22/11/2024 07:35
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No soy médico, ni virólogo, ni estratega, aunque sí aficionado a ella. En ciencia, en economía y en casi nada creo en las casualidades. Creo más bien en las causalidades. Y en las probabilidades que aunque tienen su base en el azar, no hay que confundir con la pura chamba.

Esto de la pandemia, como solemos decir para referirnos a un cúmulo de cosas, mucho me temo que poco o nada tiene que ver con las casualidades, sino más bien con causalidades.  Cada una de esas causalidades actúa como la pieza de un puzle que, una vez conformado desvela el tipo de sociedad  a la que nos quieren conducir.

Si ustedes han seguido mis escritos en esta casa, siempre me he referido a este llamado Covid19 como el virus chino, con todo el respeto al pueblo chino, cuya autoría hay que imputar a la dictadura comunista que gobierna ese extenso y poblado país. También, siempre me he referido a él como un virus de diseño, nada que ver con origen en unos murciélagos y/o unos panjolines transmisores, vendidos en el mercado de Wuhan. Nada de eso.

Dentro de unos días, si antes el espionaje chino no la hace desaparecer, dará datos relevantes la científica china huída a USA, que trabajaba en temas relacionados con el virus chino y que ese gobierno ocultó, que ya ha adelantado que el origen del mismo, como muchos nos temíamos, nada tenía que ver con un origen natural del mismo.

A cientos de metros de ese mercado, no más truculento  y guarro que otros miles de toda china y el mundo mundial, existe un laboratorio que se dedica desde hace años a las investigaciones relacionadas con la guerra bacteriológica, bajo la cobertura de investigaciones ortodoxas, en las que llegaron a participar los ingleses y norteamericanos. Quizá estos dos países lo que hacían era espiar lo que el ejército chino se traía, o se iba a traer, entre manos en caso de un conflicto de gran alcance.

No nos engañemos, el principal problema político, económico y diplomático mundial es la rivalidad entre China y la USA de Trump, que va más allá de una mera guerra comercial. En un segundo plano y en otro orden de intereses aparecen la UE y Rusia. Pero, atención, planeando sobre todos ellos, tanto del primer binomio como del segundo, están los intereses de aquellos que no son estados y que responden a intereses transnacionales especuladores, que son quienes imponen el globalismo mundial al resto.

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Los capitales globalistas y las grandes corporaciones se han hecho con el control de internet (Google, Microsoft, Facebook, Twitter, o sea los, Zuckerberg, Gates, y los magnates Soros, Rockefeller y Rothschild, etc) para censurar la Red a su antojo, en connivencia con los estados imperialistas dictatoriales como China y sus avances en 5G. Ante la falta de proletarios las nuevas  izquierdas y los movimientos de género, feministas y  las muchas ONGs que controlan, se apuntan a esta causa para deshacer el armazón identitario y de valores de las naciones-estado y ejercer el control y diezma de la población planetaria. Me importan tres pitos que me tachen de conspiranoico. Cada cual conspira como le viene en gana. Al igual que los no conspiranoicos conspiran contra nosotros y los tenemos que soportar.

Retorno a la pandemia. Nada mejor para controlar a una humanidad ya de por si ignorante, sumisa, y empobrecida que sumirla en un brutal confinamiento domiciliario bajo un amedrentamiento a gran escala. Dicho y hecho. Un virus lleno de vueltas y revueltas que obligue a pararlo todo porque lo dicen unos pocos a quienes siguen las clases políticas que les sirven y así destrozar las economías y crear pobres a los que dominar con subvenciones, cual mendigos medievales pidiendo a la puerta de iglesias y lazaretos.

No han hecho falta misiles de crucero con ojivas nucleares para obtener efectos tan devastadores. Los efectos colaterales corren a cargo de la limpieza ideológica a través del adoctrinamiento ideológico en escuelas y universidades A través igualmente de televisiones compradas e intervenidas que nutren de progresismo de cartón piedra a oenegés, fundaciones y demás comparsas, así como de pan y circo, mientras las identidades culturales y étnicas se diluyen a través de las llamadas migraciones compasivas.

Pero, no sólo la devastación de la pandemia es la pérdida de las libertades y haciendas. La pandemia ha matado, mata y seguirá matando personas. A muchas personas. Hay quienes se encargan de intentar convencernos y de minusvalorar los efectos letales de esta pandemia y de decirnos que más mata la gripe estacional y otras epidemias. A este argumento falaz hay que contestar que la mortandad derivada de este virus no ha hecho más que empezar y en España en escasos 150 días ya se han producido casi, o sin casi, 50.000 muertes. Para quienes aspiran a borrar de la faz del planeta a los dos tercios de la humanidad los efectos letales sobre las vidas es uno de los hitos de su agenda política.

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Ya se han ocupado de tenernos cada día entretenidos entre aplausos a los sanitarios y demás cuerpos y personas que trabajaron para nuestra subsistencia, al tiempo que nos han ocultado la cara dramática de las muertes en soledad y los ataúdes para lavar sus ineptitudes y responsabilidades dolosas.

La industria farmacéutica, en especial las grandes, son otras beneficiarias, antes, en y después de la pandemia. La guerra entre las más poderosas por sacar una vacuna y las expectativas que ellas mismas crean en los medios hacen que sus acciones suban como la espuma. Después, porque tienen a sus pies un mercado de 7.500 millones de personas y los precios que les venga en gana poner.

¿Cómo se explica que hace ya más de dos años, la farmacéutica de Bill y Melania Gates con presencia en los ensayos chinos ya hablase de una pandemia que iba a venir, de las mismas características e igualita a la que vino? y ¿cómo es posible que Gates ya esté anunciando la pandemia bis? Detrás de su humanitarismo están siempre intenciones poco transparentes y sus campañas se mueven siempre en todo aquello que gira en torno a las políticas de contracepción y control de la natalidad, que ya no oculta.

Es de sobra sabido que el dinero lo infiltra todo y lo corrompe todo. Pues bien, el dinero de los especuladores globalistas ya se ha infiltrado en la ONU y en buena parte de las organizaciones públicas que de ella dependen como la OMS, al financiar programas y comprar las voluntades de sus dirigentes políticos. Y así podría seguir con más «casualidades» causales, como por ejemplo qué vacunas nos esperan y qué obligatoriedades y coerciones  nos van a imponer a este respecto y muchas más.

Con estos ejemplos, creo que el lector con su aguda inteligencia es capaz de armar el puzle de hacia dónde nos quieren conducir. Mi solución a este puzle, la mía, ya se la adelanto: a un Armagedón de enfermedad, hambre, miseria y control de nuestras voluntades. El retorno a la condición de animales privados de libertades y albedrío.

Autor

REDACCIÓN