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No me gusta insultar a nadie, ni lo pretendo. Ahora bien, las realidades se definen mediante conceptos y es necesario que los apliquemos con propiedad en nuestra relación con los demás y con nosotros mismos. Los conceptos son imprescindibles para el ejercicio de nuestra racionalidad y para caminar hacia la armonía personal y social.

Recientemente entré en conocimiento de un término nuevo, la agnotología, que no aparece en el diccionario de la Real Academia Española, aunque sí en Wikipedia. Tiene una definición precisa y muy válida para nuestro día a día, si queremos seriamente contribuir a que la verdad se abra paso. La agnatología se define como “la ignorancia o duda culturalmente inducida, especialmente mediante la publicación de datos científicos erróneos o tendenciosos”. Dado que todos publicamos ideas, tanto cuando lo hacemos a través de un medio público como cuando hablamos con los demás, todos podemos caer en la agnotología, si lo que decimos o escribimos contiene datos erróneos o tendenciosos, sea por malignidad o por ignorancia. De ahí la importancia de ser mesurados y objetivos al formular nuestras opiniones. Si no lo hacemos podemos causar daño a las personas al llevarlas hacia el error.

El socialismo es uno de los temas de conversación política en nuestra España. Muchos líderes e intelectuales son proclives a situarlo en el lado de la justicia, de la libertad y de la solidaridad. Esto lo hace atractivo para el buen corazón de muchos y promueve su llegada al poder político, hasta que conduce al fracaso social y económico. Entonces se opta por la derecha porque se la considera mejor impulsora de la economía y por tanto del empleo y del nivel de vida general. Sin embargo, como no se ha hecho un análisis de la esencia del socialismo, más tarde se vuelve de nuevo a él en aras de una presunta mayor justicia y de una mayor solidaridad. El término socialista sigue, aparentemente, siendo una plataforma atractiva, en especial para los jóvenes.

Pues bien, es hora de que definitivamente se haga un esfuerzo para poner en evidencia lo que es la realidad del socialismo. Gorbachov, secretario general del partido comunista soviético desde 1985 a 1991, inició un camino de apertura que llevó a la liberación de los países de Europa del Este, simbolizada, por la caída del Muro de Berlín en 1989. Después, en 1991, tras el fracaso del golpe de Estado que dieron contra él la KGB, el Ejército y el Partido Comunista, cayó el socialismo en la URSS, aunque sus resabios culturales totalitarios e imperialistas, tras más de 70 años de dictadura, aún persisten en la entraña de la sociedad rusa actual y de su líder Vladimir Putin.

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Sin embargo, el propio Gorbachov, en su proceso de desmontaje del socialismo en la URSS, publicó a finales de 1987 su libro Perestroika, en el cual elogiaba al socialismo. Sus frases se referían a la historia de la sociedad soviética desde 1917, lo que incluía las épocas de Lenin, Stalin, Kruschov, Breznev y Andropov. Decía Gorbachov “El socialismo, en tanto que forma de vida sincera y sistema de organización social muy joven, posee enormes posibilidades todavía sin utilizar” “La claridad es un atributo del socialismo” “El comunismo contiene un enorme potencial de humanismoEl partido desea que todos los ciudadanos manifiesten confiadamente su opinión desde esta tribuna” “Abogamos por un diálogo amplio, por la comparación de opiniones y por el debate y la discusión” “El socialismo debe mostrar plenamente el dinamismo de sus sistemas político y económico como un medio humano de vivir

¿Creía Gorbachov en sus palabras? Posiblemente sí. Era consciente de la realidad represiva en que vivían los ciudadanos soviéticos, pero creía que dentro del socialismo cabía realizar un profundo cambio. Sin embargo, la democracia, al irse asentando en los países de Europa del Este, ha repudiado rotundamente el término socialista por haber tenido, por experiencia propia, conocimiento de lo que era la realidad del socialismo marxista. En los países nórdicos y del centro de Europa, el término socialista, cuando se mantiene, se ha transformado en socialdemócrata, para rechazar al marxismo. Se consideran herederos de Eduard Bernstein, que fue perseguido por los propios Marx y Engels y por otros conocidos socialistas marxistas como Rosa Luxemburgo.  Esa toma de posición quedó muy clara cuando, hace ya casi 70 años, la socialdemocracia alemana, el 15 de noviembre de 1959, en su congreso extraordinario de Bad Godesberg (Alemania) renunció al marxismo como ideario político y aceptó la economía de mercado, tirando a la basura El Capital, la obra cumbre de Marx y Engels.

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Hoy en España, aunque Felipe Gonzalez eliminó en 1979 el ideario marxista de los Estatutos del PSOE, siguen existiendo muchos socialistas marxistas y muchos otros que consideran que la ideología marxista y el comunismo son agua pasada. Eso da lugar, como es el caso del presidente Sánchez, a coaligarse sin remilgos con comunistas, tener una ministra que acaba de prologar elogiosamente una nueva edición del Manifiesto Comunista y callar vergonzosamente ante la activa represión que en nombre del socialismo (socialismo o muerte) se ejerce en Cuba. ¿Dónde queda entonces la relación del socialismo con la justicia, la libertad y la solidaridad?

Hay que liberarlos de sus errores, hay que animarlos a que sean capaces de colocarse una camiseta en la que en lugar de la efigie del Che Guevara aparezca el eslogan “El marxismo es una ideología criminal”. Ese camino de liberación incluye también el explicarles que en nuestra trágica Guerra Civil, el lado rojo, imbuido del marxismo, cometió muchos más crímenes y mucho más crueles que los que ocurrieron en la zona nacional. Asimismo, es necesario hacerles conscientes de que China comunista también ha tirado a la basura El Capital de Marx, en un proceso que comenzó en 1978.

El siglo XXI puede abrir una era de prosperidad y de paz mundial, pero para ello nuestras sociedades deben dejar de lado la mentira en la política y promover la ejemplaridad. Pero eso no será posible sin ser primero conscientes de la mentira totalitaria marxista y después capaces de repudiarla sin ambigüedad. Al igual que el nazismo, el socialismo marxista debe ser enviado al basurero de la historia, liberando así a muchos socialistas de buena fe del engaño en que se encuentran.

 

Autor

Enrique Miguel Sánchez Motos
Administrador Civil del Estado.