27/09/2024 14:21
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Pues sin darnos cuenta nos estamos metiendo en el año 23 del presente siglo y la placidez de los años pasados está dando paso a un convulso escenario con guerras, inflación y desempleo. Lo más preocupante es que según todos los indicios se avecina una grave crisis que puede cambiar la faz de la tierra y de paso a nuevas formas de gobierno inéditas hasta ahora.
 
En nuestra Europa decadente la inquietud es máxima. Se acerca un escenario ideal para que aparezca un hombre nuevo a poner orden. Tras los intentos de Napoleón y Hitler por unir el continente, puede que a esta tercera ocasión sea la vencida y aparezca el César vaticinado por Spengler. 
 
Muchos son los retos a los que ha de hacer frente Europa. Y no parece que nuestros pusilánimes políticos actuales sean capaces de hacerles frente. A la voracidad depredadora de nuestras actuales élites habrá que ponerle freno. A las ambiciones magrebíes también. El colapso económico habrá de ser tratado con energía. A la decadencia moral habrá de presentarle un proyecto sugestivo de rearme espiritual.  
 
Y no vemos entre los líderes actuales a nadie con el vigor y el carisma necesario para ello. Quizás a Viktor Orbán. Pero ya se están encargando los burócratas de Bruselas de tenerlo atado de pies y manos para que no pueda hacer nada.
 
La rueda de la historia no se detiene por mucho que nuestros progres deseen lo contrario. En toda Europa hay un despertar que si bien da esperanzas no es lo suficientemente radical como para poner coto a lo que se nos viene encima. Se necesita mucha visión de futuro y mucha audacia para revitalizar el continente.  La fábrica de vagos y quejicas en que ha devenido este ha de transformarse en un nuevo solar que produzca una marea de hombres con sentido de misión.
 
Antes de que la raza blanca desaparezca hay que poner remedio al envejecimiento poblacional y al desastre demográfico. Para ello es necesario una visión larga y no cortoplacista. Una visión que mire por las generaciones venideras y no por las próximas elecciones.  El aparato de propaganda woke ha de ser desmontado en primer lugar. Y dar paso a la defensa de la vida. Nos va en ello la supervivencia.
 
Un nuevo César. Es lo necesario para llevar a cabo la titánica tarea. Y un pelotón de soldados dispuestos a fecundar con su sangre las viejas tierras europeas.  Pues la batalla se avecina. Nuestros adversarios son cada vez más fuertes y nuestros enemigos nos desafían constantemente. El actual pensamiento débil ha de ser borrado del mapa y dar paso a la nueva Europa. Una Europa cristiana con familias que quieran tener hijos. Los suficientes para ofrecerles algunos a Dios y al César para llevar a cabo el grandioso proyecto regenerativo.
 
Así pues se han de acometer reformas de calado superior. No podemos dejar que la industrialización se desplace al sureste asiático. Debemos dejar de ser un parque temático y de ocio para pasar a ser de nuevo la vanguardia de todas las tecnologías.  Hay que arreglar la dependencia alimentaria y energética también. No puede ser que estemos en riesgo de hambruna en cuanto otros países decidan cortarnos los suministros.
 
El imperio de los mil años ha de venir de la mano del nuevo César. Se habrá de contener la invasión africana. Los nuevos bárbaros habrán de pensárselo dos veces antes de decidirse a pasar de nuevo los estrechos. Esto es impopular decirlo hoy día en España pero es lo que hay. Si no, la raza blanca fenecerá.
 
Y con ella la tradición cristiana occidental.  Que es lo peor que nos sucede. Es necesaria por tanto una nueva evangelización también. Y que nuestros vacíos jóvenes encuentren de nuevo sentido a sus vidas y dejen de suicidarse. Los espíritus han de llenarse de ideales para poder llevar a cabo la gran misión.  Basta ya de llenar las cabezas de nuestros niños y jóvenes de basura.
 
En fin, aunque me tiden de loco, creo que el nuevo amanecer europeo será pronto. Como dije en mi anterior artículo la podredumbre y el hedor han llegado a tales niveles que por fin Europa está despertando.  ¿Para cuándo la península ibérica? Supongo cuando aparezca entre nosotros un líder digno de tal nombre.
 
Que expulsara a los demagogos y al comunismo de Iberia y de Sudamérica. Que le devuelva la libertad a nuestros hermanos de Cuba, de Nicaragua de Venezuela…y que vuelvan a ser países cristianos y de valores.
 
Los tiempos están cambiando. Nuevos peligros nos acechan y los Estados Unidos no podrán pararlos. Tendremos que tomar las riendas de nuestro destino de una vez.
De la mano de un nuevo cesarismo. Es la hora de los hombres con convicciones y con valores.
 
Sale el sol entre las nubes. Las lluvias han pasado. Me voy a terminar la siembra. Dara su cosecha en Agosto. Ojalá que todos nuestros esfuerzos den pronto fruto y veamos hecho realidad todo esto que presiento. Por más que nos ninguneen, por más que nos censuren, por más que nos intenten tapar la boca, el tiempo nos da la razón y nuestras esperanzas están a punto de colmarse.
 

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REDACCIÓN
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