21/11/2024 11:34

No es una crisis más. Ni siquiera sólo del campo. Ni es nueva. De lo que se trata es de matar nuestro sector primario europeo y, casi más, del español; aquel que Francisco Franco dejó a su fallecimiento siendo el más completo y potente de toda Europa. Por eso, porque por fin le han visto las orejas al lobo, protestan los agricultores, ganaderos y pescadores. Aunque mucho me temo que lo hacen muy tarde y muy mal.

Y es que todo lo que ocurre ahora, es decir, esa muerte inducida de nuestro sector primario es producto de unos barros que han derivado en los lodos actuales sin que se les diera importancia hasta que el hecho está, prácticamente, consumado, y el remedio, por diversas causas, es muy, pero que muy difícil.

Hagamos memoria. Todo comenzó en 1972 con la Cumbre de la Tierra de Estocolmo, primera conferencia mundial sobre el medioambiente, auspiciada por la ONU, claro, con la que dio inicio lo que llamaron entonces “Diálogo entre países industrializados y en desarrollo sobre el vínculo entre el crecimiento económico, la contaminación del aire, el agua y los océanos, y el bienestar de las personas del mundo”; ¿ven por dónde comenzaba a ir la cosa? Siguió con la celebración en 1979, en Roma, de la Conferencia Mundial sobre Reforma Agraria y Desarrollo Rural; su nombre lo decía todo, pero la mayoría no lo quiso ver. En 1993 llegó el Tratado de Maastrich, ese que nadie votamos, por el que se creó la figura del “ciudadano europeo” dejando de ser, por ejemplo, españoles, asumiendo Bruselas, a costa de restar soberanía a nuestras naciones, algo tan esencial como es toda la autoridad en exclusiva para negociar y firma acuerdos comerciales con terceros países, especialmente con los en desarrollo; más claro el agua. Después vino en 1997 el denominado Protocolo de Kioto de reducción de emisiones de Gases de Efecto Invernadero; nueva patraña, pero hecha con toda intención. Y, finalmente, la guinda del pastel globalista, la aprobación en 2015 de la Agenda 2030 de cuyos 17 objetivos cuelgan 169 metas entre las cuales están, ojo al dato: a) Aumento de las exportaciones de países en desarrollo, b) Acceso a mercados para países en desarrollo, c) Inversiones en países menos desarrollados, d) Aumento de ayudas para el comercio en países en desarrollo, e) Fomento de corrientes financieras para países en desarrollo, f) Facilitar la migración y políticas migratorias ordenadas. Todo ello, teóricamente y como vemos, con un supuesto fin buenista en beneficio de países en desarrollo, pero en realidad en perjuicio de los nuestros, entre ellos España.

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Todo lo anterior, que además están llevando a cabo de forma metódica y sistemática desde hace décadas, con la ayuda entusiasta de nuestras vendidas, corruptas y traidoras élites -en España el PSOE y el PP que han sido los que nos han gobernado y que son lo mismo-, es lo que ha llevado a implementar toda una amplia gama de políticas que poco a poco, y como el que no quiere la cosa, han ido en detrimento de nuestro sector primario en general, especialmente del agrícola y ganadero, sin olvidar al pesquero, ahogándolo y destruyéndolo como hoy vemos. Hecho en el que, por cierto, y todo hay que decirlo también, han sido herramientas fundamentales y muy eficaces, atención al dato, las subvenciones, trampa para productores incautos de dicho sector primario –o irresponsables y ambiciosos-, a las que se acostumbraron y de las que vivieron muy bien sin trabajar, que han sido pan para el momento, pero hambre para hoy, como vemos, y son hambruna para mañana. También lo han sido las grandes asociaciones sindicales del sector, todas ellas viviendo de subvenciones administrativas varias, no de sus afiliados, que son, en realidad, oficinas de gestión de esas ayudas, al tiempo, y por ello, arma de domesticación de potenciales quejas o revueltas de los productores del sector primario.

¿Y todo para qué? Pues para beneficiar a los grandes consorcios globalistas internacionales que, mientras destruían lo nuestro, como hemos dicho, se adueñaban de los resortes de producción del sector primario de los países en desarrollo donde por los bajos costes y escasas prohibiciones -por ejemplo de pesticidas aquí, pero no allí, que ellos mismos impulsaron-, han aumentado sus beneficios exponencialmente gracias a lo dicho que figura en la Agenda 2030 de favorecimiento en todo a esos mismos países en desarrollo. De aquí la entrada prioritaria y masiva de productos del sector primario de ellos en los nuestros, España también, en detrimento de los propios. A lo que colaboran eficazmente cientos de lobbies que trabajan en Bruselas teóricamente a favor de dichos países en desarrollo, pero que en realidad lo hacen en beneficio de sus verdaderos y ocultos dueños que son, claro, los citados consorcios globalistas.

A lo dicho se une también el control que poco a poco esas mismas corporaciones globalistas han ido tomando de recurso tan esencial como es la gestión del agua, en España embalses, pantanos, cuencas hidrográficas, etcétera, para lo cual, y entre otras acciones, está la increíble destrucción de presas en ríos que llaman eufemísticamente “obstáculos”, medida que también figura en la Agenda 2030 y en la que España va a la cabeza a pesar de nuestra pertinaz sequía.

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Es decir, que lo que ha venido ocurriendo deliberadamente sin que nadie o muy pocos lo advirtieran, ha sido empobrecernos a nosotros favoreciendo a los países en desarrollo, pero tampoco para desarrollarlos, sino sólo con el objetivo de dominarles y sangrarles a ellos, y dominarnos y destruirnos a nosotros vía lo más importante para el ser humano como es la alimentación, lo que además de enormes beneficios para dichos consorcios globalistas, les permitirá en breve controlar y regular a su antojo la vida de todos nosotros e, incluso, la muerte, es decir, cuántos de nosotros podremos existir, eso sí, según sus cálculos e intereses; en lo cual cuenta también mucho la implementación de las terribles políticas del aborto, eutanasia, epidemias reales o ficticias, etcétera.

La destrucción del sector primario que hoy vemos les es también esencial porque el control de los que viven de él y en él es más difícil, por varias razones como su dispersión, apego a tradiciones, etcétera, que el de los que vivimos en las ciudades.

Por lo dicho, matar el campo, matar el sector primario como se viene haciendo con la colaboración entusiasta, repito, de nuestros dirigentes de todo color político, es pieza fundamental del globalismo totalitario que se nos impone y ahoga cada día más y más.

En mi opinión, las revueltas de estos días, por carecer de dirección, organización y objetivos políticos claros, que deberían ser el de derribar no sólo este gobierno, sino el sistema en sí, a nada van a conducir, porque, además, sus debilidades citadas van a ser explotadas desde dentro y desde fuera por los de siempre, neutralizando las revueltas y dejándolas en la nada, además de que, en mi opinión, llegan ya muy tarde y mal.

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Francisco Bendala Ayuso
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rozas45

Garrulazos boinaroscas palilleros turisteando por los Mandriles como si fuera una concentración de «Tining tractoril», bosiferando sandeces, gastando gasoiles y regalando insumos a ciudadanos listillos y aprovechados. La pelea contra los emprosaureos de las grandes cadenas, los camiones, los aviones y barcos que traen mierda envenenada sin garantías y contra los que firman los decretos cobardemente a cambio de sueldos vitalicios. Tractogarrulos con afán de portagonismo, manejados por aldeanos manolazos del bombo. Menos mantras por megafonía y pancartas ridículas, mas purines SP95 y yesca purificadora.

Alvar

Hombre, y si estuvieran organizadas y lideradas por alguien enseguida la descabezarían, algo en lo que son maestros estos judiones, pues llevan siglos de experiencia.
De todas formas en España no saltará la liebre, se nos adelantarán otras naciones un poco menos degeneradas, tal vez Francia… quién sabe.
La espontaneidad es marca de la casa en España, y si 40 tractoristas dicen que tiran abajo la moncloa, la tiran.

rozas45

Ojalá tengan aguante y valor para ajusticiar a sus torturadores «cumpleagendas»

Hakenkreuz

No se puede engañar a la gente con falacias. Las cosas no son así.

No se puede poner aranceles y prohibir las importaciones de alimentos de países americanos, africanos y asiáticos, porque si se hiciese, evidentemente, el sector agrícola español, excelente en cuanto a calidad, se vería muy beneficiado, pero a costa de destruir la poca industria que le queda a España, pues esos países americanos, africanos y asiáticos, prohibirían o pondrían aranceles prohibitivos a la importación de vehículos, maquinaria, productos industriales, etc., procedentes de España, en respuesta a ese proteccionismo agro ganadero que reclaman los tractoristas y campesinos movilizados. Esa es la razón por la que el proteccionismo NO se puede aplicar. Entérense ya de una puñetera vez los demagogos y falaces de todo jaez. Si se prohíbe la importación de alimentos del exterior, adiós industria, que vive, en enorme medida, de exportar el producto al exterior, y dos millones de empleados industriales al paro y a depender de la industria extranjera, con lo que todo ello puede acarrear para toda la economía. Franco también dejó a España como octava potencia económica industrial, con sectores, como el naval, entre los primeros puestos del mundo. Es tal cual. Que no vendan otra moto, que no es así.
Hoy el proteccionismo no es posible si se quiere salvar la poca industria que va quedando en España. El comercio internacional exige reciprocidad, no hay otra. Aparte, las decisiones de política comercial dependen de la UE, no de España. Y eso será así gobierne el partido que gobierne, mientras exista la UE. Se ha cedido la soberanía de política económica a la UE, a todos los efectos, porque la UE también importa alimentos y productos industriales españoles (que podrían desaparecer con la UE). Volver a la autarquía radical, esta vez por propia voluntad, NO impuesta como la que padeció el Régimen de Franco en su primera década (esta sí, impuesta por las demás naciones y la ONU, que nunca jamás deseada por el Régimen en absoluto, que fue víctima del odio exterior al mismo, especialmente desde 1946), no parece una solución mínimamente sensata si lo que se pretende es que millones de españoles tan siquiera puedan comer (quizá los rojos quieran matar a los de derechas de hambre en un holodomor y los de derechas lo propio con los rojos, y cada vez más españoles estaríamos encantados que lo hiciesen recíprocamente, pero no podemos contar aún con ello, pues uña y carne son en sus empresas, dependen unos de otros).
¿Ha de vivir bien y holgadamente el tractorista rural, el campesino, el ganadero, el pescador, a costa de matar de hambre al que vive de la industria?¿Queremos una guerra civil de sectores o es que somos tontos y cortos y no entendemos porque no queremos entender que no se puede hacer demagogia con el pan de la gente solo por cochinos intereses políticos de otros partidos que harán exactamente igual que los actuales? Sigan ustedes sembrando más cizaña, verán qué bien la aprovechan los rojos de la lucha de clases, sexos, razas, feminismos, lgtbi+, para instigar la lucha del campo contra la industria por puro interés político. Aquí parece que todo el mundo político trabaja para satanás, para el socialismo rojo o de mercaderes.

España es aún el segundo país de Europa productor de automóviles y uno de los mayores exportadores del mundo. La industria del automóvil tira de miles de pequeñas industrias auxiliares regionales y locales. Si la industria del automóvil desaparece, España va a volver a los años de la Segunda República en cuanto a nivel de vida (muerte por hambre). Los tractoristas y campesinos defienden lo suyo, lo cual es humanamente comprensible, pero no deben olvidar lo que no se puede hacer, lo que es imposible. No se puede salvar lo propio hundiendo a los demás, matando a los demás y a otros sectores económicos.

El problema rural, de la agricultura, la pesca, la ganadería y el sector primario es el mismo durante décadas: exceso de producción (exceso de oferta) y reducción de demanda:
a) Se produce muchísimo más de lo que se demanda. Por eso los precios son cada vez más bajos, aunque lo llevan siendo décadas (en Europa desde los años sesenta). El escándalo de los excedentes agrícolas que se perdían o que eran enviados a África para paliar el hambre allí (y que generaron un estilo de vida totalmente dependiente en dos generaciones de africanos, de ahí que ahora quieran venir a Europa, a tener casa, paga, privilegios y bienestar gratis y sin trabajar, ni aprender el idioma ni formarse laboralmente, cosa imposible en un gran porcentaje de ellos) se mantuvo durante décadas por medio del socialismo rural de la Política Agrícola Común (PAC). Por eso dicen los agricultores y ganaderos que venden muy por debajo del coste, algo imposible en cualquier empresa competitiva (iría de inmediato a la quiebra y disolución), solo posible en la empresa socialista o pública, siempre despilfarradoras, a cuenta de expoliar a los contribuyentes. Lo que ocurre es que ese precio se veía compensado «adecuadamente» por las enormes subvenciones de la PAC, que permitían a los agricultores y ganaderos sobrevivir en un régimen semi funcionarial. Y de ahí que los agricultores, ganaderos y pescadores callasen durante muchos años, especialmente cuando el excedente era exportado a USA en periodos de carestía allí. Ahora que se producen recortes en el presupuesto de la PAC (porque el socialismo acaba quebrando, no solo en la URSS, es insostenible a largo plazo) es cuando más vivamente protestan, pues ahora sí que tienen que enfrentar el crudo y real problema de décadas de la sobreproducción sin ayudas públicas-políticas (obtenidas robando con impuestos a toda la población, no se olvide esto, especialmente los católicos verdaderos, que robar no ha sido autorizado por Dios).
A todo esto, la productividad por hectárea no ha parado de crecer, los alimentos transgénicos (resistentes a sequías y plagas) se han generalizado (con un impacto en la salud de los consumidores oculto, incluso haciendo pasar el producto como natural con etiquetas falsas) para hacer rentable la labor agrícola (quien sabe si envenenando a largo plazo a los consumidores de esos alimentos) al no perderse cosechas por condiciones meteorológicas o de plagas. El acceso a los mercados extranjeros para piensos y productos que aquí en España no se producen, han abaratado muchos imputs del sector agrario, aumentando la producción global. Además, la PAC, corruptísimamente gestionada con criterios políticos y arbitrarios, ha generado incentivos perversos para producir lo que incluso no se consume o para dejar de producir (pagar para que no se trabaje, mayor disparate imposible).
b) La demanda se ha visto reducida por una serie de razones:
Razones de comercio exterior. USA ha puesto aranceles a las exportaciones europeas (españolas principalmente), pues considera, no sin falta de razón, que el sector agrícola europeo, a diferencia del de USA, compite allí de modo desleal, al estar subvencionado con la PAC. Los agricultores de USA no reciben dinero público y se quejan de no poder competir con el dumping que supone poder hundir los precios de exportación compensados con la PAC de los productos europeos (principalmente españoles), muy generosa para los exportadores para dar salida a los excedentes. Por ello, se ha practicado una política proteccionista selectiva por una nación como USA para compensar los efectos demoledores del socialismo de la PAC, una política proteccionista que USA sí puede permitírsela, no sin un elevado coste que ellos sí pueden asumir, España ni por asomo. Y ahora solo demanda productos europeos cuando allí hay malas cosechas. La reducción de la demanda USA (como de muchos otros países fuera de la UE), ha afectado mucho al sector agrícola español.(./.)

Hakenkreuz

La demanda de productos agropecuarios españoles por parte de otros países europeos comunitarios y extracomunitarios también se ha desplomado debido a la dictadura terrorista ecologista de la secta del cambio climático y sus poderosísimos adláteres, que han impuesto regulaciones muy onerosas a productos típicamente mediterráneos, de gran demanda fuera de España, pero que soportan tasas ecológicas (por ejemplo, la sandía y el melón, muy demandados en centro Europa y el norte del continente, que son muy penalizados por su elevado requerimiento de agua) que encarecen los productos hasta hacerlos incluso prohibitivos para la mayor parte de familias de la UE y de países como Suiza, UK, Noruega y otros extracomunitarios europeos y de fuera (Australia, Nueva Zelanda, Japón, etc.). En este aspecto, las demandas de equiparación de requerimientos sanitarios de los agricultores y ganaderos españoles sí tienen razón, pues muchas de esas tasas a productos agropecuarios por razones estrictamente ecológicas son injustas a todas luces e impuestas por razón ideológica y por intereses ocultos de destruir la agricultura española para utilizar el suelo en otros usos. Lo malo es que lo que dispongan otros gobiernos soberanos, muy sensibles al voto ecologista en sus democracias, no puede ser derogado por España (aunque a España, esos gobiernos sí le pueden imponer el sacrificio de los españoles a cambio del cada vez mayor bienestar y riqueza de esos otros países ricos de la UE, que son los que mandan y ordenan), que no tiene apenas peso en la UE, donde sus intereses cuentan menos que los de los demás países de la unión, pues España no es, a diferencia de los otros miembros (incluso Hungría), un país soberano, sino una nación vendida por sus mercaderes y políticos, como el Señor fue vendido por Judas Iscariote (España es la única nación de Europa en la que los políticos, a sueldo de intereses antiespañoles, llevan a los españoles a la muerte, al matadero, a cambio de su vanagloria). La deuda pública impagable impide esa soberanía e independencia (además de los gastos en pensiones, subvenciones a centenares de miles de empresas, subsidios de desempleo, nóminas de funcionarios, compra masiva de votos, etc., impide que España sea soberana, estando al arbitrio de poderes extranjeros, independientemente de quien gane las elecciones, por mucho que a los votantes, culpables ante Dios y ante los demás, se les engañe con otros argumentos falsos).
A todo esto, hay que añadir el boicot continuo que desde años atrás ejerce Francia contra los productos agropecuarios españoles con total impunidad, que fuerzan a los países al norte de los Pirineos a ejercer una política proteccionista en lo sanitario, dentro de la propia UE, contra los productos españoles (algo que vulnera incluso los mismos fundamentos de la UE y prueba inequívoca de que España, ya desde 1986, no es más que una nación esclava y rehén de intereses de otros países dentro de la UE como consecuencia de la prostitución de todos sus políticos a ese macro ente de corrupción y colonial, que hace que los españoles sean ciudadanos europeos de última categoría). Las alegaciones que hacen desde Francia se deben al proceder de algunos productores españoles corruptos, que producen en Marruecos, importan, y luego ponen etiquetas de «producto español», pero no es el caso de la totalidad de agricultores.

En suma, menor demanda externa, exceso de producción artificialmente sostenida por el socialismo agrario de la PAC, ecologismo terrorista antipoblación que tiene engañada a la mayor parte de la población con el «dogma» del «calentamiento global» y competencia antisaludable creciente de productos agropecuarios de países extracomunitarios como Marruecos, China y otros países tercermundistas que producen alimentos de peligrosísima calidad, cuando no mortales, para la salud de los consumidores (por ejemplo, verduras, legumbres y hortalizas regadas con aguas fecales, productos cárnicos elaborados a base de hormonas dañinas y cancerígenas, letales para el consumidor, etc.), han hecho del sector agrícola español, un sector que solo puede competir en calidad, diversificándose y adaptándose a sobrevivir sin subvenciones, como cualquier otra empresa privada, teniendo que asumir cada vez más que debe hacer llegar el producto, una vez pasado el adecuado control sanitario para evitar envenenar al consumidor (que ninguna culpa tiene de lo que dictan los políticos), directamente de la explotación agropecuaria a los mercados locales de cualquier ciudad, que deben autorizarse por todas las autoridades (para que los consumidores le compren el producto directamente al agricultor o ganadero, sin tener que mediar superficie comercial alguna), sin mediar transportistas-distribuidores (la función del transporte y la distribución debe ser internalizada o integrada verticalmente por los agricultores y ganaderos, individualmente o en asociaciones) o tiendas y supermercados. En países como Alemania, por ejemplo, los Wochenmarket son tradición al menos un día a la semana, permitiendo vender el producto agrícola directamente del agricultor al consumidor final.
Además, esa es la forma de que sobreviva el agricultor y ganadero minifundista, que es el que produce y siempre ha producido con la mayor calidad y el que trae al mercado los productos más sanos, naturales y mejores, además de no depender de las subvenciones socialistas y corruptas de la PAC. De hecho, la única posibilidad de evitar el hambre en España es promover otra vez la agricultura minifundista, de tan benigna influencia en varias generaciones de españoles.
También es absolutamente necesario crear, como en USA desde hace más de cincuenta años, unos mercados europeos de futuros y opciones agrícolas sobre determinados productos (cereales, aceite, cítricos, frutos secos, frutas, etc.), en los que los agricultores puedan garantizarse un precio a sus cosechas, orienten sus decisiones de inversión agraria en función de las señales de éstos mercados y logren liquidez atrayendo a inversores de otros mercados financieros.

En cualquier caso, el futuro de España, si lo tiene, no pasa por la Unión Europea, de la que España no es miembro, sino esclava vendida por sus asquerosamente corruptos demócratas líderes políticos de todo signo, como los líderes políticos alemanes de la Rep. de Weimar vendieron Alemania a intereses extranjeros a cambio de su poder en esa malhadada república corrupta y de creciente miseria, hambre, muerte y degeneración.
España tiene que buscar su lebensraum económico hacia la América española, buscando una integración con ella, pues la América española tiene un brillante futuro si se mantiene allí la fe en Cristo, y no seguir tratando de mirar hacia el norte de los Pirineos, donde siempre ha sido horrorosamente maltratada, desangrada, arruinada y sigue siéndolo, por naciones de anticristos que no son más que enemigas desde los tiempos del turco hasta el Día del Juicio Final, ya sea UK, ya sea Francia, ya sea Bélgica, Holanda, Suiza, países escandinavos y la Alemania que sobrevivió violada en masa en sus elementos más cobardes y degenerados desde 1945.
El futuro de España, de su industria, de su agricultura y de su grandeza, pasa por volver a recuperar su unidad intercontinental, algo que es beneficioso para más de 600 millones de hispanohablantes, pues con unidad recuperarían su dignidad y prestigio. Una España de más de 600 millones de hispanohablantes gozaría del prestigio y el poder necesario para sacar a su población de la miseria y de la esclavitud, bajo un régimen católico patriota, como el de Franco. Con una Hispanidad unida, se acabaron las imposiciones para todas las naciones hispanohablantes, pues todas ellas padecen el mismo mal, el haber sido vendidas a la esclavitud por sus líderes políticos (el mismo problema tienen desde Río Grande hasta la Patagonia todas las otras naciones españolas). Unos líderes políticos conservadores pro anglodemócratas o pro marxistas, nunca fieles a nuestro pasado común y próspero en Cristiandad. Pero eso es algo a lo que se opone la ONU entera y todos los demás poderes mundiales, pues satanás no quiere una Hispanidad-Cristiandad unida. Sería su final y el de los suyos.

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