Horas después de improvisar una cena primaveral en la chimenea del hogar que no se encendió durante este invierno, me levanto a las 3:30 de la madrugada al comprobar que la electricidad vuelve a formar parte elemental de nuestra vida. En unas horas hemos sido conscientes de la importancia de la energía en nuestras existencias. ¿Un segundo experimento después del covid de sometimiento a emergencias causadas con propósito siniestro? Las hipótesis siguen abiertas: desde un raro fenómeno atmosférico que quizá llegue para justificar el modelo climático e impositivo de explotación sin límites a los ciudadanos, hasta un hackeo del tremendamente malvado Wladímir Putin que justifique el incremento del gasto militar. En cualquier caso, somos títeres movidos por los hilos que manejan a su antojo ineptos y satánicos responsables de nuestra supervivencia.
¿Qué pensar después de lo padecido con esta gentuza dispar que sigue al frente de un gobierno desnortado, malévolo e inútil? Parece que nos han pillado a contrapié con otra de esas sorpresas terroristas pergeñadas en siniestros despachos, quizá globalistas. Y no deja de parecer que estamos dirigidos por infructuosos puteros, drogadictos, delincuentes y pícaros de baja calaña. ¿Qué ha pasado en esta España asediada donde todo es posible con el ocupa de La Moncloa por mor de fraude electoral que investiga la Guardia Civil? No hay límites.
Durante un lapso de incertidumbre hemos comprobado lo indispensable que es la electricidad. Sin ella no somos nada colectivamente en tanto en lo personal dependemos también, en demasía, de las comunicaciones de nuestros móviles. Ni energía, ni comunicación, hemos asistido a las dependientes impotencias de la carencia de recursos que nos provee nuestro colapsado, en todos los sentidos, mundo civilizado que desde que desgobierna el socialcomunismo se ha transformado en un esperpento de ingeniería social cada vez más asilvestrado; más corrupto y caótico. Estas horas pueden que las usen como arma arrojadiza para someternos a una agenda todavía más siniestra que la 2030. ¿Cambio de planes o todo va como está trazado? ¿La estrategia de un atentado masivo contra la seguridad de los hogares, las ciudades y los países para usar la lógica de la imposición con falacias climáticas o la necesidad de rearmarnos por ataques supuestos ataques cibernéticos? Hemos perdido la consciencia de la realidad por permitir tantas farsas alevosas sin revolucionarnos de indignación.
¿Apagón después de recomendar la Unión Europea una mochila de emergencia por si acaso? Gato encerrado ¿Nos han cortado la luz porque hay una morosidad de alto nivel desconocida?¿Ataque cibernético? ¿Quieren demostrarnos por qué imponer medidas de restricción de libertades?¿ Hackeados y en manos de chantajistas globales? La gente formula todo tipo de hipótesis en estos tiempos extraños donde todo parece posible. Red Eléctrica- a la que Sánchez ha llamado operador privado siendo el Estado el mayor accionista y del PSOE su presidente-comunica que la causa del apagón ha sido la pérdida de 15 GW de generación en sólo 5 segundos; un 60% de la demanda del suministro habitual se perdió en cinco segundos. Habrá versión oficial y otras que difieran de ella, cuando los denominados bulos suelen ya ser más coherentes que la imposición de la tibia verdad de los manipuladores.
A Sánchez le viene bien cualquier golpe de efecto para dejar impune su paso criminal. Igual decreta el estado de emergencia nacional sine die y se nos enquista un delincuente que ya debería estar siendo juzgado. Con cada una de estas trapisondas se rebaja la dignidad de las personas. Nos habituamos a que el asesinato masivo del 2020 quede impune y sea usado como arma arrojadiza contra el contendiente político por parte de los mismos homicidas. Normalizamos el quedarse atrapados sin esperanza en un ascensor o entramparse con los trenes del metro a oscuras en los túneles, o una riada que arrasa a cientos de miles de personas no avisadas a las que, además, se prohíbe ayudar. Suma y sigue de estas aberrantes irregularidades con tintes apocalípticos. Y permanecen mandando los causantes del mal, incluso investigado el grueso de un desgobierno cuajado de corruptelas. Se diría que Satanás está desatado sobre la tierra y cuanto más miro con nausea a este desgobierno de corruptos, holgazanes, puteros y desalmados, más convencido estoy de tal percepción holística.
Seis horas después comparecía Sánchez para no decir nada. Si se sospecha de la intencionalidad y que el sátrapa sabía lo que iba a suceder, igual no está alejado de la realidad, máxime cuando advierten que sólo hay que creer lo que se diga oficialmente. Lo «oficial» es, paradójicamente rastrero, la mayor maquinaria del bulo contra la verdad. Como cuando el terrorismo «plandémico» del 2020. Las elucubraciones son muchas, no obstante la gente alarmada ha tenido oportunidad de hacer corrillos en masa y comentar sobre lo que ha causado un apagón general de energía. Lo cierto es que después de años nefastos con el criminal Pedro Sánchez, comandando un gobierno sectario contra la mayoría de los ciudadanos y la propia España, la oscuridad, los males devenidos de voluntades inicuas han sometido nuestro país a una prueba de paciencia comparable a la de otrora tiempo, tiempos de sombras, que con el sanchismo son comunes en el presente de los españoles y el oscuro horizonte de la expectativas más pesimistas….
Lo que nos faltaba es un literal apagón energético, un caos para 48,35 millones de personas que durante horas han estado a merced de la más básica improvisación de supervivencia sin saber qué es lo que ha pasado, para sumergirnos en un colapso sin parangón; salvo los trágicamente vividos cuando los valencianos fueron arrasados por la apertura abrupta de las compuertas de unas presas, cuyas aguas provocaron un tsunami durante una gota fría.
¿En manos de quién estamos? De corruptos, seguro, y de ineptos. En todo el mundo. Si a ello se añade la falta de empatía y la malicia, por mucho que se restablezca la luz, esta España secuestrada por un todavía impune Pedro Sánchez seguirá en sombras hacia mayores oscuridades.
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