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Inauguración de los XIX campeonatos del Mundo de Atletismo Militares, en agosto de 1964, en el Estadio de Riazor..

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El miércoles día 5 de agosto de 1964, la plaza de María Pita de La Coruña sirvió de escenario para la inauguración de los XIX campeonatos del mundo militares de atletismo, nacidos en 1946, organizados por el Consejo Internacional del Deporte Militar, C.I.S.M., y su delegación en España con la colaboración de la delegación Nacional de Deportes y la Federación Española de Atletismo.

El C.I.S.M., había nacido en febrero de 1948, con los ejércitos de Bélgica, Dinamarca, Francia, Luxemburgo y los Países Bajos como sus primeros cinco miembros. Su sede se estableció en la ciudad de Bruselas. El C.I.S.M venía a sustituir al Consejo Deportivo de las Fuerzas Aliadas, que ya en 1919, una vez finalizada la primera guerra mundial, bajo la supervisión del general norteamericano John Joseph Pershing, había organizado los I juegos Interaliados, celebrados en Joinville-le-Pont (Francia) y donde participaron 1500 atletas, que compitieron en 18 modalidades.

Veintisiete años después, en mayo de 1946, tras la finalización de la Segunda Guerra Mundial, el Coronel del ejército francés Henri Debrus y el pentatleta olímpico belga mayor Raoul Mollet revivieron aquel Consejo Deportivo de las Fuerzas Aliadas, y durante el fin de semana del 7 al 8 de septiembre de ese año, organizaron y celebraron, con la participación exclusiva de miembros de las Fuerzas Armadas, en el Olympiastadion de Berlín, sede de los Juegos Olímpicos de 1936, los segundos Juegos Interaliados, y que a partir de esa fecha vendrían disputándose de forma anual.

Como decíamos, en el verano de 1964, el C.I.S.M., elegía a la ciudad española de La Coruña para que quince equipos, formados exclusivamente por militares profesionales y soldados, disputasen del jueves 6 al domingo día 9 de agosto, una nueva edición de los mencionados campeonatos.

Atletas de Austria, Bélgica, Finlandia, Francia, Grecia, Irak, Irlanda, Italia, Luxemburgo, Marruecos, Pakistán, Países Bajos, Portugal, Túnez y España, desfilaron desde la plaza de Orense por General Sánchez Bregua, Cantones, calle Real, Riego de Agua, hacia la Plaza de María Pita, donde iba tener lugar la inauguración del evento deportivo. La plaza, profusamente engalanada, estaba completamente libre, en espera de los atletas y el público se agolpaba en soportales, balcones y ventanas. La llegada de las delegaciones, todas ellas con el uniforme de sus respectivos ejércitos, fue saludada por las ovaciones de miles de coruñeses, que siguieron el desfile por todo su recorrido. Dos bandas militares, la del Tercio Norte de Infantería de Marina y la del Regimiento Isabel La Católica nº 29 de infantería, abrían la marcha con sus alegres y marciales músicas.

Los militares, una vez llegados a la plaza, formaron ante el palacio municipal. En el balcón principal se hallaban el Capitán General de Galicia, Teniente General, Castor Manzanera Holgado; Gobernador Civil, Evaristo Martín Freire, alcalde de La Coruña, Eduardo Sanjurjo de Carricarte, presidente de la Diputación, Rafael Puga Ramón, así como las restantes autoridades tanto civiles como militares. Estaba también presente el general Norteamericano Joe Lawri, que ostentaba la representación del presidente del C.I.S.M., general del ejército norteamericano Royal Hatch, organizador de las pruebas.
El Alcalde de La Coruña, minutos antes, en el salón de sesiones, había pronunciado unas palabras de bienvenida en nombre de la ciudad a tan nobles huéspedes. “Como alcalde La Coruña” –dijo Eduardo Sanjurjo- “tengo la muy honrosa obligación de daros la más calurosa bienvenida en nombre de mi ciudad agradeciendo al Conseil International Sports Militaires la gran distinción de haber elegido este lugar para tan importante competición donde ha de regir el más caballeroso espíritu militar y deportivo. Os deseamos una grata estancia entre nosotros y os hacemos constar que La Coruña tiene los mejores sentimientos para tan distinguidos huéspedes, así como el recuerdo lleno de respeto y afecto para vuestras nobles naciones”.
El General Joe Lawri, en representación del C.I.S.M., contestó al alcalde coruñés manifestando su agradecimiento “a todos los que han trabajado intensamente para hacernos la estancia tan agradable. Estamos encantados de estar en La Coruña”.
Con las quince banderas al frente de las respectivas delegaciones, además de la bandera de los Estados Unidos, equipo que había ganado los anteriores juegos, celebrados el año anterior en Bruselas, formadas en el centro de la plaza se interpretaron por orden alfabético los himnos Nacionales de los países participantes, que fueron escuchados con un impresionante silencio, roto solamente por los aplausos cariñosos del público, que se hicieron vibrantes al interpretarse, en último lugar, el himno Nacional de España. De seguido, desde el balcón principal del palacio municipal y a través de megafonía, el general Lawri declaró inaugurados los XIX campeonatos del mundo militares de atletismo.
Con un marcial desfile, alrededor de la plaza, finalizó el acto, que tuvo un epilogo en el vino de honor que el Ayuntamiento ofreció a todos los equipos en los salones del palacio municipal. La gran ausencia de aquellos campeonatos la constituyó la delegación de Estados Unidos, que no pudo estar presente, al serle imposible cuadrar fechas, en un año olímpico, con la cita de Tokio a la vuelta de la esquina, debido a un compromiso internacional, contraído en anteriores fechas, que le enfrentaría al equipo militar de la Unión Soviética. No podía haber desaires. La “guerra fría” se encontraba en plena efervescencia.
España iba a estar representada por una selección formada por: Ángel Calle, José Luis Sánchez Paraíso, Francisco Ártiach, Ignacio Sola, Alberto Díaz de la Gándara, Alberto Esteban, Luis Felipe Areta, Juan de Dios Martín, Manuel Carlos Gayoso, Miguel Consegal, Guerrero, Antonio Prunel, Alfonso Carlos De Andrés, Pedro Arteaga, José Cano, Luis Garriga, Díaz, José Pazos, Javier Álvarez Salgado, Manuel Ufer, José Ángel Pérez Villar, Quintero, Miguel López Aguado, Eduardo Fernández, Gutiérrez y Manuel Boullosa. Un elevado número de estos atletas participarían dos meses después en los juegos olímpicos de Tokio 64, logrando Luis Felipe Areta un diploma olímpico, al clasificarse en sexta posición en salto de longitud con una marca de 7,34 metros.
La organización de la cita atlética corrió a cargo de un equipo coordinado por el Teniente Coronel García Diez, que ostentaba la representación del general Sagardoy Jefe de la Delegación española del C.I.S.M.; comandante, el inolvidable Manolo Fraga Ferrant y el también comandante Ramón Vidal Barja, y los representantes del Ejército Español en el C.I.S.M. capitán de Corbeta Otero; Comandante Molina del Ejercito de Tierra y Comandante Teijeira del Ejercito del Aire, entre otros. En aquellos campeonatos se utilizaría el novedoso sistema “Omega Photo Finish Camera”, que fijaba de manera automática la llegada de los corredores a la línea de meta. Curiosamente el sistema, que se había empleado de forma muy rudimentaria por primera vez en los juegos olímpicos de Estocolmo en 1912 y volvería a ser utilizado en los juegos de 1932, disputados en Los Ángeles, pasaría luego a un segundo plano, no siendo utilizado en los juegos Olímpicos de Tokio 64, teniendo que esperar a su empleo definitivo a partir de los juegos de Méjico 68.
El general Matías Sagardoy, antiguo componente de la División Azul, director del Consejo Internacional de Deportes Militares C.I.S.M de España, envió a todos los participantes la siguiente salutación: “En nombre de las Fuerzas Armadas Españolas, os doy la más calurosa bienvenida, así como os agradezco vuestra presencia entre nosotros.”
“La Coruña ciudad marinera situada en la punta más avanzada del noroeste de España, siente la responsabilidad y el honor que el C.I.S.M., le ha conferido con la organización de estos campeonatos y la alegría que con este motivo nos permite convivir unos días con los componentes de los distintos ejércitos, no dudéis que todos nosotros, no descansaremos para haceros lo más grata posible esta corta estancia en nuestra Patria.”
“Quiera dios que la llama de la antorcha olímpica que se encienda en nuestra vieja romana Torre de Hércules, continúe viva en vuestros corazones como símbolo de amistad fraterna entre todos los participantes y como recuerdo imperecedero de estos amigos que dejáis en España”.
Las diferentes delegaciones quedarían alojadas en la finca el “Grajal” de San Pedro de Nos, Castillo de Santa Cruz y el modernismo campamento Nacional “Francisco Franco” de la Organización Juvenil Española. en la playa de Gandarío (Sada), que se encontraba todavía sin inaugurar de forma oficial, tras su gran remodelación.
A la tarde del jueves 6 dieron comienzo, en el estadio de Riazor, las pruebas atléticas. Exornado con tapices y con las banderas de los quince países participantes, que flameaban en los mástiles situados en la grada elevada; de la torre de Maratón colgaba una gran bandera nacional y un mástil donde sería izada la bandera de los campeonatos. A su pie estaba colocado el pebetero para recibir el fuego olímpico y ambos lados de él se situaron catorce soldados que empuñaban clarines. Por todo el campo estaban dispersos un nutrido grupo de jueces a la espera de hacer su trabajo en las diferentes zonas de saltos, lanzamientos y carreras. Entre ellos los populares Bordomás y César Suarez de Centi, jueces internacionales y unos de los más queridos por los atletas coruñeses.

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Con un estadio de Riazor abarrotado de aficionados, y magníficamente iluminado por primera vez en su historia, se celebraron en agosto de 1964, los campeonatos del mundo de atletismo Militar.
En el palco presidencial el Capitán General de la VIII Región Militar, Teniente General, Manzanera Holgado, acompañado por el delegado Nacional de Deportes, José Antonio Elola Olaso; el General Joe Lawri, delegado del presidente de C.I.S.M; gobernador Civil de La Coruña, Evaristo Martin Freire; alcalde de la ciudad Eduardo Sanjurjo; presidente de la Diputación Provincial Rafael Puga y demás personalidades civiles, militares y deportivas. La entrada al estadio era libre y más de veintidós mil personas se dieron cita para presenciar esta primera jornada donde se iban a disputar nueve pruebas.
A las cinco y cuarto de la tarde, con un cielo entre nubes y claros, pero con una temperatura ideal, con sonoridad de clarines, hacía entrada en el estadio la simbólica antorcha, portada por el atleta español Alfonso Carlos de Andrés. En el justo momento en que el atleta encendía el pebetero, sonó el Himno Nacional de España y fueron izadas la Bandera de los juegos, en la torre de Maratón, y las de España y La Coruña en dos mástiles situados frente a la tribuna principal, donde se hallaba el palco de autoridades..
Una vez encendido el fuego, se inició la competición atlética con las semifinales de ciento diez metros vallas que fueron ganadas por el francés Fournet y el italiano Maza. El saltador de altura español, Gómez Aguado, se tuvo que conformar con el cuarto puesto tras rebasar el listón en 1,85 metros, igualado con el iraquí Karkhi. La prueba, en la que no pudo participar por lesión, uno de los grandes favoritos, el saltador español Luis Garriga, fue ganada por el francés Vallayes con un salto de 2 metros. Ocho días después, en el estadio de Riazor en la disputa del gran premio “Ciudad de La Coruña” de atletismo, Luis Garriga establecería un nuevo record de España con un salto de 2,02. Fue sin duda una pena aquella inoportuna lesión del buen saltador aragonés, que privaría a España de una medalla segura.
El vencedor de la prueba, el francés Vallayes, protagonizaría una curiosa escena. Antes de que el capitán general de la VIII Región Militar, Teniente General Manzanera hiciese entrega de las tres primeras medallas, llevadas en bandejas por las jóvenes coruñesas Natacha Astray, Isabel Durán, María Reyes Estévez, Margarita e Isabel García-Blanco Cicerone, impecablemente uniformadas, Vailayes, ante la sorpresa del capitán general, saltó del podio buscando con anticipación un beso femenino de tan agraciadas coruñesas. Entre sonrisas, el atleta francés, regresó al podio, fue condecorado, recibió su medalla, besos, y un ramo de flores, escuchando en posición de firmes en su honor “La Marsellesa”, que sonaría otras cuatro veces más en el transcurso de los campeonatos.
Pero quien iba a dar la primera alegría a nuestro combinado nacional, fue el lanzador de peso, Alberto Díaz de la Gándara, que se proclamaba, con un lanzamiento de 17,06 metros, campeón del mundo militar. El triunfo del atleta belga Clerkx, en la final de 10.000 metros, ponía fin a la primera jornada.

Javier Álvarez Salgado lograba para España una medalla de oro, en la prueba de 3000 metros obstáculos de los campeonatos del mundo de atletismo Militares, al ganar de forma espectacular y vibrante en los últimos metros al tunecino Labidi. Imagen recogida de Internet.
La siguiente jornada iba a deparar otro gran éxito del atletismo español al proclamarse el vigués, Javier Álvarez Salgado, campeón del mundo militar al correr de forma inteligente y vibrante una magnífica final de tres mil metros obstáculos, donde doblegó en los últimos metros, casi llegando a la meta, a los tunecinos Labidi y Mastouri y al marroquí El Ghasi. Los más de veinticinco mil coruñeses, que se dieron cita en el estadio, saludaron el magnífico triunfo con una enorme ovación, mientras el ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga Iribarne, le imponía a Javier la medalla de oro tan brillantemente ganada. La gran decepción de la jornada la constituyó, en la prueba de 200 metros lisos, la actuación del atleta Ángel Calle, muy querido en La Coruña, y en el que se habían depositado muchas esperanzas, no en vano, Calle había batido, en el estadio de Vallehermoso de Madrid, a finales del mes de julio de ese año, el récord de España en los 200 metros lisos con una marca de 21 segundos y 3 décimas, pero quien, tras una mala salida, se quedó sin poder acceder a la final.
La jornada del sábado día 8 fue indescriptible. Más de cuarenta y cuatro mil personas llenaron las gradas de Riazor, para presenciar las pruebas nocturnas, que iba a servir para la inauguración oficial de la iluminación artificial del estadio. Cuatro altas torres,-la de mayor altura se elevaba a los 32 metros-, dirigían sus 104 potentes proyectores de 1.500 vatios cada uno, iluminando de forma magnífica todo el recinto deportivo. Desde aquella fecha, hasta hoy, eso sí, con otro tipo de iluminación y un estadio completamente renovado, el muy querido Deportivo, ha podido disputar, sin ningún tipo de problemas, encuentros nocturnos. Precisamente unos días después, en ese mismo mes de agosto, se disputaba el trofeo Teresa Herrera, alumbrado por primera vez en su historia con luz artificial y donde el Deportivo lo levantaba brillantemente, al ganar un cuadrangular en que se enfrentó a los equipos portugueses de Oporto y Sporting clube de Portugal y el italiano de la Roma. Era presidente de nuestro querido club, Luis Vázquez–Pena Núñez y mi recordado padre Marcelino, directivo. Por motivo tan importante, la junta directiva del Real club Deportivo fue recibida en audiencia en las torres de Meirás, por su Excelencia el Jefe del Estado, Generalísimo Franco, quien deseó al club coruñés toda clase de éxitos.
Las pruebas atléticas se iniciaron a las diez y media de la noche y se prolongaron hasta pasadas las doce y media. Sirvió para ver una medalla de plata conseguida por nuestro compatriota Manuel Ufer, en la final de ciento diez metros vallas. El triunfo correspondió al italiano Mazza. Uno de los grandes favoritos, el francés Laidebeur, se hizo con el triunfo en cien metros lisos al firmar un crono de diez segundos ocho décimas. Todavía, por el panorama atlético no asomaba al estratosférico, Unsain Bolt.
El general Lawri se deshizo en elogios hacia La Coruña, todo “un feliz descubrimiento”, “un acierto de los organizadores del C.I.S.M de haber elegido esta ciudad”, en sus palabras; hacia el estadio, que le pareció magnifico y la gran iluminación del mismo, que había sido coordinada y dirigida, a instancias del Real club Deportivo y del ayuntamiento coruñés, por el ingeniero de FENOSA, Luis Fernando Quiroga y Piñyero.
La esposa del general norteamericano Dorothy declararía a la prensa que le había cautivado La Coruña. “Tuvimos mi esposo y yo que buscarla en el mapa, pues no sabíamos dónde se encontraba”. “Es una ciudad encantadora, bellísima, con unas gentes amabilísimas y serviciales a mas no poder”. “Me ha llamado la atención su gran playa en el corazón de la ciudad”. “Es difícil llegar hasta aquí, pues tardamos casi dos días en hacerlo. Pero más difícil es marcharse de ella. Lo único que siento de verdad es no saber hablar español para confraternizar más con los coruñeses”
La última jornada disputada el domingo 9, fue excelente en todos los aspectos. El público pudo presenciar como dos atletas españoles, Luis Felipe Areta, en triple salto y Alfonso Carlos De Andrés, en lanzamiento de jabalina, establecían dos nuevos record nacionales y se proclamaban campeones del mundo de atletismo militar con un salto de 16,17 metros y un lanzamiento de 72,03 respectivamente.
También cuatro españoles brillaban con luz propia. Manuel Carlos Gayoso –mi querido profe de gimnasia- en 400 metros vallas, lograba la medalla de plata. José Luis Sánchez Paraíso era tercero en 200 metros lisos y Miguel Consegal e Ignacio Sola, segundo y tercero en pértiga. Por su parte, el equipo español de relevos 4X400, se alzaba con la medalla de bronce. Otros de los favoritos, el italiano Ottolina, el tunecino Gamoudi el griego Papanikolau y el belga Allonsius, se imponían en 200 metros, 5.000 metros, salto de pértiga y 1.500 metros respectivamente.

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Luis Felipe Areta se proclamaba campeón del mundo militar de Triple Salto con una marca de 16,17 metros, estableciendo un nuevo record de España.
A pesar de no haber clasificación por países, Francia con cinco medallas de oro, tres de plata y siete de bronce, sería la gran triunfadora de los campeonatos. En segundo lugar se clasificó España con cuatro preseas de oro, tres de plata y tres de bronce. El tercer lugar fue para Bélgica con tres medallas de oro, cuatro de plata y una de bronce. Una de las favoritas, Italia, se tuvo que contentar con ocupar la cuarta posición en el medallero con tres oros, dos platas y un bronce.
La noche era ya cerrada en La Coruña cuando comenzó la ceremonia de clausura. El desfile de los participantes se inició desde el campo de entrenamiento contiguo al estadio. Abrían la marcha de nuevo las bandas del Tercio Norte de Infantería de Marina y del Regimiento de Infantería Isabel la Católica nº 29, que se situaron al pie de la torre de maratón, mientras la bandera de los juegos, portada por ganadores de medallas de oro y las selecciones nacionales se alineaban en el centro del césped, dado cara a la torre donde se encontraba el pebetero con la llama.
Con todo el estadio en silencio, un coro de soldados de más de doscientas voces, dirigido por el capitán director músico de la banda del regimiento de infantería Isabel La Católica, maestro Mir, iniciaron los compases de “la canción del Soldado”, obra insigne del genial músico valenciano, José Serrano. Las más de 44.000 personas, puestas en pie, se emocionaron con las notas de la maravillosa composición del prolijo autor de zarzuelas y músicas inolvidables. Con la interpretación del Himno Nacional de España, se procedió a arriar las banderas de los juegos y de los quince países participantes, apagándose la llama olímpica. La clausura se cerró con un brillante desfile y con las palabras del General norteamericano, Lawri que profirió en inglés, traducidas al español y al francés, aquello tan profundo de: “declaro clausurados los XIX campeonatos del mundo de atletismo Militar”.

Clausura de los campeonatos del mundo Militares.
Es mismo día en que en La Coruña, se clausuraban brillantemente aquellos juegos deportivos, soldados de otros ejércitos, se mataban a cuerpo limpio en un lugar lejano del sudeste asiático, Vietnam y en una no tan lejana isla mediterránea de Chipre.
Al día siguiente, atletas de los países que habían competido en los XIX campeonatos del mundo militar de atletismo, peregrinaban a Santiago de Compostela. La embajada deportiva presidida por el general Sagardoy, delegado del C.I.S.M., en España, acompañado por el general Norteamericano Lawri; alcalde de Compostela, señor López Carballo; rector de la universidad, representado por el catedrático señor Moralejo; generales González Rueda, García Díaz, Fernández Gabarro; gobernador militar de Santiago; Jefe del sector aéreo de Galicia y otras autoridades militares, civiles y deportivas, eran recibidos en la puerta del Obradoiro por el canónigo compostelano Don Jesús Precedo Lafuente.
La ofrenda al apóstol Santiago la realizó el coronel del ejército francés François Poitiers, siendo contestado por el Cardenal arzobispo de Santiago de Compostela, doctor Quiroga Palacios. Tras el funcionamiento del “Botafumeiro”, los atletas y autoridades dieron el simbólico abrazo a la figura pétrea del “Santo Adalid, Patrón de las Españas”, el apóstol Santiago. Era el final de aquellos inolvidables campeonatos del mundo de atletismo militar que emocionaron a miles de coruñeses.

Autor

Carlos Fernández Barallobre
Carlos Fernández Barallobre
Nacido en La Coruña el 1 de abril de 1957. Cursó estudios de derecho, carrera que abandonó para dedicarse al mundo empresarial. Fue también director de una residencia Universitaria y durante varios años director de las actividades culturales y Deportivas del prestigioso centro educativo de La Coruña, Liceo. Fue Presidente del Sporting Club Casino de la Coruña y vicepresidente de la Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan de La Coruña. Apasionado de la historia, ha colaborado en diferentes medios escritos y radiofónicos. Proveniente de la Organización Juvenil Española, pasó luego a la Guardia de Franco.

En 1976 pasa a militar en Fuerza Nueva y es nombrado jefe Regional de Fuerza Joven de Galicia y Consejero Nacional. Está en posesión de la Orden del Mérito Militar de 1ª clase con distintivo blanco. Miembro de la Fundación Nacional Francisco Franco, es desde septiembre de 2017, el miembro de la Fundación Nacional Francisco Franco, encargado de guiar las visitas al Pazo de Meiras. Está en posesión del título de Caballero de Honor de dicha Fundación, a propuesta de la Junta directiva presidida por el general D. Juan Chicharro Ortega.

 
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