22/11/2024 00:39
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La situación sanitaria del coronavirus no da para inútiles y ociosas batucadas ni bailes famélicos ni pijaditas propias del Ministerio de “Niñatas y Niñeras”.

Es una insensatez hacer manifestaciones el 8-M.  A la vista de lo sucedido en 2020, celebrar el Día Internacional de la Mujer con manifestaciones es una estupidez galopante y una muestra de irresponsabilidad sin precedentes. ¿Acaso el Día de la Mujer no es todos los días del año, incluido el Día de San Valentín? ¿Cuándo se celebra el día del hombre o por qué no se celebra? ¿Nos hemos vuelto locos? ¿O es que las neuronas sólo han dejado de funcionar en las ‘feminosequé’? Tenemos un Ministerio de “Niñatas y Niñeras” que aún no sabemos para qué sirve; ese ministerio ni siquiera sabe escuchar, pero sí decir brutalidades a diario: “Sólo las obras dan fuerza a la vida”, decía Jean Paul Richter.

En año pasado, el 8-M fue denominado a toro pasado como la fiesta de la infección, la irresponsabilidad, la indignidad, la muerte y la mediocridad. Acabaron infectadas la analfabeta política y ministra de Igual-Da, la barragana de Sánchez ’Plagio’ y fallecieron algunas viejecitas de las que iban en primera fila. No hemos de ocultar el ridículo de los guantes azules que portaban algunas ministras como Calvo. ¡Hasta la ministra Darias se metió en la boca del lobo y este año está acobardada por si se autorizan irresponsables manifestaciones!

¿Acaso pretendemos este año celebrar la misma mezquindad? Nadie apoya tal despropósito, salvo adocenados venidos a menos, degenerados y piltrafas: ahí tienen a ‘Chinchenique’, a quien se suman organizaciones ‘femis’ que viven de la mamandurria y parásitos que han sido incapaces de opositar, trabajar o producir por su cuenta. Ya decía Miguel de Cervantes que “sobre el cimiento de la necedad no asienta edificio ningún cuerdo”.

La situación sanitaria del coronavirus no da para inútiles y ociosas batucadas ni bailes famélicos ni pijaditas propias del Ministerio de “Niñatas y Niñeras”. Institucionalizar la vergüenza y la mediocridad es propio de tiempos decimonónicos. Hoy no podemos caer en sandeces y, muchos menos, en provocaciones que causan miles de muertos. ¿Cuántos muertos vamos a achacar a la analfabeta ministra de “Niñatas y Niñeras”? Nos resignamos hace un año, pero no debemos hacerlo ahora. Y si hay que correr a gorrazos, o a ‘yoyas’, al mundo feminista pues se hace y punto. Lo primero es la salud de cuarenta y siete millones de ciudadanos. Y si llegara a autorizarse alguna manifestación de esas, como lo ha hecho el delegado del Gobierno en Madrid, se habrán ido al carajo todo tipo de prohibiciones: podremos no volver a respetar los antojos y caprichos de los políticos. La ley de la selva será justa por el hecho de la igualdad y la justa reciprocidad.

En España tenemos el nivel más bajo de políticos, pero el nivel más alto de putrefactos populistas. Sólo la Agenda 2030 es capaz de aventar tanta porquería en nombre de Soros y sus acomplejados seguidores, así como otros ‘muertos vivientes’. Nunca habíamos llegado a estos niveles de podredumbre humana. Lo peor que puede suceder a un colectivo es que sus dirigentes sean inútiles, pero trabajadores sin método ni orden, porque extenderán esa inutilidad hasta niveles insospechados, volviendo locos a quienes están obligados a obedecer. “Si sólo los políticos y los científicos fueran un poco más vagos, ¡cuánto más felices seríamos todos!” Eran palabras de Evelyn Waugh.

Pero volvamos a la estupidez de las ‘manifas’ reivindicativas. Ni es el momento de hacer concentraciones ni es el momento de plantearlas. ¡Bastantes muertos lleva a sus espaldas la despreciable manifestación del 8-M de 2020!  Algún día se sabrá qué se escondía, aunque hoy es sabido que el Gobierno ocultó informes y la advertencia de las resabidas consecuencias. A día de hoy hemos sobrepasado los 100.000 muertos. El Gobierno sólo habla de 74.000, pero los tribunales le han dado el sopapo en los morros. Cuando abandonen el poder será el momento de meterlos el dedo en los ojos. “¡El Gobierno esconde más de 30.000 muertos!”. Y Europa ya ha propuesto una investigación a fondo sobre el abandono de los ancianos en las residencias. ‘Hundidas’ Podemos puede verse en una encrucijada, si antes no acaba en chirona por causas mil. Doy fe.

Hasta el tal Revilla, todavía presidente de Cantabria, y que no es santo de mi devoción, ha sabido dar muestras de sensatez. “Se puede hacer otro día. Porque no se haga en esa fecha no pasa nada”. Al menos, una vez a lo largo de su presidencia, ha mostrado equilibrio, sensatez y dignidad. Bendita la gente que así actúa. Malditos los personajes que anteponen las ideologías siniestras por encima de la salud de la ciudadanía.

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No sólo me preocupan las féminas irresponsables de los bailes, las batucadas, la mamandurria y las ayudas que esconden a costa del erario público. También me preocupan las cofradías, los Ayuntamientos y las Diputaciones que muestran ansias de celebraciones. Hemos suspendido la Feria de Abril, los Sanfermines, La Semana Santa del 2020, el veraneo, las Fallas, la ‘Rapa Das bestas’, San Isidro y sus corridas, la Feria de Muestras de Valladolid, Moros y cristianos, la Feria Grande Bilbao, los carnavales, la Feria Grande de Zamora, las ancestrales fiestas de Cuéllar y Portillo… ¿Y vamos a consentir que las feministas atropellen la realidad y faciliten el peligro que se nos avecina? ¿Acaso no ven que la cuarta ola está en marcha? No son capaces de asimilar que a quien mata un perro le llaman “mataperros”. Muchos tenemos memoria y recordamos, por nuestras agendas y diarios, lo sucedido.

Estas irresponsables del inservible feminismo no saben que la memoria es la facultad de acordarse de aquello que quisiéramos olvidar. Ni siquiera reconocen que, como decía Plinio el Joven “Servid cien veces, negaos una, y nadie se acordará más que de vuestra negativa”.

Si las ‘femiociosas’ persisten en poner el carro delante de los bueyes, encontrarán la horma de su zapato, porque su disfraz no las disfraza, sino que las revela. Ya se han convertido en un despreciable colectivo para la sociedad reformista y de progreso. ¿En qué creen que se convertirán si vuelven a dañar a la sociedad como en la edición precedente?

Autor

Jesús Salamanca Alonso