31/01/2025 16:37

Hubo una época en España, y no aludo a la de los fenicios, me refiero a una gran parte del siglo pasado en la que en los Consejos de ministros se sentaban algunas personas que ostentaban el título de ministros sin cartera. Los denominados ministros sin cartera, fueron miembros de ciertos Gobiernos, pero no eran titulares de ningún Departamento ministerial y que asumían responsabilidades de determinadas funciones por decisión del presidente del Gobierno.

Esas épocas a las que me refiero fueron, una de ellas, la que ostentaba la jefatura del Estado Francisco Franco y otra, Juan Carlos I. Es necesario decir que, en aquellas épocas, sobre todo en la primera, los ministros que se sentaban semanalmente en la sala de Consejos del palacio de El Pardo eran personajes de una muy alta cualificación profesional y personal – por eso eran ministros – y, además, ocupaban ministerios acordes a esa altísima cualificación. Nunca un médico fue ministro de Hacienda.

También es cierto que en los primeros años de la democracia el número de ministros que se sentaban semanalmente alrededor del presidente del Gobierno, era ponderado y ajustado a las necesidades que demandaba una nación como España. Igualmente, en esos primeros años de la monarquía los ministros, fueron personas de reconocida valía profesional. Los ministros de aluvión, ajustados a cuotas regionales o supeditados a favores personales, llegaron sin duda, con el autodenominado partido de los cien años de honradez. Los ministros y ministras sin ningún tipo de currículum profesional, algunos sin estudios universitarios, que habían hecho desde joven la política como su modus vivendi llegaron con el bolivariano Zapatero y con el autócrata Sánchez. Con este último sujeto, llegaron, desgraciadamente en abundancia: muchos, muy malos y enemigos de España.

En la actualidad, los españoles sufrimos el sectarismo, tiranía e incapacidad del Gobierno del felón Pedro Sánchez que se acompaña los martes con veintidós ministros todos ellos con carteras, algunas con nombres interminables, cursis muchos de ellos y otras tantas sin contenido. Alguna cartera por no tener no tiene ni bocadillo para el recreo ni estuche para lápices y pinturas, ni tan siquiera cuadernos de caligrafía y aritmética. Me refiero a la que, con acto institucional y todo boato, le hicieron entrega al ministro Torres Pérez.

Ángel Víctor Torres Pérez ocupa la cartera ministerial de Política Territorial y Memoria Democrática. Los contenidos de ese Ministerio “ficticio” caben en un monedero o en una cartera de bolsillo o bien en una mochililla como las que utiliza el triple ministro Bolaños que, aunque ostenta tres cargos ministeriales – tres carteras – no lleva ninguna más que la personal de Pedro Sánchez.

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Ángel Víctor Torres, otro ministro más de la cuota autonómica, en este caso la cuota canaria, ocupa un ministerio formado por lo que dejó Isabel Rodríguez (Política Territorial) y el omnipresente Félix Bolaños (Memoria Democrática). Lleva en política desde 1999 cuando dejó de ser profesor de secundaria ya que posee estudios universitarios y un doctorado. Obviamente, la política le reporta más beneficios que la Enseñanza ya que antes de ser ministro fue durante cuatro años presidente de Canarias.

Este personaje de sonrisa meliflua y de un aparente aspecto blandengue, ha dicho recientemente en un mitin de su partido junto a su gran benefactor y su “puto amo” textualmente lo siguiente: “mi madre nunca supo escribir mi nombre y mi padre sí lo escribía perfectamente porque en España cuando no había democracia – se refería a la época franquista -, a las mujeres no se las permitía estudiar”. Esta barbaridad la dice un señor, de casi sesenta años, doctor universitario, mintiendo obviamente y culpando a Francisco Franco.

Los padres de este mentiroso compulsivo se llamaron Juana Teresa Pérez y Bonifacio Torres, alias Fafo que murió con 86 años recientemente y aunque este último señor era reconocido izquierdista llevó a su hijo Angelito a colegio de curas.

Lo más indignante de este docente que con 33 años dejó la Enseñanza para hacerse político es que desconoce o lo oculta, que en España desde el 9 de septiembre de 1870 existía la Ley Moyano que propugnaba la enseñanza primaria obligatoria y gratuita e incumbía a los Ayuntamientos y Diputaciones por lo que si la madre de este ministro sin cometido alguno, no estudió no fue porque Francisco Franco se lo prohibiera en los años cuarenta sino porque el abuelo materno de nuestro actual ministro de Memoria Democrática no llevó a su hija Juana Teresa a la escuela que era gratuita.

También hay que decir al ministro de la sonrisa meliflua que en este año 2025 en el que se va a “coronar” celebrando cada tres días un acto contra Francisco Franco que, en España a principios del siglo XX, el 60% de los niños estaban sin escolarizar. Con la idílica segunda República paradigma de derechos y libertades, la tasa de analfabetismo estaba aún al 30%. Con el régimen surgido después de la guerra civil, ya en los años 50 no llegaba al 15%. Hace cincuenta años, era irrelevante.

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Por lo tanto señor ministro, cuide su reputación ya que le salpican varios asuntos muy turbios en su gestión como presidente de todos los canarios; llene el contenido de su cartera ministerial con cometidos útiles e importantes para todos los españoles, que para asuntos de política territorial ya están las Comunidades Autónomas y las Diputaciones y para escribir la Historia – toda ella, no solo la que a ustedes les interesa – están los historiadores y para exhumar cadáveres están los forenses, no usted con bata blanca. Por tanto, no es necesario que cree una comisión a cargo de Carmina Gustrán Loscos y la sufrague con dinero público para que reescriba una nueva Historia a gusto del partido que propició una guerra civil que sin duda alguna perdió y nunca volverá a ganar.

Sus imágenes, señor ministro, en el Valle de los Caídos rodeado de restos humanos o en un estrado mintiendo descaradamente sobre lo acontecido en la época franquista a pesar de que las acompañe con su sonrisa, son todas ellas esperpénticas y dignas de todo un cínico.

Búsquese otro Ministerio con algún contenido útil para todos los españoles o de seguir ocupando la cartera que actualmente ocupa, llénela, al menos, de un bocadillo que le alivie a mitad de mañana de la ardua y pesada carga ministerial que en la actualidad usted soporta. En esa cartera ministerial que usted posee, solo hay odio, rencor, maldad y mentira.

¡A otro perro con ese hueso!

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