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El Caudillo de España llega a La Coruña, A su lado el Gobernador Civil Rafael Hierro
A finales de agosto, concretamente el día 27, el Jefe del Estado Francisco Franco llegaba al puerto de La Coruña a bordo del Crucero Almirante Cervera, que venía escoltado por otros buques de la Armada como los destructores “Almirante Antequera”, “Jorge Juan” y el cañonero “Hernán Cortés”, que unidos al impoluto blanco del yate “Azor”, que navegó con ellos, constituyeron una magnífica y bella estampa militar y marinera. Era la primera vez que el nuevo yate Azor arribaba a la bahía coruñesa. Desde 1947 lo había hecho el Azorín. Pero a partir de ese año de 1950 y hasta 1975, de forma puntual, acudiría todos los veranos a su cita con el puerto de la Coruña donde quedaba fondeado.
El nuevo yate Azor, construido en los astilleros de la empresa Nacional Bazán de El Ferrol, venía a sustituir al Azorín, construido en los astilleros alemanes de Kiel, entre los años 1925 y 1928, de 113 toneladas de desplazamiento y casco de madera, encargado por una familia inglesa que le denominó “Margarette & Dorothea”.
En el año de 1935 Felipe Cubas Urquijo se haría con él, trasladándole al puerto de San Sebastián y renombrándole como “Loly II”. Durante la guerra de Liberación Española 1936-39, el gobierno separatista vasco lo confiscó, asignándolo al Departamento de Industria que lo utilizó como enlace marítimo entre Bilbao y Bayona y lo rebautizó con el nombre de “Severiano Asarta”, en memoria de un militante comunista fallecido en combate contra las tropas Nacionales al tomar estas San Sebastián en septiembre de 1936.
Finalizada la guerra, las nuevas autoridades de España se lo devolvieron a su propietario. Pero en 1945 la Armada se hizo con sus servicios con la idea de dedicarlo a guardapescas, pero al ver su excelente estado, fue asignado a tareas de yate de recreo del Jefe del de Estado desde mayo de 1947.
A bordo del Azorín, el día 25 de agosto de 1948, a una cinco millas de la costa donostiarra, el Caudillo había recibido a don Juan de Borbón para tratar la importantísima cuestión sucesoria y la formación del futuro príncipe de España Juan Carlos de Borbón.
El entonces capitán de navío Pedro Nieto Antúnez, gran amigo, ayudante y fiel colaborador de Generalísimo Franco, le sugirió la conveniencia de poseer una embarcación oficial de mayor porte. Franco aceptó la idea y la construcción del nuevo Azor fue encargada a los Astilleros ferrolanos de la Empresa Nacional Bazán, colocándose su quilla en el 25 de octubre de 1948. El acto de su botadura, celebrado el 9 de junio de 1949, actuando de madrina, en la ceremonia del lanzamiento, la hija del Caudillo, Carmen Franco Polo, y a la que asistieron, a pesar de que el acto no tuvo carácter oficial, las primeras autoridades de El Ferrol y la provincia. En la roda del nuevo buque resaltaba un Azor que sujetaba con sus garras el escudo de la casa militar del Generalísimo Franco.
Yate Azor en la bahía de la Coruña. Una imagen que se repitió todos los años desde 1950 a1975.
El nuevo Azor tenía un desplazamiento de 500 toneladas. Sus medidas eran: Eslora 41,38 m, Manga 7,70 m y calada 3,87 m.
Como armamento estaba dotado de dos cañones arponeros, uno de 47 mm, que era producto de la transformación de un viejo cañón Nordenfelt de 57 mm, y otro procedente de un cañón de 20 mm. Estas piezas fueron reemplazadas en abril de 1955 por un nuevo cañón arponero de 50 mm modelo Fangstkanon M/42, fabricado por Kongsberg Vapenfabrik. Constaba de una tripulación de 31 miembros al mando de un capitán de Corbeta. El interior del barco había sido ricamente decorado con maderas nobles. Franco y su esposa dormían en camarotes separados. Podía albergar a doce pasajeros distribuidos en cuatro camarotes sencillos y cuatro dobles.
Para mejorar sus capacidades marineras, entre 1959 y 1960 se procedió a realizarle una reforma, que consistió en el alargamiento de 5 metros de su eslora, añadiendo una sección de 5 m entre el puente y la chimenea, momento que se aprovechó para sustituir los motores originales por otros más potentes; se modificó la proa, se cambió el mástil en trípode por otro compacto de mayor altura y se procedió a ampliar y cerrar el puente de mando. Se aumentaron los camarotes que pasaron de ocho a doce. Su propulsión era de 2 motores diésel Sulzer 4TS29, que en 1960 fueron cambiados por dos motores diésel Sulzer
Regresando a la jornada del día 27 de agosto, miles de coruñeses se acercaron a los muelles para dar la bienvenida al Caudillo de España y a ver de cerca los navíos de guerra de la Armada española. Calles adornadas con banderas nacionales, del Movimiento y gallardetes. En las galerías y balcones lucían gran cantidad de banderas de España. Todos los barcos anclados en el puerto, así como el edificio del Real club Náutico se hallaban empavesados con banderas y reposteros. Desde primeras horas de la mañana, las calles de la ciudad fueron tomadas por bandas de música y grupos folclóricos que con sus sones, unidos al estruendo de centenares de bombas de palenque, contribuyeron a caldear de forma festiva el ambiente.
En la zona de la Dársena, Parrote y Avenidas de la Marina y Montoto, donde iba a ser recibido el Generalísimo, había sido colocados multitud de mástiles con grandes banderas de España. Enseñas Nacionales entrelazadas por cuerdas cruzaban la calle de lado, a lado. Incluso en las columnas del alumbrado público se habían colocado banderas y escudos nacionales.
En la parte posterior del teatro Rosalía de Castro, en la Avenida de la Marina, se había levantado una gran tribuna, exornada también con banderas, reposteros, el guion del Víctor del Caudillo, así como el Escudo de su Casa Militar. Dese allí el jefe del Estado presenciaría el desfile de las fuerzas del Ejército que le rendirían los honores militares correspondientes.
Mucho antes de las cinco y media, hora que se había señalado para la entrada del Jefe del Estado en la capital, la Dársena y en general todo la zona del puerto y lugares inmediatos estaban materialmente ocupados por el pueblo coruñés, que asimismo se habla situado en balcones y galerías de edificios oficiales y casas particulares.
Entre la multitud se hallaban niñas y niños de las escuelas nacionales y los acogidos en Centros benéficos; el Frente de Juventudes, la Sección Femenina, la Vieja Guardia, Guardia de Franco y afiliados al Movimiento, así como los universitarios que se hallaban acampados en el albergue que el S.E.U. tenía instalado en Bergondo, y el coro regional “Cantigas da terra”.
A partir de las cinco fueron llegando ante las escalinatas de la Dársena las primeras autoridades y representaciones. El capitán general de la región, teniente general Delgado Serrano: gobernador civil y jefe provincial del Movimiento, señor Hierro Martínez; alcalde de la Coruña, señor Molina Brandao; gobernador militar, general Mariñas Gallego; presidente de la Diputación provincial, señor Delicado Marañon; almirante jefe del Arsenal Militar de El Ferrol del Caudillo, Vicealmirante Bustamante; presidente de la Audiencia territorial, marqués de Caballero y otras autoridades civiles y militares.
A medida que avanzaba la tarde, el movimiento de gentes por las calles fue en aumento con centenares de gentes llegadas desde todos los puntos de la región con la intención de participar en el recibimiento al Jefe del Estado. Al frente, venían los alcaldes y jefes comarcales y locales del Movimiento. Todos los Ayuntamientos de la provincia da La Coruña enviaron nutridas representaciones. Bandas de música, grupos de gaitas, y varios vehículos provistos de altavoces, recorrieron calles y avenidas, interpretando marchas militares, música patriótica y regional. La multitud, pese a la fuerte lluvia que caía sobre La Coruña, fue afluyendo hacia la Dársena, Avenidas de Montoto, Marina y los cercanos Cantones, que se convirtieron en un hervidero de gente.
A las cinco y media de la tarde, el estampido de potentes bombas de palenque anunció, la proximidad del crucero Almirante Cervera, a bordo del cual venía el Caudillo, así como de los demás buques de la Escuadra española, que le daban escolta. Junto a ellos el flamante yate Azor
1950 El Caudillo de España pasa revista a la compañía de Honores, situada en la avenida de la Marina de la Coruña.
La emoción y el júbilo populares se exteriorizaron en grandes explosiones de entusiasmo patriótico. A esa hora, incluso el sol logró romper la cerrazón de las nubes e instantáneamente cesó de llover.
A las 5’35, el crucero Almirante Cervera pasaba frente al castillo de San Antón, a toda máquina, y llegaba al muelle coruñés. En la torreta de mando viajaba el Jefe del Estado. El buque arbolaba la insignia del Caudillo y la tripulación formada en cubierta. A continuación del crucero entraron los destructores “Jorge Juan” y “Almirante Antequera” y el cañonero “Hernán Cortés”, que llevaba a bordo al capitán general del Departamento Marítimo de El Ferrol del Caudillo, almirante Salvador Moreno Fernández
Desde el “Hernán Cortés” se dispararon las salvas reglamentarias, para rendir honores al Jefe del Estado.
A las seis menos veinte, las salvas del crucero Almirante Cervera anunciaron que el Caudillo embarcaba en la gasolinera del buque, que había de conducirle a tierra. Muy pronto se vio acercarse a la escalerilla de la Dársena a la gasolinera en que venía el Jefe del Estado. La embarcación traía una gran bandera Nacional y el guion del Caudillo. Detrás, seguían, otras embarcaciones de la escuadra, y una multitud de diversos tipos, repletas de público que vitoreaban al Caudillo.
Al entrar en el interior de la Dársena la falúa en donde venía el Caudillo, todas las campanas de la capital se echaron al vuelo, mezclándose su repique con la fuerte estampida de las salvas de ordenanza de los buques de guerra, las bombas de palenque que se disparaban desde tierra y las aclamaciones y gritos de ¡Franco! ¡Franco! ¡Franco!, y los vítores a España.
El Generalísimo Franco al desembarcar fue recibido en la escalerilla de la dársena por el ministro del Aire Teniente General González Gallarza. Con el Generalísimo venían el ministro de Marina, almirante Regalado; el jefe de su Casa Militar teniente general Martín Alonso; el segundo jefe contralmirante Nieto Antúnez, , así como los ayudantes de servicio y el comandante de Marina de La Coruña, Capitán de Navío Fontenla Maristany.
El Caudillo preside el desfile en su honor en compañía de los ministros de Marina Almirante Regalado y del Aire Teniente General González Gallarza.
En otras embarcaciones llegaron el almirante Salvador Moreno Fernández, capitán general del Departamento marítimo de El Ferrol, y otros jefes de la Armada.
El Jefe del Estado, que vestía uniforme blanco de capitán general de la Armada y lucía sobre el pecho la Cruz laureada de San Fernando, fue cumplimentado, en primer lugar, por el alcalde de La Coruña, señor Molina, que le dio la bienvenida en nombre de la ciudad. A continuación, recibió el saludo de las restantes autoridades y personalidades. El entusiasmo y el fervor populares no cesaron en ningún instante
El Caudillo, después de pasar revista a una compañía de honores del Regimiento de Infantería Isabel La Católica 29, con Escuadra, Bandera, banda y música, se situó, acompañado por las primeras autoridades, en una tribuna donde lucían el guion del Jefe del Estado y un gran Víctor y que se hallaba situada en la avenida de la Marina a la altura del Teatro Rosalía de Castro desde donde presenciaría, acompañado por los ministros de Marina, Almirante Regalado y del Aire, Teniente General González Gallarza, el desfile de las fuerzas que habían rendido honores.
Antes de comenzar el paso de las fuerzas, y una vez que el Caudillo ocupó el lugar preferente de la tribuna, hubo de corresponder varias veces a las impresionantes manifestaciones de adhesión popular. Él gentío, agitando sus pañuelos al aire, no cesó en sus gritos de ¡Franco!, ¡Franco!, ¡Franco! y vítores al Caudillo.
Al terminar el desfile, de nuevo el Jefe del Estado se vio obligado a saludar repetidas veces a la muchedumbre. Al bajar de la tribuna para subirse a un coche descubierto, el público entonó el Cara al Sol, dando los gritos de ritual el propio Generalísimo Franco. De seguido se subió al vehículo oficial acompañado del alcalde de la Coruña Alfonso Molina, iniciando la marcha por la Avenida de la Marina y los Cantones, para dirigirse al Pazo de Meirás,
En los Cantones, cuyas obras de reforma y ampliación se habían terminado unos días antes, las aclamaciones y los gritos de ¡Franco! ¡Franco! ¡Franco!, alcanzaron una gran intensidad. En el palco de la música del Relleno se hallaba la Banda Municipal de muisca de la Coruña, que interpretó al paso del Caudillo el himno Nacional.
El Caudillo de España Francisco Franco a bordo del yate Azor
En otros coches seguían las autoridades coruñesas, que llevaban ramos de flores para ofrecer a doña Carmen Polo, esposa del Jefe del Estado, quien llegaría a Meirás por carretera procedente de Oviedo.
Mientras en la bahía coruñesa quedaba fondeado el nuevo Yate Azor, que a partir de esa fecha continuaría arribando a La Coruña todos los veranos hasta 1975, año en que fallecería el Invicto Caudillo Franco.
Tras ello, el Azor fue utilizado como patrullero de vigilancia de costa y pesca, buque de salvamento, como apoyo a la unidad de buceo del Departamento Marítimo del Cantábrico y en operaciones de bautismo en el mar.
En julio de 1985, el presidente del Gobierno, el socialista Felipe González y su esposa, Carmen Romero, protagonizaron a borde de él un mini crucero por aguas portuguesas y españolas. González, embebido en su arrollador triunfo electoral de octubre de 1982, con un desmedido culto al ego personal, quiso utilizar el barco para demostrar que en España mandaba él, y que Franco, una vez muerto, había sido definitivamente derrotado. ¡Que valentía!
El sevillano cometió un tremendo error, Su operación de marketing falló estrepitosamente. Lo que en principio se diseñó como un acto de propaganda le costó numerosas y encendidas críticas. Tanto desde la derecha como la izquierda. El partido comunista de Santiago Carrillo lo consideró una provocación a las izquierdas. Su hombre de confianza, su mano derecha, Alfonso Guerra en su libro “Dejando atrás los vientos” publicado en 2006, dejó escrito acerca del asunto que fue el primer error del entonces presidente del Gobierno. Según Guerra, este le pidió que no lo hiciera, pero el presidente González le contestó que “el patrimonio del Estado no podía ser ignorado porque lo hubiese utilizado un gobernante autoritario”. Y allí embarco con su hermana Lola, el marido de esta, Francisco Palomino y el secretario general de Pesca, Miguel Oliver, recogiendo a Carmen Romero en la localidad costera lusa de Portimao y finalizando la travesía en Punta del Moral en la localidad onubense de Ayamonte. Fueron tantos los reproches que Felipe González nunca más volvió a subirse al Azor,
El Azor fue dado de baja en la Armada, en abril de 1992, en un acto presidido, en el Arsenal Militar de El Ferrol, por el vicealmirante Rafael Martí Narbona. Su último comandante fue el capitán de corbeta Francisco Reina González Novelles, quien se encargó de arriar la Bandera Nacional del histórico yate.
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