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Por simple curiosidad he echado una ojeada a las ciudades capitales de los cincuenta estados de los Estados Unidos de Norteamérica y me he encontrado con que la capital del estado de Nueva York, no es Nueva York sino que es Albany; la capital del estado de California, donde están San Francisco, Los Ángeles y San Diego, es Sacramento; la del estado de Florida, no es Orlando sino Tallahasee, la de Tejas, no es Dallas, ni Houston ni El Paso, sino Austin; la de Michigan, no es Detroit sino Lansing y la de Illinois, no es Chicago sino Springfield. Para qué seguir. En USA ser capital no tiene importancia económica, la vida no se desenvuelve alrededor de la capital, la iniciativa privada no tiene reglamentaciones que la sofoquen.
Si ahora damos un vistazo a España, vemos que las capitales de las Comunidades Autónomas o de las Provincias son el centro de la intervención en todos los aspectos de la vida y precisamente por eso, generan malestar y rivalidades estériles como Gijón con Oviedo, Cartagena con Murcia incluso Motril tuvo sus épocas de rivalizar con Granada. El problema deriva de que la toma de decisiones pasa por la capital que limita o asfixia el natural crecimiento de los puertos o poblaciones que podrían desarrollarse endógenamente. Hay casos donde no ha ocurrido lo anterior como Santander, que ha orientado las instalaciones industriales a 22 km de la capital, en Torrelavega, manteniendo la capital dedicada al sector servicios, universidad, turismo y a disfrutar del mar. Tampoco Pontevedra ha limitado el crecimiento de Vigo y Cádiz, quizás porque su situación geográfica dificulta el crecimiento, no ha estorbado el desarrollo de Jerez de la Frontera.
Todo esto es significativo de la dependencia de las Administraciones que tenemos en España, lo que se refleja en el porcentaje de población de la Comunidad Autónoma que vive en la capital, así en Zaragoza vive el 50,5% de los aragoneses; en Madrid el 48%, en La Rioja el 47% y en Valladolid el 12,33% de los castellanoleoneses. Las dos Comunidades Autónomas que menos concentración tienen son las que tienen un poblamiento disperso: Galicia y Asturias. Las provincias despobladas, no destacan en cuanto a la concentración, porque tienen poca población para concentrar, pero de las ocho provincias más despobladas, dos son de Aragón, y cinco de Castilla y León. Las capitales de las Comunidades Autónomas, al ser sedes de la burocracia acumulan población y al tener más población ofrecen más y mejores servicios y por eso acogen a un mayor porcentaje de población de su poco poblado, o despoblado, territorio.
¿Qué conclusiones se pueden sacar de lo anterior? Pues que en USA, país sin nombre o con denominación por sigla, tiene prioridad la iniciativa privada, no cuenta con un exceso de reglamentaciones administrativas que dificultan la actividad, y las personas gozan de mayor libertad de movimientos para la actividad económica. Los países europeos, es verdad que tienen la ventaja de gozar de una seguridad social universal, pero también tienen la que soportar la excesiva reglamentación y regulación de toda actividad, con un sector público hipertrofiado y en pleno crecimiento, plagado de funcionarios que de modo sorprendente y contradictorio externalizan la mayoría de sus funciones.
En nuestra historia las capitales siempre fueron importantes, como en la época visigoda lo fueron, Mérida, Barcelona o Toledo, y después la ausencia de capitales durante la reconquista, respondía a la conciencia de las coronas de estar inmersas en un proceso itinerante hasta conseguir conquistar el reino de Granada. El establecimiento de la capital en Madrid por Felipe II, adquirió después con el centralismo absolutista de la dinastía borbónica un perfil mayestático, cuyo exceso generó muchos de los problemas actuales. Quizás el que los Estados Unidos de América dependan poco de las administraciones que actúan en las capitales de sus estados, obedezca a que ellos también se formaron desplazándose, aunque en este caso lo hicieran hacia el oeste y por motivos exclusivamente económicos así que persona a persona, familia a familia iban expandiendo su presencia sin intervención alguna de los políticos. Así formaron los Estados que paulatinamente se fueron asociando a la Unión, manteniendo su condición de Estado, y sólo le fueron asignando competencias al Presidente cuando el tema lo aconsejaba, como fue el establecimiento del dólar y las cuestiones relativas a la guerra. Así se gestó la poca dependencia de las administraciones
¿Qué hacer entonces en España? Primero: Resulta conveniente descentralizar la administración potenciando Diputaciones provinciales, dotándolas de parte de los recursos que actualmente disponen las Comunidades Autónomas. Las Diputaciones saben lo que tienen que hacer en sus provincias; segundo: darle unidad a la nación española, recuperando competencias que nunca se debieron traspasar a las Comunidades Autónomas, como son la sanidad, la educación y demás actuaciones públicas que afectan a varias Comunidades Autónomas, como el Plan Hidrológico y tercero: disminuir la intromisión del sector público en todas las actividades de la vida, aligerándolo y disminuyendo o eliminando muchas de las trabas administrativas que padecen los empresarios y los autónomos en sus iniciativas.
José Luis Montero
Ingeniero Agrónomo
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Ingeniero Agrónomo.
A lo largo de su trayectoria profesional, Montero Casado de Amezúa ha desempeñado diferentes puestos de responsabilidad en el Ministerio de Agricultura, como jefe provincial del IRYDA en Cáceres (1981-1985), subdirector general de Coordinación Institucional (2002-2004), director general de SEIASA (2012-2014) o vocal asesor en la Dirección General de Desarrollo Rural (2014-2020), entre otros.
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