann, factótum y  encargado de promover en Vox un sistema totalitario sanitario, todavía más, donde el derecho a la información y al consentimiento se desvanezcan  definitivamente. El paciente, dizque Steegmann y epígonos plurales, es imbécil. Un sórdido bata blanca decide por ti. Expropiando, literalmente, tu salud. 

Steegmang, vacúnate tú la polla

El pasado 25 de junio Vox presentó unas propuestas no de ley, y una de ellas era la relativa a la vacunación igualitaria en toda España. Y obligatoria a todos los niños hasta los 16 tacos. Astutamente, lo hicieron desaparecer de su web. Pero existen pantallazos, colegas. Rememoremos, pinceladas volanderas, la carta de presentación de Vox, su imperecedero panfletillo de los cien puntos de la España Viva. Ufanos y cursis, España Viva. Punto 55: «Una concepción integral de la Sanidad. Tarjeta sanitaria única, calendario de vacunación único, gestión integral de las listas de espera y cartera de servicios única en todo el territorio nacional». Punto 56: «Suprimir en la sanidad pública las intervenciones quirúrgicas ajenas a la salud (cambio de género, aborto…). Las vacunas infantiles serán obligatorias y gratuitas«.

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Maldad médica, eso sí, nacional. Todo por la patria – patrioterismo se llama – incluso jorobar todavía más nuestra sacrosanta (y siempre saqueada) salud. De libertades de pacientes y derechos, Vox, no hablamos, parece ser. Coacción y restricción. Lo importante es la forma de ordenar la sanidad de forma coercitiva, eso sí, con el dinero robado por el fisco a cada uno de nosotros, para merced y gloria de los matasanos de toda la vida y aquellos galenos metidos a gestores y políticos. Atroz totalitarismo sanitario, corolario: abuso de los niños por matasanos metidos a gallifantes.  Y sin meterse a politicastro, ninguna falta hace. Vox, pieza nuclear del Nuevo Orden Mundial. Neomaltusiano. Eugenésico. Genocida. Como ustedes prefieran.

¿Los niños, propiedad del Estado?

Para la basura social-comunista gobernante, los críos pertenecen al Estado. Para Vox, vistos los liberticidas postulados sanitarios de Steegmang, también. Si los padres no se conducen según espera el gobierno, el niño entrará en la categoría de maltratado y se aplicará la ley. Dura lex. Con pérdida de custodia – incluso patria potestad-  incluida.

Por ejemplo, con el Anteproyecto de ley orgánica de protección integral a la infancia y la adolescencia frente a la violencia, Coleta/Colita Morada, nos explica cómo deben educar y conducirse los padres y todo niño al que no se le permita asistir a determinadas clases, seminarios o talleres de adoctrinamiento, pasará a ser considerado maltratado. Los niños que no participen en fijadas actividades escolares, pasarán a ser considerados maltratados. Y los que no estén vacunados, serán considerados maltratados -eso sí, por abandono de las obligaciones parentales-. Nausea.

El proyecto legislativo de la Podemia, aparte de perfecto cortafuegos de la Pederastia VIP – recuerden las niñas prostituidas de Palma- omite algo tan esencial como imprescindible en una Ley Orgánica, que no deja de ser un medio de tutela judicial, recursos y garantías mínimas. Al carajo la seguridad jurídica más minúscula. Este proyecto presentado hace aproximadamente mes y pico, pergeña una suerte de maderos familiares, formada, imagino, por un tropa de comisarios políticos afines al régimen. Da miedito. Además, ahí se entronca todo con el siniestro Steegmang. Ante un niño no vacunado, podrán vacunarlo y luego contárselo a sus padres. Deferencia del Leviatán, auxiliado por los repulsivos psicosociales. Si «reinciden» los padres, llegado el caso, pérdida de custodia. Robo de críos, román paladino.

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Todos coinciden en la maldad

Leyes para obligar a vacunar -adoctrinar y lo que les salga del pitín- a los críos. Todos los partidos coinciden, los cinco grandes en España. Y la morralla regional, también. Todos mascarilleros, todos vacuneros. Todos detritus. Todos son lo mismo: totalitarismo con disfraces diferentes, aparentando falsas riñas ( su logrado Pressing Catch, grandes mañanas sabatinas, pero al menos Terremoto Earthquake, Hulk Hogan, El Enterrador o El Último Guerrero tenían, la verdad, más gracia y donaire). Todos los partidos, incluido Vox, eficaces felpudos del globalismo eugenésico, vendidos a la FARMAFIA manejada por Gates y Soros (y por aquellos que están muy por encima de ambos). Y perpetrando un alucinante  ataque contra los críos y sus familias. Niños, vulnerada su integridad física y moral. Y sus derechos fundamentales. Además de la pederastia VIP, más violación, ahora vacunera. Y los padres tras perder al crío, pánfilos, seguirán votando a Vox. Espero que no. En fin.

Autor

Luys Coleto
Luys Coleto
Nacido en Bilbao, vive en Madrid, tierra de todos los transterrados de España. Escaqueado de la existencia, el periodismo, amor de juventud, representa para él lo contrario a las hodiernas hordas de amanuenses poseídos por el miedo y la ideología. Amante, también, de disquisiciones teológicas y filosóficas diversas, pluma y la espada le sirven para mitigar, entre otros menesteres, dentro de lo que cabe, la gramsciana y apabullante hegemonía cultural de los socialismos liberticidas, de derechas y de izquierdas.