19/09/2024 23:22
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Decía Jesús que solo Satanás es capaz de llamar Satanás a los enviados de Dios. La hipocresía trastoca la moral del incauto y complace en la mentira al pobre de espíritu. El problema de los españoles es el relevo del engaño, santificar la maldad y condenar el normal devenir de la convivencia pacífica. Los adeptos que encuentra el socialcomunismo en esa cantera de obtusos esperanzados, nuevas generaciones lobotomizadas por baratas arengas de indignación contra el sistema, no se molestan en conocer por sí mismos la historia de los embaucadores que han sometido con la farsa de la justicia social a tantos países arrasados por la miseria.

 
La fiesta del comunismo si reivindica los logros de la desolación no es democracia. Cuatro ministros de esa infame radicalidad arengaron el pasado fin de semana a una informe masa de mendicantes que saben de ideología como método de prosperidad personal. El colectivo de un mal reiterado por la ignorancia de nuevas generaciones y viejos conocidos del dispendio parasitario al servicio de la manipulación. Todo lo ajeno al banquete radical es demonizado como sucede con VOX tildado de ultra. Pero la hipocresía es tan latente en la marrullería que ya resulta nauseabundo colar el mosquito y tragar el camello, modus operandi del comunismo para disimular sus muchas miserias y maldades. 

 
¿Cuántas veces han puesto el grito en el cielo, el que se toma al asalto, para luego hacer mutis por el foro? Hipócritas de viejo cuño refrendado por malévolas regeneraciones de parásitos reescribiendo una historia criminal de la siempre siniestra para santificar ancestros de la misma intención de latrocinio. Hipócritas de escándalo callejero para soliviantar la paz social, si no son los que despilfarran desde el poder después de engañar a incautos. La declaración de intenciones es fácil en democracia cuando dicen respetar la ley si es conveniencia de sectarios intereses ; en caso contrario el tumulto y la violencia son instrumentos de ideología revanchista anatematizando la normalidad para imponer el desorden público. Cuando las urnas los expulsan se organizan en manada carroñera para trabar el devenir democrático que se impulsa desde el sacrificio colectivo, después de que la minoría debilite los pilares de la sociedad que desgobernaron. 

 
Hipócritas organizados por segmentos, sindicados por la misma sed de codicia con manuales de campo para destruir el equilibrio institucional que garantiza la paz, prestos a la fullería, al engaño de las masas que se intentan adoctrinar en origen atentando contra la inocencia de los niños. Hipócritas que reivindican víctimas de una historia desvirtuada y lejana para olvidar a los sacrificados por verdugos blanqueados, verdaderos asesinos, cómplices del beneficio tabernario por sangre derramada cobardemente en tiempos de paz. 
 
Hipócritas en organización mafiosa con apariencia de servicio a España. Los muchos enemigos de la honra acechan desde las poltronas para debilitar los esfuerzos constructivos de una ciudadanía bajo el yugo de los inútiles. Y si fuera solo la inutilidad, con la carencia de honra se multiplica la impunidad de lo malvado, la inmoralidad como premisa de ventajismo, la ausencia de elemental conciencia sustituida por el abisal instinto de la más perversa avaricia. 
 
No hay fiesta de la democracia cuando manifiestan cínicamente los «avances» que provocaron cien millones de muertos en el mundo. El mal es así de ignorante y reiteradamente oportunista. 

Autor

Ignacio Fernández Candela
Ignacio Fernández Candela
Editor de ÑTV ESPAÑA. Ensayista, novelista y poeta con quince libros publicados y cuatro más en ciernes. Crítico literario y pintor artístico de carácter profesional entre otras actividades. Ecléctico pero centrado. Prolífico columnista con miles de aportaciones en el campo sociopolítico que desarrolló en El Imparcial, Tribuna de España, Rambla Libre, DiarioAlicante, Levante, Informaciones, etc.
Dotado de una gran intuición analítica, es un damnificado directo de la tragedia del coronavirus al perder a su padre por eutanasia protocolaria sin poder velarlo y enterrado en soledad durante un confinamiento ilegal. En menos de un mes fue su mujer quien pasó por el mismo trance. Lleva pues consigo una inspiración crítica que abrasa las entrañas.
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