17/05/2024 06:39

Tras casi cincuenta años, tiempo en el que España ha sufrido una deconstrucción moral, social y cultural espectacular al compás de agitaciones violentas (1), los españoles nos encontramos ante un futuro incierto, por lo que subyace la incertidumbre que lleva implícita la angustia.

Como muestra, apuntemos la última propuesta del Gobierno socialista de reducir el Estado en beneficio del independentismo, que ha logrado imponer un modelo basado en las fronteras regionales y los parches pasajeros, y que da cuenta de una acreditación de riesgo evidente que pone en peligro el orden social y la convivencia en España. Acreditación de riesgo evidente que llega al punto de que el PP postule medidas en defensa del Estado.

Ante esta situación, el Jefe de Estado tendría que evaluar los riesgos a los que se ve sometida España: la acción decidida y corrosiva del independentismo, la colonización de las instituciones por parte del Gobierno socialista presidido por Pedro Sánchez, la baja natalidad de España que nos hará tener que importar población extranjera y la fuga de talento joven que nos empobrecerá aún más.

Hablamos de angustia, porque la tendencia al cambio y a la transformación permanente se extiende rápidamente hacia un nuevo modelo político-social bajo la atenta mirada de los dirigentes mundiales, que intentan cristalizarlo ideológicamente (España será la primera nación de Europa en experimentarlo plenamente) como parte de ese Nuevo Orden Mundial que viene proyectándose desde mediados de los años setenta del siglo pasado sobre la idea de la pax perpetua de la democracia liberal.

Así pues, nuestro tiempo está marcado por la ruptura, y el pesimismo campea como horizonte insuperable, de lo que se deduce que se viva como si no hubiera mañana. Construir un horizonte político alternativo va a requerir un trabajo de redefinición… ¿Qué Estado necesitamos? ¿Qué nivel de autonomía en el progreso económico? ¿Qué sistema de representación?

Sin caer en utopías, se debe proyectar la confianza en la capacidad para apropiarse de un nuevo modelo político-social más allá de las simplezas con las que se atonta a los ciudadanos…

Así las cosas, ¿ qué se puede hacer? Pues, combatir la apatía mediante una discusión pública que denuncia la quiebra de España, que dé valor a la resistencia que cuestiona el nuevo modelo político y social que se trata de imponer y que establezca en la opinión pública un juicio informado que se traslade electoralmente.

En definitiva, ganar el futuro no es invocar a Leonor…

  1. A) La etapa de la llamada Movida -término delincuencial-, que se llevó por delante a buena parte de una generación de jóvenes españoles. B) El asesinato de los Abogados de Atocha, todavía por aclarar en todos sus extremos, que propició la casi imposible legalización del PCE pautado por la Rumania de Nicolae Ceaușescu y dirigido por el genocida Santiago Carrillo. C) La historia criminal interminable de ETA, que se salda con casi 1.000 asesinados, un número no cuantificado de lisiados físicos y psíquicos, secuestros, extorsiones y desplazamientos, pero que termina con el perdón por parte del Estado cuando ETA decide dejar de matar. D) La intervención del Estado a través del CESID en la desactivación de la operación de reconducción que se pretendió el 23-F/81 para evitar que España se precipitará al abismo: terminar con ETA, organizar el Estado autonómico y evitar la quiebra económica. Razón de Estado en la que cabe señalar, el asesinato, unos días antes, de Juan Ignacio Gonzáles, líder del Frente de la Juventud, a fin de tener todo atado y bien atado. E) La acción corrosiva del independentismo que propicia la misma Constitución al no cerrar el techo competencial a las Comunidades Autónomas, de lo que se ha servido el independentismo en su trato con los diferentes gobiernos que se han venido sucediendo, y que hoy termina con la entrega del Estado a los golpistas de Cataluña, procesados, no por incendiar las calles y reventar la convivencia, que sería más que suficiente, sino por pertenecer a organización terrorista, lo que rompe el principio de igualdad de todos los ciudadanos españoles ante la ley. Amén de las concesiones que al socaire de la Amnistía se piensan conceder a Cataluña, que ponen en entredicho la garantía del principio de solidaridad interterritorial.

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Pablo Gasco de la Rocha
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Rumanía.

Aliena

Y «Juan Ignacio GONZÁLEZ».

JCrespo

Leonor, como su padre, estará condicionada a lo que se pretenda por intereses externos y ejecutados por el político elegido de turno. Que muy probable siga siendo el Mentiroso que tenemos actualmente, dada su actitud criminal de mantenerse ahí como sea y a cualquier precio para España.
Teniendo en cuenta, además, de la proverbial pasividad tradicional para defender nuestro País de esa familia…

Última edición: 3 meses hace por JCrespo
Observador

Desde luego que ganar el futuro no es «Leonor» que parece ser que -si fuese verdad y se confíirmase- ni siquiera sería hija legítima, ni siquiera seria hija de Letizia y quien sabe si lo fuese de los espermatozoides de Felipe. Pero los monárquicos «de toda la vida» callan y no se hacen preguntas. Encontrarían respuestas que a lo mejor no les gustaría. En fin. Debemos esperar y ver si se confirma o se desmiente todo este «lío» reproductivo. Al menos Alfonso XIII, que se iba de picos pardos por ahí y allí donde recalaba, toma hijo, pues tuvo la decencia de poner en la sucesión a un hijo legítimo de legitimo matrimonio y además supuesto primogénito y varón.

aliena

Bueno, el heredero ha de ser hijo legítimo y de matrimonio católico… y es obvio que Alfonso XII no lo era. Aparte de que José María Zavala cuenta en su libro «Bastardos y Borbones» que ninguno de los hijos de María Luisa de Parma habría sido de Carlos IV.

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