Me la presentó Xavier Miserachs en La Lluna de Begur a principios de los noventa, una lluviosa Semana Santa.
Ella estaba de espaldas, dentro de la barra, bajo el techo abovedado, metida en faena, preparando apresuradamente unos gin tonics.
El mito en carne mortal.
Al volverse saludó afectuosamente a Xavier. Eran viejos amigos. Y a renglón seguido, Miserachs me presentó:
– Es Miguel, un amigo de Madrid.
– ¿Madrileño?- exclamó ella-. La mejor «raza» del mundo.
A su lado también se empleaba a fondo, en el concurrido local que tenían en la Costa Brava, su marido, Craig Hill, un actor californiano al que conoció durante el rodaje de una película en Italia.
Fue precisamente Xavier Miserachs quien inmortalizó a Teresa Gimpera en el célebre pasquin de Bocaccio, sexy y desenfadada -la melena suelta y los ojos vivarachos-, con el logotipo de la mítica boite sellado en la piel.
Teresa Gimpera, Xavier Miserachs y Oriol Regás fueron los fundadores de Bocaccio, el templo de la Gauche Divine, el abrevadero de la crema de la intelectualidad catalana, noctámbula y mundana, ubicado en el subsuelo de la calle Muntaner, donde hoy se alza el Hotel Catalonia Barcelona 505.
Las ciudades son como palimpsestos en las que unas edificaciones se yerguen sobre las demolidas pero permanece vivo el espíritu de quienes las ocuparon.
En realidad había sido Oriol Maspons quien con su cámara Nikkon catapultó al estrellato a esa veinteañera de complexión nórdica -aunque natural de Igualada-, espigada y rubia, que lucía unas piernas largas y torneadas, allá por el año 61, en un spot de «Vim Clorex».
Oriol Maspons tenía dos debilidades: los perros.
– No hay ninguno feo- me dijo en cierta ocasión.
Y las mujeres guapas.
Fotografió para Interviú a las más despampanantes de España.
Como no podía ser de otra modo, su mujer, Coral, era una belleza, además de dulce y bondadosa.
– Eres la Catherine Deneuve catalana- le decía yo cuando coincidíamos en algún sarao.
– ¡Exagerado!
– Esta bien, pues del Maresme- bromeaba entonces uno, porque ella era de Mataró.
Y Coral sonreía halagada.
Hasta la persona menos vanidosa del mundo, si no se traga un piropo, al menos lo paladea, decía Luis Calvo, que fue director de ABC en los cincuenta.
Con la muerte de Teresa Gimpera también muere algo de mí, y de aquella Barcelona olímpica que me robó el corazón, abierta, acogedora y cosmopolita, cuando en las emisoras de radio de toda España sonaba a todo trapo «Amigos para siempre», la jacarandosa rumba de Los Manolos y -¡ay!- reinaba la armonía entre Madrid y Barcelona hasta que unos politicastros aldeanos pusieron sobre ella sus sucias manos…
-¿Madrileño? La mejor «raza» del mundo…
Miguel Espinosa García
de Oteyza
Autor
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Miguel Espinosa García de Oteyza es licenciado en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid.
Ha desarrollado su actividad profesional en la Bolsa, la Banca y la Empresa.
Hijo del que fuera ministro de Hacienda de Franco, Juan José Espinosa San Martín, Miguel es también autor de tres libros. El más reciente, "Mi tío robó los diarios de Azaña y otras historias familiares".
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MUY GUAPA ERA TERESA, ACTRIZ Y PRESENTADORA D.E.P