
Las aparentes intenciones de Trump, con los políticos nunca se sabe, respecto a la OTAN, han levantado ampollas en sus miembros europeos al pretender que su gasto militar se eleve del 2 al 5 por ciento. Pero donde ha causado un terremoto ha sido en nuestra nación a la que Trump ha señalado por ser, y es verdad, la cola de las colas en cuanto a dicho gasto. La reacción del sátrapa Sánchez, de su partido y de sus anexos ha sido violenta arremetiendo contra tal propuesta como corresponde a su ideología, sectarismo e intereses pecuniarios legales e ilegales, para todos los cuales “sobra el Ministerio de Defensa”. La de la oposición, que no se opone a nada, Feijóo y el PP, Abascal y VOX, también la propia de quienes ni saben ni contestan, ni están ni se les espera, entre otras cosas porque ya sabemos que, para ellos, como dijo Rajoy, “el desfile es un coñazo”. Hasta aquí nada nuevo bajo el Sol.
Lo llamativo ha sido la reacción de los altos mandos militares que han filtrado a la prensa dos impresentables barbaridades y estupideces, además de falsedades, impropias de quienes se supone que no deberían caer, ni menos aún haber caído, tan bajo como los profesionales de la política.
De una parte, han dicho que de seguir España siendo el farolillo rojo, y con diferencia, en gasto militar de todos los miembros de la OTAN, Trump podría echarnos de ella, sabiendo, como saben, que en los estatutos de la OTAN no existe cláusula alguna por la que, por ninguna razón, tampoco la de ser moroso, se pueda expulsar a nadie. Lo que si se contempla es que alguien, voluntariamente, pueda irse, lo que no ha ocurrido nunca; otra cosa es que se le dejaran.
De otra parte, dichos mandos han declarado su preocupación porque debido a nuestra extrema morosidad Trump y la OTAN, en caso de ser atacada España, no acudieran en su ayuda. Pero ellos también saben que por el artículo 5º todos los miembros están obligados a acudir en ayuda de cualquiera de ellos que fuera atacado por terceros no miembros de la Alianza; otra cosa es que sabemos que quien decide son los EEUU, pues es quien manda en la OTAN por razones obvias múltiples, de forma que la OTAN acude sólo allá donde están en juego los intereses globalistas norteamericanos, no los del resto de sus miembros.
¿Pero quién puede atacar y dónde a España? Nuestra patria tiene un solo enemigo directo, declarado y que, aunque no queramos reconocerlo, está ya en guerra con nosotros y además nos ataca todos los días de una u otra forma, el cual tiene, para más inri, frontera física con nosotros: Marruecos; sí, frontera física en Ceuta y Melilla, sobre las que no hay que descartar que cualquier día ponga en práctica una “marcha de color” o incluso alguna acción militar. Pero nuestros mandos militares saben que cuando Juan Carlos I y el ínclito Felipe González nos metieron en la OTAN cometieron la ignominia y traición de dejar fuera de ella a dichos trozos de España que lo son tanto como Gerona, Lérida, San Sebastián, Ibiza y cualesquiera otros, para qué decir de la infamia de aceptar coaligarnos militarmente con el Reino Unido que ocupa militarmente otro trozo de nuestra nación como es Gibraltar, ante todo lo cual las FFAA callaron cubriéndose de… Así pues, en el caso de que nuestro único enemigo que potencialmente puede atacarnos, Marruecos, lo haga, la OTAN tiene todo el derecho del mundo a inhibirse; máxime teniendo en cuenta que Marruecos sólo lo haría previo consentimiento y apoyo de los propios EEUU de quien es aliado muy preferente, estando aún fresco el precedente de la Marcha Verde por la que consiguió que España le regalara el Sahara.
España debe salir de la OTAN en la que nunca debió entrar, pues su gran baza históricamente demostrada es la de la más estricta neutralidad, más aún dada nuestra disolvente deriva interna en todos los sentidos y nuestra inexistencia en el conjunto de las naciones que nos hace carne pasto de buitres insaciables, concentrándose en solucionar lo dicho y en combatir a nuestro único enemigo: Marruecos. La permanencia en la OTAN sólo nos ha prodigado implicarnos en conflictos que ni nos van ni nos vienen, de los que únicamente hemos cosechado fracasos militares, ingentes gastos, algunos muertos y enemigos donde nunca los teníamos y todo ello en defensa de los intereses de… los EEUU.
¿Pero entonces qué es lo que ha alarmado en realidad a nuestros manos militares? Pues que a Trump y a la OTAN les dé por reducir nuestra presencia en sus estructuras, lo que sí pueden hacer, lo que implicaría la pérdida de vacantes en la Alianza que son desde hace décadas donde los mandos militares hacen las carreras y facturan mayores salarios, lo mismo que en sus “misiones en el exterior” que es a lo que se dedican en exclusividad, bien que en cumplimiento de ese pacto tácito que tienen con los políticos que quieren unas FFAA reducidas y cuanto más lejos mejor –y los militares encantados de alejarse del amo como del mulo–, porque siguen bajo el influjo del antimilitarismo y antipatriotismo sembrado durante la Transición –por no decir del miedo a que a algún militar se le vaya la cabeza y decida poner este manicomio en orden–, así como también en que el gasto militar sea el mínimo porque donde ganan votos es gastando en otros conceptos.
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La II guerra mundial la ganaron los protestantes, los ateos, los judíos y los masones, es decir; todos los enemigos históricos de España.
¿Qué podíamos esperar? El franquismo fue un freno (relativo) temporal de lo que nuestros enemigos triunfantes iban a hacer con nosotros. La crisis modernista de la Iglesia posibilitó la degeneración de los católicos españoles (valga la redundancia), y unido esto a la traición interna de muchos hijos de Satanás nacidos en España (que no españoles sino sabandijas) ha dado la cosecha que «disfrutamos» ahora.
Para resurgir hay que destrozar primero el Nuevo Orden anglo sionista Mundial y limpiar la Iglesia de infiltrados y traidores.