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Cuando los gobernantes incitan al delito y a la perversión y protegen al delincuente y al pervertido y, por el contrario, oprimen y desamparan al ciudadano común, es como cuando el pastor llama al lobo y le abre el aprisco para que se sacie de sangre a costa del hato. ¿Por qué ocurre esto? Porque nuestros gobernantes son lobos disfrazados de pastores o incluso de corderos, y como alimañas genuinas ansían alimentarse de carne dócil, de borregos a los que, además, desprecian.
Y con razón, pues el tropel lanar acepta con absoluta mansedumbre la carnicería que están haciendo a su costa y que en los últimos tiempos se ha desatado. Es sorprendente cómo un rebaño de pusilánimes no sólo acepta el sacrificio con bochornosa sumisión, sino que, además, elige y reelige a sus victimarios, a las bestias que los están despedazando.
El último ejemplo de inmolación ciudadana lo acaba de protagonizar, pertrechado con una catana, un terrorista islámico protegido por nuestros dirigentes, pues le abrieron nuestras fronteras, le permitieron que okupara una vivienda y se provisionara de un sable de combate, le alimentaron y respaldaron, por acción u omisión, y le mantuvieron conviviendo con el común, sin expulsarlo del país, a pesar de la amenaza que por sus antecedentes suponía.
¿Y ahora qué? Pues nada, a seguir permitiendo la degollina.
¿Hasta cuándo han de darles crédito los votantes a sus exterminadores? ¿Hasta cuándo seguirán comiendo pienso pepero y socialista? Es imprescindible y urgente en España un anatema al bipartidismo PSOE/PP, destinado a evitar que Feijoo sea el hombre de paja de Sánchez y ambos lo sean de los amos del NOM -Soros y compañía-, y de sus medios de comunicación. Porque el PP tiene en su programa un proyecto de nuevo orden, como lo tiene el PSOE, y repite y confirma todas las disposiciones y leyes socialistas y, más allá, globalistas.
Ambos tienen en marcha la ejecución de las agendas oligárquicas que, bajo el pretexto de proteger la felicidad de los borregos cornudos y apaleados, pretenden imponer una censura política y unas tendencias sexuales a todos aquellos que sobrevivan a sus pandemias genocidas, siempre y cuando se ajusten al libro de estilo de dichas agendas. Mientras que a los renuentes tendrán que fusilarlos directamente.
Insistamos, pues, aunque sea inútil: PP y PSOE -más sus cómplices frentepopulistas-, aparte de sus aberraciones particulares, que son numerosas, tienen unos ideólogos comunes: los señores del NOM, esos plutócratas oligofrénicos, enemigos de la humanidad.
Con ellos en el poder y con una mayoría ciudadana que los mantiene en él, las imposiciones del adoctrinamiento LGTBI y los ataques a la vida, a la Cruz, al idioma español, a las fronteras, a la libertad y a la verdad seguirán multiplicándose. Como seguirán multiplicándose las matanzas. Es imprescindible enfrentarse a la voracidad de estas fieras financieras y políticas, a la tiranía del marxismo cultural y a las derechas cómplices, y, en consecuencia, resulta imperativo no votar al PP ni al PSOE, los principales culpables del estropicio.
Ni el frentepopulismo ni el PP van a querer oír nunca, y menos hacer, algo que vaya contra las agendas pergeñadas por el Sistema, ni contra el Sistema mismo, que ello sería ir contra su natural voluntad y contra su provecho. Pero esa vocación de los bipartidistas es algo que la sociedad -el electorado- no es que no lo vea, es que no lo quiere ver, ayudado, eso sí, por la venal propaganda mediática. Y así llevamos años en el pozo y en el matadero. Y los que llevaremos, si esa ceguera electoral no desaparece.
Una sociedad así está condenada al exterminio.
Autor
- Madrid (1945) Poeta, crítico, articulista y narrador, ha obtenido con sus libros numerosos premios de poesía de alcance internacional y ha sido incluido en varias antologías. Sus colaboraciones periodísticas, poéticas y críticas se han dispersado por diversas publicaciones de España y América.
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