19/05/2024 23:41
Getting your Trinity Audio player ready...

Pues ahora resulta que, con un Gobierno ausente (en cuanto a la responsabilidad de lo que hace u omite hacer), con poderes casi omnímodos, por la inexistencia de controles reales, y en cuasi permanente estado de alarma se ha desencadenado la “mundial” como consecuencia del anuncio de una moción de censura en la Comunidad de Murcia. Moción de censura que no llegó a prosperar pero que, a su vez, dio lugar a la convocatoria de elecciones en la Comunidad de Madrid, lo que, a su vez provocó la salida de Iglesias del Gobierno y el anuncio de su candidatura en estas elecciones. Para rematar, no se descartan unas elecciones generales anticipadas, lo cual podría dar la vuelta al panorama jurídico existente en estos momentos. [1]

Todo un claro ejemplo del “efecto mariposa”, expresión con la que se alude al hecho de que un pequeño acontecimiento pueda ocasionar grandes alteraciones en un sistema caótico (en este caso, la política española). «El aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo». Este proverbio chino es el origen, junto a las investigaciones del matemático y meteorólogo Edward Lorenz, de una de las más cinematográficas teorías físicas: el efecto mariposa.[2]  Según este concepto vinculado a la Teoría del Caos, el aleteo de un insecto en Hong Kong puede desatar una tempestad en Nueva York. La teoría del caos y el efecto mariposa vienen a explicar que algo tan complejo como el universo (un sistema caótico flexible) es impredecible.[3] Y a menor escala, la teoría del caos se utiliza para entender sistemas como la atmósfera o las condiciones climatológicas que impiden realizar pronósticos del tiempo fiables más allá de tres días y es particularmente útil para abordar el estudio de los fenómenos sociales, difíciles de resolver en términos de relaciones lineales causa-efecto.

Cabe preguntar, entonces ¿acaso el actual sistema político español no es un sistema caótico? Desde luego que sí, porque no es un sistema previsible en estos momentos, motivo por el cual una pequeña alteración de sus condiciones, en un momento determinado, es susceptible de provocar grandes cambios totalmente imprevisibles. Tanto, que ni siquiera los grandes protagonistas de nuestro actual sistema político (Gobierno, oposición y grupos parlamentarios) son capaces de predecir el resultado de unas posibles elecciones generales anticipadas. Porque vivimos tiempos de muy baja previsibilidad, en donde la anormalidad parce convertirse en la única regla y en donde -dado el clima de incertidumbre que preside todo- de poco o nada sirve el pasado para predecir lo que puede ocurrir en el futuro. Lo único que me atrevo a decir es que todo es posible y nada es previsible.

Y es que, a todo lo anterior, se suma el hecho de que nada es lo que parece (o lo que pretende ser), porque ¿cómo se puede predicar la libertad de expresión cuando se parte de la premisa de que todo lo que no sea pensar como quien la predica, debe ser considerado como un “facha”? ¿Desde cuándo puede ser considerado como democrático un Gobierno que oculta, día sí y día también, lo que realmente hace y, encima no tolera ser criticado por su oscurantismo? La dirección que está tomando el Consejo de Transparencia y Buen Gobierno (CTBG) es muestra palpable de ello, porque ahora ni siquiera sabemos lo que deberíamos saber como ciudadanos, lo cual es realmente preocupante. [4]

No sabemos, siquiera, lo que es verdad y lo que es mentira (bulo o fake, en el lenguaje actual), lo cual debe avergonzar a cualquiera y mucho más a quien se tenga por jurista, porque sin conocer la verdad pocos juicios de valor realmente válidos pueden hacerse. Me viene ahora a la cabeza el maravilloso estudio del gran maestro Michelle Taruffo (recientemente fallecido en diciembre del año pasado) sobre la prueba de los hechos,[5] en donde viene a decir que la dualidad entre verdad formal y verdad material debe ser descartada porque la verdad es siempre una: “cabe observar que no existen varias especies de verdad según si nos encontramos dentro o fuera del proceso: como se ha dicho ya varias veces, la verdad de los enunciados sobre los hechos del caso depende de la realidad de estos hechos, y ello ocurre tanto en el proceso como fuera de él ”. Dicho muy sumariamente, y con sus palabras, “la verità non è importante: è inevitabile”,

La segunda confusión (según Taruffo) es aquella en la que la verdad de una proposición se equipara a la certeza relativa a lo que la proposición dice, dado que la certeza alude a un estado psicológico, a una convicción subjetiva que puede provenir de las fuentes más diversas: intuiciones, deseos, sentimientos, actos de fe, propaganda política, etcétera. Así, no podemos confundir verdad con certeza, puesto que, en palabras de Taruffo, la primera “es objetiva y depende de la realidad de los hechos de los que se habla”, mientras que la segunda “es un estado subjetivo, referido a la psicología de quien habla, y corresponde a un grado elevado (o muy elevado cuando se habla de «certezas absolutas») de intensidad del convencimiento del sujeto”.[6]

LEER MÁS:  Algunas muestras de atropellos con nocturnidad y alevosía. Por Ernesto Ladrón de Guevara

Con lo dicho, llegamos a un punto en el que ni con certeza podemos decir que algo sea verdad o no, (perdón por el juego de palabras y conceptos) que, para colmo, es algo que ha traído de cabeza tanto a filósofos (con esa dualidad entre el ser en sí y el ser para otro) como a físicos (en cuanto a la realidad de la propia materia). Pero lo que nos importa ahora no viene referido a cosas sino a conductas humanas (aunque ambas forman parte de la realidad) y aquí el concepto de verdad nos muestra otra vertiente porque vivimos en una realidad paralela a la verdad.

Y llevando esto al terreno de la política, lo que debemos tener en cuenta es el grado de compromiso de nuestros políticos (especialmente, de quienes nos gobiernan) con la verdad, que presenta dos facetas especialmente importantes. I) lo que dicen que hacen o van a hacer, y ii) lo que nos ocultan de lo que hacen o dejan de hacer. Lo primero tiene que ver con el grado de cumplimiento con la palabra dada que, como ya he tenido ocasión de exponer en varias ocasiones, es lo que determina la legitimidad (no la mera legalidad) del poder que ostentan. Y lo segundo viene referido a la necesaria transparencia en su gestión del poder, porque si no se permite a los ciudadanos conocer lo que hacen o dejan de hacer, incurren en un falseamiento de su gestión. Eso es todo, teniendo en cuenta que dos medias verdades no hacen una verdad y que una vez. vez descartado lo imposible, lo que queda, por improbable que parezca, debe ser la verdad. (Arthur Conan Doyle)

Pero volviendo al punto de partida, resulta que cuanto más opaco se vuelve un determinado Gobierno su entropía va en aumento, dado que, siguiendo la perspectiva de Arieh Ben Nahim,[7] la “pérdida de información” supone un incremento de la entropía de un sistema (en este caso, un Gobierno). Siendo ello así, el hecho cierto es que el actual Gobierno va en “crescendo”, tanto en la omisión de información sobre lo que hace, como en transmitir la verdad a los ciudadanos. Y con semejante actitud, el efecto mariposa tiene más posibilidades de aparecer que si obrase en sentido contrario, porque esto es, precisamente, lo que ha sucedido con el caso de Murcia (al pretender, Sánchez, ocultar su verdad)

Dejo aquí mis consideraciones sobre el efecto mariposa y el actual Gobierno (sobre cuyo comportamiento tendría mucho más que decir), sin perder mi sonrisa etrusca y recordando que, casi siempre, es tan difícil decir la verdad como ocultarla [8] De todas formas, y como irónicamente decía Tip, …¡¡¡la próxima semana hablaremos del Gobierno!!!

 

[1] “Iglesias asegura que lo hace para frenar a la presidenta autonómica Isabel Díaz Ayuso, pero la realidad es que desde Unidas Podemos temen que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, vaya a convocar elecciones generales anticipadas en otoño de 2021, con las encuestas de cara, con la recuperación económica a punto de dispararse y con con la vacunación masiva a la orden del día. Un plan maestro que desde más de un partido también dan por hecho dado el movimiento que ha dado Iglesias.” Fuente: https://www.moncloa.com/2021/03/16/elecciones-generales-en-2021-el-miedo-que-ha-llevado-a-iglesias-dejar-el-gobierno/

 

[2] Según el efecto mariposa, dadas unas circunstancias peculiares del tiempo y condiciones iniciales de un determinado sistema dinámico caótico (más concretamente con dependencia sensitiva a las condiciones iniciales), cualquier pequeña discrepancia entre dos situaciones con una variación pequeña en las condiciones iniciales, acabará dando lugar a situaciones donde ambos sistemas evolucionan en ciertos aspectos de forma completamente diferente (cabe resaltar que sin duda alguna y sin explicación científica). Eso implica que, si en un sistema se produce una pequeña perturbación inicial, mediante un proceso de amplificación, podrá generar un efecto considerablemente grande a corto o medio plazo. Es un concepto de la teoría del caos. En el ejemplo particular propuesto por Edward Norton Lorenz, por el efecto mariposa, si se parte de dos mundos o situaciones globales casi idénticos, pero en uno de ellos hay una mariposa aleteando y en el otro no, a largo plazo, el mundo con la mariposa y el mundo sin la mariposa acabarán siendo muy diferentes. En uno de ellos puede producirse a gran distancia un tornado y en el otro no suceder nada en absoluto. Fuente: https://psicologiaymente.com/miscelanea/efecto-mariposa

LEER MÁS:  Autoridad: presencia y ausencia. Por Luis Miguel Benito de Benito

 

[3] Edward Lorenz, el padre de la teoría del caos, consideró el tiempo atmosférico como un caso de este tipo, en la medida que nunca se podrán conocer con exactitud las condiciones iniciales. De hecho, en 1963, Lorenz estaba realizando una investigación sobre previsiones climatológicas a través de ecuaciones con ordenador y decidió repasar algunos de los datos que había obtenido. Mientras se hacía un café (esto es literal), el ordenador simuló los resultados de dos meses que en nada se parecían a los que ya tenía. ¿De dónde procedía el error? De un simple redondeo. Para simplificar las operaciones y porque la impresora no aceptaba más de tres decimales, Lorenz decidió reducir de seis a tres los decimales de uno de los parámetros con los que calculaba las predicciones (por ejemplo: de 53,453765 kilómetros por hora, pasó a usar 53,453 kilómetros por hora). El paradigma estaba claro: una variación mínima inicial puede producir alteraciones a corto y medio plazo. Lorenz publicó las conclusiones de su descubrimiento en el Journal of the Atmospheric Sciences bajo el título «Flujo determinista no periódico» en 1963. Lorenz fue el salto de las leyes deterministas de Newton y la aplicación de ecuaciones a las simulaciones de hoy en día. La astrofísica emplea potentes ordenadores para conocer la evolución del universo a través de simulaciones que toman en consideración diferentes elementos y patrones, pero siempre hay una incertidumbre en todos los experimentos. La consecuencia práctica del efecto mariposa es que en sistemas complejos tales como el estado del tiempo o la bolsa de valores es muy difícil predecir con seguridad, por eso hablamos de probabilidades. Fuente:

https://www.nationalgeographic.es/ciencia/2017/11/el-efecto-mariposa

 

[4] “Ni entrevistas ni declaraciones. El nombramiento de José Luis Rodríguez Álvarez al frente del Consejo de Transparencia y Buen Gobierno (CTBG) ha supuesto un viraje hacia la opacidad en la política oficial de este ente público independiente, que desde su nacimiento en 2014 se había caracterizado justo por lo contrario. Desde la llegada del nuevo presidente, Transparencia ha dejado de realizar valoraciones a la prensa y Rodríguez se ha negado a ser entrevistado por los diversos medios de comunicación que lo han solicitado y en múltiples ocasiones” Fuente: https://www.vozpopuli.com/espana/presidente-consejo-transparencia-entrevistas-opacidad_0_1418259175.html

.

[5] M. Taruffo “La prueba de los hechos”, Ed. Trotta,4ª Edición,  2011

 

[6] Y sigue añadiendo Taruffo: “Pero, además de la certeza, debe distinguirse la verdad de otras figuras afines que, igualmente, pueden inducir a confusión, tales como la verosimilitud y la probabilidad. Respecto al primero de los conceptos, Taruffo nos aclara que tampoco existe alguna coincidencia entre verdad y verosimilitud, en cuyo concepto se incluyen dos significados: uno, como apariencia de verdadero y, otro, como equivalente a probabilidad, lo que constituye un grave error, ya que se trata de conceptos distintos. Para Taruffo, “sustancialmente la verosimilitud indica el grado de capacidad representativa de una descripción respecto a la realidad”. Y ello porque si partimos de considerar un hecho como verosímil “esto significa que el enunciado que se refiere a ese hecho puede parecer verosímil pero ser falso, si la realidad de aquello que ha sucedido no se corresponde con lo que el enunciado narra”. Entendemos como verosímil “lo que corresponde con la normalidad de un cierto tipo de conductas o de acontecimientos”. Por lo que se refiere al concepto de probabilidad —a menudo confundido con el de verosimilitud—, éste “concierne a la existencia de razones válidas para juzgar como verdadero o como falso un enunciado”, esto es, se limita a proporcionarnos información acerca de la verdad o falsedad de un enunciado.De las consideraciones anteriormente expuestas, podemos concluir con la idea de que no solamente tiene sentido hablar de verdad en el contexto de un proceso y, en concreto, en el proceso civil —verdad, recordemos, relativa, objetiva, razonable, única y como correspondencia—, sino que tiene pleno sentido en tanto en cuanto un proceso sin verdad no sería justo, más bien todo lo contrario, injusto. Desde este punto de vista, se puede perfectamente sostener, como justamente ha puesto de relieve Taruffo, que “la verità non è importante: è inevitabile”, puesto que “si no hay verdad en el contexto procesal, no hay Justicia, porque entonces estaríamos ante un juicio puramente arbitrario, no controlable.

[7] Cfr. La entropía desvelada”. Ed. Tusquets, Barcelona, 2011.

 

[8] Frase tribuida a Baltasar Gracián.