19/05/2024 13:21
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Sin más. Y si te apetece, te lo explico con cierto detenimiento. Mira, presidenta, es muy sencillo de comprender. Como colega que eres, alguna noción de derecho recordarás de tus días de facultad de periodismo. Constitucional y autonómico. Tu ejecutivo, al tomar la decisión de obligar a llevar un bozal en todo momento – u otros atropellos legales y éticos, como la «Cartilla Covid»,  con la torpe excusa de «salvar» una ya agonizante economía o el rastreo masivo, más propio de perros persiguiendo a «piezas heridas» – vulnera flagrantemente la ley. Y lo sabéis sobrada y fehacientemente.

Por ilegal

Cum Fraude os entregó – cual siniestra carrerita de relevos – el juguetito que él utilizó arbitraria, salvaje e injustificadamente durante cien días. Y, vosotros, demostrando que la tenéis más larga, le intentáis superar en discrecionalidad, indecencia y abuso. En honda inmoralidad, mejor expresado. Ya era difícil, la verdad, mejorar al zumbado monclovita. Memento la orden ministerial de Illa y su pandilla del 20 de mayo, obligando, salvo si se podía mantener cierta distancia, al uso obligatorio del bozal. No hace falta recordar que  el régimen de los derechos fundamentales está reservado a la Ley Orgánica – no a menores órdenes ministeriales carentes de motivación científica, por otra parte-  es decir, los competentes para legislar asuntos tan nucleares son los gallifantes de la Carrera de San Jerónimo. Las comunidades autónomas carecen de capacidad para establecer dicho régimen. Un horror – ético y legislativo- lo Illa y su sórdida pandilla. Vosotros, vuelta de tuerca.

Ayuso, con tu disposición autonómica perpetras una incontestable violación de garantías jurídicas formales – básicas e irrenunciables- en cualquier Estado de derecho que se precie de tal. Es singularmente abyecto limitar derechos mediante disposiciones reglamentarias, sin atisbo de discusión parlamentaria alguna. Además, visto nuestro nacional panorama de absurdas taifas, el liberticidio se consuma definitivamente con label regional.

Y no digamos aniquilar derechos – no sólo limitarlos- como ha ocurrido con el derecho de sufragio (activo) en las elecciones vascas y gallegas. Restringiendo y enajenando derechos fundamentales a través de reglamentaciones autonómicas se dinamita lo esencial del derecho positivo (lo bueno que pudiera tener, que lo dudo), se eclipsa pavorosamente la seguridad jurídica y la peña, afortunadamente, deja de creer cada vez más en los togados (algo bueno tiene la cosa).

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Administraciones autonómicas adoptando una serie de medidas que estrechan, o incluso pulveriza derechos fundamentales de los ciudadanos. Por ejemplo, acojonante, municipal o regionalmente, se ha promulgado el arresto domiciliario de poblaciones que coartan drásticamente el derecho a la libre circulación. Totana enchironada, por mis cojones (los de López Miras, obvio).

Por inmoral y liberticida

Ayuso, algo te sonará. Los derechos se ponderan. Primero de facultad. Ningún derecho es absoluto. Todos los derechos son limitados y, además, pueden entrar en conflicto unos con otros. Lo que falsa y grotescamente denomináis «salud» no deviene derecho absoluto ni jerárquicamente superior. Con vuestra apelación a la presunta salud os cargáis derechos fundamentales. En España, recogidos en el Título I de la Constitución Española, esa que vosotros violáis sistemáticamente (y algunos, inaudita paradoja, absolutamente contrarios a ella, hemos de defenderla).

Te recuerdo, Díaz, vuela pluma,  lo que está en juego. La igualdad ante la ley (artículo 14), ya que los que bajo ningún concepto nos colocaremos los bozales “necesitamos” de ese «ilícito salvoconducto» para realizar una vida libre, razonable y en paz. Vulneración del derecho a la integridad física y moral, ya que estamos siendo sometidos con análoga medida a tratos inhumanos o degradantes (art. 15). Así como el derecho al honor y a la propia imagen (art.18) y a la libertad de expresión (art. 20). O disgregado el artículo 23 al negarse el derecho a participar en los asuntos públicos, directamente o por medio de representantes, libremente votados en elecciones periódicas por sufragio universal. Por no hablar de la legítima e ineludible objeción de conciencia ante leyes injustas (art. 30.1).

Por atacar la salud                                                                     

¿Ayuso, te llegas a dar cuenta de la decisión que estás tomando? Te cagas en derechos esenciales por defender, en principio, la salud. Pero, te lo aclaro, Ayuso: defiendes la enfermedad, no la buena salud. Esto, grosso modo, son los bozales. Sensación de ahogo, fatiga, cansancio, angustia y ansiedad, déficit de oxigenación en células y tejidos, acumulación de dióxido de carbono en venas y arterias, alergias, hipoxemia, hipoxia, hiperventilación, inhalación continua de las nocivas sustancias desprendidas por bozal, falta de concentración, sístoles y diástoles cardiacas progresivamente irregulares, dolores de cabeza frecuentes, deshidratación, reducción de las habilidades motoras, acidificación del organismo, menoscabo paulatino del sistema inmune. ¿Esta es la salud que defiendes, tú o tu funesto edecán y consejero, Ruiz Escudero? ¿Esta «salud» permite quebrantar o fulminar otros derechos esenciales?

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Porque quiero seguir vistiéndome por los pies

Pues lo dicho, Ayuso, sabes perfectísimamente que estás tomando una decisión odiosa. Yo no  voy a cumplir tu ley autonómica. Carezco de problemas de salud que me pudieran eximir del uso del bozal. No la llevo y punto. Ni la voy a llevar jamás. Ni voy a utilizar ridículos subterfugios salvadores (colocada en barbilla o garganta, en el bolsillo…). No la voy a llevar (como comprenderán, apreciados lectores de ECDE, ni he comprado ni voy comprar bozal alguno). Sin vuelta de hoja.

Y espero que seamos muchos madrileños (y españoles, en general) los que incumplamos semejante monstruosidad legislativa, vuelta de tuerca a la orden ministerial de Illa y su inicua pandilla del pasado 20 de mayo. También sería interesante, como en el estado yanqui de Indiana, que algunos policías se negasen a poner multas a tutiplén. Y algunos jueces entrasen en razón (moral, sobre todo). Y, por supuesto, galenos que posean dudas sobre la falsa pandemia y el uso de bozales lo expresasen libremente. Libérrimamente. Y, en todos los casos citados, sin importar las consecuencias. Y sin padecer represalias (¿laborales?) de ningún tipo.

Cien pavos. ¿Por cien euracos se va a continuar descendiendo, aún más, por la senda de la indignidad? En fin. 

Autor

Luys Coleto
Luys Coleto
Nacido en Bilbao, vive en Madrid, tierra de todos los transterrados de España. Escaqueado de la existencia, el periodismo, amor de juventud, representa para él lo contrario a las hodiernas hordas de amanuenses poseídos por el miedo y la ideología. Amante, también, de disquisiciones teológicas y filosóficas diversas, pluma y la espada le sirven para mitigar, entre otros menesteres, dentro de lo que cabe, la gramsciana y apabullante hegemonía cultural de los socialismos liberticidas, de derechas y de izquierdas.