Mientras el siniestro carromato de la camama nacional transita sin dificultad y sin atenerse a las normas de circulación por las ciudades y pueblos de España, el buhonero charlatán que lo gobierna con la inestimable ayuda de un ilustrado acemilero, que bien podríamos apodarlo como el sosias de Fernando VII; los empobrecidos, atónitos y desesperados españoles que distan mucho de pertenecer al ilustre árbol genealógico de estos dos arrieros, llevados por la curiosidad, la desesperanza, la indolencia y una íntima e impuesta obligación de ser políticamente correctos con sus prójimos, jauría de perros rabiosos alimentados por el odio, son convocados en la plaza pública donde se pretende endosar la mercancía de estos farsantes, haciendo clientela a fuerza de publicidad engañosa y mil contorsiones.
¡Al baratillo! ¡Al baratillo! ¡A real y medio, todo a real y medio! El verdadero elixir para los dientes, los originales polvos de arroz, bulas pontificias para los delincuentes, indulgencias para los traidores, pañuelos, medias, ligas, gomas de borrar los golpes de Estado, peines, sartenes, píldoras para el olvido de los crímenes perpetrados por los nuestros, cuchillas de afeitar, bragas para las señoras, alquilamos leguleyos de baja estofa que redactan leyes ad hoc para lo que Vd. necesite o le interese e incluso le ofrecemos manuales para una corrupción impune y sin pena.
¡Aproveche la ocasión, no sea cándido; necesitamos acabar con las existencias! Se aproximan las elecciones.
De estos prolegómenos de matices villanescos, daré paso a recordar al teniente general José Mena Aguado, expresando una vez más mi reconocimiento y admiración por su hidalguía, coraje y lealtad a España y a su juramento como militar, cuando en el año 2006 con ocasión de la Pascua Militar alzó la voz públicamente previniendo sobre el improcedente contenido del nuevo Estatuto Catalán que estaba en fase de tramitación.
Por ello, en la primera ocasión que tuve, Enero de 2014, en una reflexión de título “Efemérides” decía: “Espero y deseo que en un futuro no tenga que ser V.E. el único general que se recuerde en las Efemérides, como hombre que fue capaz de alertar sobre el riesgo y el peligro de desmembración territorial y ruptura de la Unidad de España”
El tiempo pone, casi siempre, a cada uno en el lugar que le corresponde; si alguna vez la Nación se ve libre del yugo independentista, del chantaje catalán, y seamos capaces de convivir en paz, orden y armonía, sería conveniente y justo que al teniente general se le desagraviase de algún modo.
A la vista está, lo que es evidente no necesita argumentación. El proceso de involución y degeneración permanente que sufre la Nación, permite que seamos arrastrados por políticos indeseables e ineptos, una buena parte de ellos procedentes de las canteras del socio-comunismo desintegrador y criminal que labran en las mentes más débiles y desvalidas el dogma totalitario, moldeando sus cerebros como si fuesen de dúctil cera.
La lepra sanchista se extiende como el bicho de la pandemia lo hizo en España tiempo atrás, bajo el cuidado y supervisión del actual “honorable” Illa, a la sazón ministro de sanidad,-sujeto que nada más verlo, uno se siente en la obligación de darle el pésame- causando 130.000 muertos, en tanto que se hacía un sospechoso y cuantioso negocio con las mascarillas, aquellas que la población demandaba inútilmente, pues tuvieron la desvergüenza de decirnos que no eran necesarias.
Me viene a la memoria una frase de Valle Inclán contra Lerroux: “que sólo los sinvergüenzas podían ser republicanos”, malintencionado lector, Vd. mismo, pulse la tecla de actualizar.
En primer lugar, una reflexión en torno a las urnas democráticas, muy de actualidad en estos días; las urnas en manos de la grey traidora, incapaz y guerracivilista es una “trampa mortal” para cualquier país sujeto por las ponzoñosas garras del socio-comunismo, en nuestro caso con marchamo “made in Sánchez”
¿A quién compete constitucionalmente garantizar la integridad territorial de España? Sin duda alguna, a las Fuerzas Armadas.
¿Cómo y de qué manera pueden intervenir para llevar a cabo esa misión? Intervendrán en caso de ataque o actuación externa o interna que tenga por finalidad alterar, modificar o suprimir el territorio español en su conjunto al margen de la legalidad.
Ahora bien, el artículo 8 de la Carta Magna no se ciñe exclusivamente a la defensa de la integridad territorial, sino que también incluye el ordenamiento constitucional.
Sean cuales fueren las aviesas intenciones del gobierno, de las cuales con prepotencia inusitada hace gala a diario, Estado confederal, federal, o dictadura bolivariana a imagen y semejanza de la Venezuela del “mono aullador”, lo cierto y verdad, es que el ordenamiento constitucional no lo permite, y esas pretensiones entran en frontal colisión con el espíritu y la letra de la constitución y especialmente en lo referido en el artículo 8.
De lo cual se infiere que el Tribunal de Garantías, cautivo o no, del gobierno, nada tiene que decir al respecto, y por supuesto no es competente para dirimir esta hipotética cuestión.
Resulta fundamental disponer de “un marco legal para el empleo de las Fuerzas Armadas” basado en normas como la constitución, la ley orgánica de la Defensa Nacional, la Seguridad Nacional……
Marco legal, que implica que deben de intervenir bajo las directrices del gobierno de la Nación, cuando exista riesgo de demolición del ordenamiento constitucional; ni en la Carta Magna ni en las normas o leyes aludidas, se determina que hacer, cuando el origen, la génesis de esa peligrosa contingencia radica en el mismo gobierno que paradójicamente debe dar el beneplácito a la intervención de las Fuerzas Armadas.
Garantizar la soberanía como misión constitucional de las FF.AA. La soberanía Nacional radica en el pueblo español, por lo tanto el intento de amputación parcial de la misma, también es competencia de las FF.AA., por tanto sus máximos responsables están en el derecho y el deber de instar al gobierno a rectificar, de no ser atendidos, desvirtuar o impedir dicha pretensión, y si es necesario, exigir un referéndum a nivel nacional sobre tal empeño.
Desgraciadamente, la funesta actualidad desaprueba y condena radicalmente el coraje, la valentía y el arrojo en defensa de España.
Qué militar, qué ciudadano ante este gobierno que pretende dinamitar la constitución, el Estado de Derecho, la igualdad de los españoles, en definitiva, el orden constitucional, puede permanecer impasible frente a la cierta posibilidad de cambiar lo establecido por un campo de concentración de ciudadanos sin Patria.
Aún no están convencidos de que no son hombres de gobierno, sino agentes revolucionarios ansiosos de poder, enfermos de codicia, largos de manos y con las tragaderas anchas.
El artículo 2º dice: “la constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles……”; del mismo se colige que España se constituye como unidad territorial única, y un presidente de gobierno ilegítimo que ha utilizado las urnas como trampa mortal contra España, no le está permitido actuar contra esa unidad ni pretender subrepticia y traidoramente alcanzar el turbio objetivo de destruirla.
Concluyo con una pregunta dirigida a las FF.AA., y particularmente a la cúpula militar, interpelación que hasta la fecha nadie me ha respondido ni conveniente ni satisfactoriamente.
¿Sinceramente, sois conscientes de a quién estáis sirviendo? De ser así, ¿estáis convencidos de cumplir con vuestro deber constitucional para con España?
Antonio Cebollero del Mazo. Salamanca,
a 25 de Agosto de 2024.
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Amigo y compañero Cebollero, leído tu artículo referido a las Fuerzas Armadas te agradezco y te admiro por la valiente exposición que haces en el mismo sobre tan delicada situación. Un fuerte abrazo. Ricardo Alonso Soubrie