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El pasado 16 de septiembre, el señor Iñigo Urkullu, presidente de la llama Comunidad Autónoma Vasca realizó las siguientes declaraciones: “reintegración foral, es decir, derogar definitivamente las leyes de abolición de los fueros y retornar a la soberanía anterior a 1839”. Todo con el objetivo de relanzar, según él, la “nación vasca”.

Al respecto de estas declaraciones, habría que aclarar lo siguiente:

Los Fueros vascos no existieron nunca como tales, sino que existieron los del Señorío de Vizcaya y los de las provincias de Guipúzcoa y Álava, regidos cada uno por normas propias. La restauración de los fueros solicitada por el Sr. Urkullu conllevaría, si se restauraran, la desaparición de ese ente artificial creado por Sabino Arana llamado “Euzkadi”
Los fueros tradicionales del Señorío de Vizcaya y de las provincias vascongadas fueron suprimidos definitivamente en la Ley Abolitoria de Fueros de 21 de julio 1876, promovida por Cánovas del Castillo en un clima de cierto revanchismo tras el final de la Tercera Guerra Carlista.

Iñigo Urkullu y el PNV, una vez más, demuestran su ignorancia de la Historia. Los vascos, en su inmensa mayoría, fueron fieles defensores de sus fueros, de sus instituciones y de sus tradiciones, durante el siglo XIX y gran parte del XX, gracias al Carlismo. Un movimiento político verdaderamente popular católico, español, foralista y monárquico. La antítesis perfecta al PNV y no digamos de esa escisión del PNV que fue la ETA.

Ni la Constitución de 1978 con su Estado de las Autonomías, ni los centralismos absolutistas y liberales, ni los separatismos, dan una solución válida a la cuestión territorial. Sólo volviendo la mirada sobre nuestra Historia y nuestra Tradición, se puede encontrar la fórmula que armonice la unión con la diversidad de los pueblos de España, de las Españas.

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Eduardo José Hernández López