Bienvenidos a la nueva "edad de oro". Por Laureano Benítez Grande-Caballero

Realmente, es bastante sencillo de explicar el porqué el Nuevo Orden Mundial ha encumbrado a Donald Trump nuevamente a la cima del mundo.

Tras el robo de las elecciones de 2020 —con el que sospecho que colaboró el mismo Trump—, colocan en la presidencia useña a un fantoche senil atiborrado de ideología woke hasta las trancas, que llevó a cabo unas políticas absolutamente aberrantes, que además de atentar contra los bienes y las libertades, atacaron sin pudor al sentido común.

Después de cuatro años, la gente acabó harta de tanta podredumbre, hasta los mismos que en su día apoyaron la ideología globalista, porque, sencillamente, aquí no hay quien viva. Este escenario dantesco es el perfecto caldo de cultivo para sembrar un caos, una turbulencia que demanda imperiosamente un líder, un mesías que reconduzca la situación y nos lleve de nuevo hacia aguas tranquilas, hacia una “nueva edad dorada”, como llama Trump al horizonte al que nos quiere llevar.

Ante el despertar de la gente que en un principio fue lobotomizada con la ideología progre, y ante la amenaza de aquel sector de la población que ya de por sí había despertado a la verdad antes de la plandemia y de la ingeniería social globalista, las élites luciferinas urdieron una maniobra, una estrategia de guerra que consiste en ofrecernos un Mesías que fulmine todo el espanto woke de la anterior presidencia que llevó a sus extremos más sangrantes políticas verdaderamente suicidas, ruinosas, liberticidas y dantescas.

Todo estaba programado de antemano, porque después de la exagerada ineptitud de Biden ponen en su lugar a una candidata impresentable, que no tenía ni la más mínima opción de ganar, y todo eso con el fin de hacerle la cama a Trump, al cual esta vez no le han robado las elecciones.

Y aquí lo tenemos, al libertador prodigioso, al personaje que nos va a salvar del apocalipsis al que no querían llevar las izquierdas conchabadas con los demonios del Averno. En los pocos días que lleva como presidente, ha entrado como un elefante en una cacharrería, tirando abajo aparentemente las columnas de la Agenda 2030, anulando por completo toda la política izquierdosa de Biden: es increíble la cantidad de decretos que ha firmado en pocos días, cargándose de manera implacable la saturnalia que protagonizó su antecesor.

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Pero, amigos, tras esta hojarasca, tras este derrumbe apocalíptico del globalismo woke, hay gato encerrado, un alien monstruoso que se esté incubando en las entrañas de Leviatán 2030.

En efecto, el mundo distópico al que nos quieren llevar será un mundo controlado digitalmente, monitoreado implacablemente por la IA, con controles exhaustivos, con una vigilancia dantesca que nos convertirá en esclavos, en zombis, en seres sin alma que besarán sus cadenas, que no tendrán nada y serán felices: voilà la fantástica “edad de oro”.

Porque, damas y caballeros, el NOM no se va a construir con las ideologías de género, ni con vacunas ponzoñosas, ni siquiera con las climodemias, no, ya que se desarrollará mediante el control digital de las tecnologías “inteligentes”. Basta caer en la cuenta del elenco de dementes pretorianos de que se ha rodeado Trump para saber en qué consistirá su “edad de oro”: el demente Peter Thiel, el impresentable Elon Musk, OpenIA, Oracle, etc… todo un marasmo de personajes y empresas supertecnológicas cuyo propósito es hacernos apéndices de la inteligencia artificial, extirpándonos el alma, la dignidad y la libertad.

Si la gigantesca inversión de 500.000 millones de dólares para “datacenters” inteligentes donde seremos más tontos que nunca, más esclavos que nunca, la hiciera un progre izquierdoso ahíto de un globalismo ya desacreditado, se suscitaría una enorme protesta mundial, pero si esta satánica política de abismarnos en tecnologías inteligentes para controlarnos la hace un tipo que en unos pocos días ha eliminado de un plumazo toda la basura globalista; si este horizonte aterrador lo anuncia alguien que ha puesto en práctica la cosmovisión de la disidencia contra el Nuevo Orden Mundial, estas medidas pasarán desapercibidas, sin chirriar, sin que se les preste la debida atención, en medio de la barahúnda destructiva con la que ha aparentemente barrido la Agenda 2030.

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Es por eso que los corifeos de los diarios supuestamente conservadores y antiglobalistas no han escatimado incienso con el que aplaudir a Trump, obviando por completo la enorme amenaza tecnológica con la que las élites luciferinas quieren destrozar nuestras vidas.

Todo estaba previsto, todo estaba programado: el triunfo de Trump en el 2017, el robo de las elecciones que encumbraron a Biden, el espanto globalista de su presidencia, la vuelta de Trump, el “trumpetista” de Hamelin que llevará a los rebaños hasta el Tártaro.

Damas y caballeros: bienvenidos a la “edad de oro”.

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