13/05/2024 05:24
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Resulta obvio para cualquier individuo con una mínima capacidad de observación y análisis que Pedro Sánchez constituye una amenaza para la unidad de la nación española, el Estado de Derecho, las libertades individuales, la sostenibilidad del Estado del Bienestar y la propia convivencia social. En consecuencia, en el momento actual nos encontramos en una situación de emergencia nacional derivada de una crisis institucional, económica y social sin precedentes. Por todo ello en las próximas elecciones generales del 23 de julio lo que se dilucida es si España va a seguir inmersa en un proceso de autodestrucción típicamente bolivariano y asentado en los postulados del neomarxismo identitario y el independentismo racista o si, por el contrario, cambia de rumbo para adentrase en la senda de la reconstrucción nacional a partir de la reafirmación los valores propios de la civilización occidental, de los principios democráticos y de las normas de la economía social de mercado.

Según los sondeos demoscópicos que se vienen realizando últimamente parece ser que los españoles en su cita con las urnas optarán por echar a P. Sánchez del Palacio de la Moncloa, si bien no parece existir una alternativa mayoritaria monocolor, de tal forma que resulta imprescindible la confluencia del centroderecha representado por PP y Vox para la formación de un nuevo Gobierno.

Ante esta situación, con la exclusiva intención de alarmar a la ciudadanía y obtener su apoyo electoral, la izquierda con el psicópata monclovita a la cabeza ha puesto el grito en el cielo, aduciendo que un pacto del PP con Vox supone el ascenso de la ultraderecha al poder. Ante tal planteamiento lo primero que cabe señalar es que Vox es un partido político de carácter patriótico, democrático, liberal y constitucionalista, razón por la cual la alusión a una pretendida radicalidad de la formación verde no se corresponde en absoluto con la realidad; pero es que, además, se da la circunstancia de que los socialistas, guiados exclusivamente por su ambición de poder, han llegado a acuerdos de Gobierno nada más y nada menos que con la extrema izquierda populista, el golpismo catalán y el filoterrorismo vasco, razón por la cual están absolutamente inhabilitados para dar lecciones de moralidad, debiendo por ello entenderse sus soflamas políticas como una muestra más de la inequívoca indecencia que subyace en sus planteamientos y actuaciones.

Afortunadamente el electorado de centroderecha hace ya mucho tiempo que ha abandonado todo tipo de complejos, de tal forma que escucha los discursos socialcomunistas con una cierta displicencia cuando no con un franco rechazo. En consecuencia, la gran mayoría de los votantes del PP y Vox, más allá de sus inevitables diferencias ideológicas, parecen mostrarse partidarios de que ambas formaciones lleguen a un acuerdo para acabar con el Gobierno socialcomunista y así evitar la desintegración territorial, la degeneración democrática y el caos socioeconómico al que sus políticas indefectiblemente conducen.

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Otro gallo parece cantar en el ámbito de la derecha política y mediática, ya que toda la campaña preelectoral está acompañada de un ruido de fondo que en nada ayuda a una unidad de acción entre el PP y Vox tan necesaria como inevitable a la luz de la actual situación política.

En el ámbito estrictamente político resulta evidente que el PP de Alberto Núñez Feijóo se halla instalado en un estado de ambigüedad calculada, como evidencia el hecho de que cada líder regional esté llevando a cabo una política de pactos particular e independiente, lo cual viene a indicar que desde Génova no parece haberse marcado una hoja de ruta común para las distintas Comunidades Autónomas en las que los populares, al no gozar de mayoría absoluta, solo pueden formar Gobierno mediante pactos con otras formaciones políticas. Esta heterogénea actuación tiene sus ventajas, pero también sus inconvenientes. Así, en el lado positivo, tal estrategia permite a Feijóo nadar y guardar la ropa, muy al estilo del PP, aduciendo ante las críticas a posibles pactos con Vox que su única intención es la de formar Gobiernos estables mediante el establecimiento previo de acuerdos programáticos que se ajusten a sus postulados ideológicos, pudiendo de esta forma atraer al votante moderado de centroizquierda defraudado con las políticas llevadas a cabo por el PSOE. Sin embargo, en el lado negativo, dicha postura -convertida en esperpéntico sainete por la extremeña María Guardiola con su delirante cascada de descalificaciones contra Vox- conlleva un cierto grado de confusión que puede desalentar y llevar a la indecisión a todos aquellos votantes del PP cuyo principal objetivo en estas elecciones es expulsar a P. Sánchez del poder.

Por lo que respecta a Vox su postura parece mucho más sólida y cristalina, ya que desde el comienzo de la precampaña se ha mostrado absolutamente dispuesto a sentarse a negociar con el PP para alcanzar acuerdos programáticos que permitan la formación de un Gobierno de coalición de centroderecha. Obviamente tal posicionamiento resulta del todo razonable, ya que detrás de Vox hay unos electores que verían defraudadas sus expectativas si Santiago Abascal no se hiciera valer exigiendo la cuota de poder que legítimamente le corresponda. No parece que vaya Vox desencaminado con este planteamiento, ya que en el escenario postelectoral que las encuestas dibujan lo que el PP no puede pretender de ninguna manera es que Vox apoye la investidura de Núñez Feijóo gratuitamente.

Ya en el ámbito mediático no debe sorprender a nadie el ataque desmesurado a un posible Gobierno de coalición entre el PP y Vox por parte de una mayoría de medios de comunicación adscritos a la izquierda, fundamentalmente por estar subvencionados mediante la publicidad institucional que P. Sánchez ha utilizado de forma obscenamente desmesurada para promocionarse, todo lo cual no hace sino poner de manifiesto que su acción de gobierno, caracterizada por la inmoralidad y la incompetencia, resulta difícilmente defendible si no media ese poderoso caballero que es don Dinero. Por el contrario, si causa estupefacción el hecho de que determinados comunicadores manifiestamente conservadores hayan emprendido una inusitada y denigrante cruzada contra Vox, cuyo origen y finalidad pueden ser cualquier cosa menos honorables. De hecho, inmersos en sus habituales batallitas personales y ajenos al momento de profunda zozobra por el que España atraviesa, sus lamentables diatribas solo pueden ubicarse en el terreno de la deshonestidad más absoluta.

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No parece razonable que los tiros deban ir en esa dirección, sino que más bien lo que este momento de quiebra nacional requiere por parte del PP y Vox, con la inestimable colaboración de la derecha mediática, es la amplitud de miras necesaria para hacer factible la formación de un Gobierno de coalición dispuesto a acometer con firmeza y determinación el cambio de rumbo que España precisa para no verse abocada al caos que la continuidad de P. Sánchez en el poder traería consigo.

Autor

Rafael García Alonso
Rafael García Alonso
Rafael García Alonso.

Doctor en Medicina por la Universidad Complutense de Madrid, Especialista en Medicina Preventiva, Máster en Salud Pública y Máster en Psicología Médica.
Ha trabajado como Técnico de Salud Pública responsable de Programas y Cartera de Servicios en el ámbito de la Medicina Familiar y Comunitaria, llegando a desarrollar funciones de Asesor Técnico de la Subdirección General de Atención Primaria del Insalud. Actualmente desempeña labores asistenciales como Médico de Urgencias en el Servicio de Salud de la Comunidad de Madrid.
Ha impartido cursos de postgrado en relación con técnicas de investigación en la Escuela Nacional de Sanidad.
Autor del libro “Las Huellas de la evolución. Una historia en el límite del caos” y coautor del libro “Evaluación de Programas Sociales”, también ha publicado numerosos artículos de investigación clínica y planificación sanitaria en revistas de ámbito nacional e internacional.
Comenzó su andadura en El Correo de España y sigue haciéndolo en ÑTV España para defender la unidad de España y el Estado de Derecho ante la amenaza socialcomunista e independentista.
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Geppetto

«Resulta obvio para cualquier individuo con una mínima capacidad de observación y análisis que Pedro Sánchez constituye una amenaza para la unidad de la nación española, el Estado de Derecho, las libertades individuales, la sostenibilidad del Estado del Bienestar y la propia convivencia social».
Menudo rollo, el problema esta en la sociedad española en su conjunto y en la Constitucion que enmarca y ampara este desastre que crearon y fomentan tanto el PP como el Psoe y los separatistas.
Y no se engañe, VOX acaba de cometer varios errores gordos que le van a salir caros, eso de tragar carros y carretas en Baleares y Extemadura tras decir con voz grave que ellos o entraban en los gobiernos o habria nuevas elecciones para a continuacion ponerse mirando a la Meca dice poco y malo de la verdad de VOX y su forma de ser y hacer

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