«Si bien es cierto que se empieza a apreciar un claro saneamiento al alza en el sector financiero español, la prudencia sigue siendo la más rentable y acertada como escudo económico».
Estamos en un momento en que la Bolsa española ha perdido la confianza debido a la nefasta gestión y peor gobierno del Ejecutivo de Pedro Sánchez. Bien es verdad que no faltan escaramuzas e intentos de asomar la cabeza, pero el montante más fuerte no se hará realidad al menos hasta que se disuelva el actual Gobierno en España y que Donald Trump tome posesión, así como empecemos a conocer sus prometidas políticas tras los tumbos y volantazos de Joe Biden en la política estadounidense. Si bien es cierto que se empieza a apreciar un claro saneamiento al alza en el sector financiero español, la prudencia sigue siendo la más acertada como escudo económico.
A algunos les vendrá de perlas la rebaja continuada de los tipos, sobre todo a quienes invierten en primera vivienda y recurren a hipotecas, pero otros no dejarán de jurar en hebreo y arameo porque sus acciones no acaban de levantar, sus fondos no se rentabilizan como lo hacían hasta hace un año y «los dividendos son de risa contenida». Es evidente que en economía nunca llueve a gusto de todos por igual, pero tampoco en otros sectores productivos y de servicios.
Las entidades financieras se frotan las manos, bailan jotas e introducen la mano en los bolsillos de la clientela antes de que ésta reaccione. ¿No lo creen? Veamos: antes de que acabe el ejercicio económico 2024, esas entidades españolas habrán liberado o enajenado alrededor de 11.000 millones de euros de los conocidos como “activos tóxicos”. Además de eso, en lo que falta para acabar el ejercicio 2024 pueden enajenar casi otros 7.000 millones, según datos consultados. Si esa alza alcanza o supera el 17%, que nadie se moleste si el Gobierno eleva el impuesto especial y transitorio (ya es fijo, según el Gobierno) a los bancos; considero que es justo y necesario, aunque siempre acaba pagándolo el usuario y no la entidad, con lo que las aludidas entidades sacan la lengua al Gobierno y hacen la peineta al Ministerio de Hacienda.
Entiendo que esas desorbitadas ganancias son todo un mérito de las entidades porque, en momentos de incertidumbre y en escenarios casi estancados, no es fácil operar con fondos, acciones y otros compromisos financieros a corto y medio plazo y, por supuesto, no hablemos del largo plazo porque nadie quiere la inversión larga en este momento. El sentimiento de inestabilidad lleva al caos del inversor y a un mercado trágico para los bancos. Consulten los datos de Cataluña en cuanto a empresas que se marchan y las que llegan.
Si bien es cierto que el saneamiento se inició en el ejercicio 2012, o tal vez en 2013, con una necesidad imperiosa de deshacerse de la toxicidad que acumulaban algunas entidades, no creo que hoy sea tan apremiante sacarlo todo al mercado porque el ladrillo sube y la inversión se ha acelerado en más de un 40% con la bajada de tipos. Leía hace unos días en la prensa económica que «desprenderse de esos créditos era obligado, ahora en cambio los balances muestran una sólida posición y la morosidad está contenida».
Si en su momento las entidades se vieron desbordadas por los productos tóxicos, no es conveniente desacelerar la inversión en los tóxicos, fundamentalmente por el elevado coste de mantenerlos. Sin duda, no hay razón para desincentivar al inversor como no hay razón para rebajar, y mucho menos anular, el impuesto a la banca. Precisamente ésta tiene un importante aliado en la bolsa española: los dividendos.
Alguno me dirá que la bajada de tipos hará que nos sintamos perjudicados por la rentabilidad que abona la banca. Y es cierto, pero eso no va a hacer que la banca pierda su fuerza en bolsa, aunque la línea que llevamos con el IBEX35 y el mercado continuo tampoco es para lanzar cohetes o celebrarlo a lo grande; llevamos mucho tiempo recogiendo sobras y miserias en lo que a dividendos se refiere, no así la propia banca.
Dudo que lleguemos a tener el lanzamiento en nuestra Bolsa de las conocidas como “small caps” en los EE.UU. Allí al recortarse los tipos se van a ver beneficiadas las pequeñas cotizadas o firmas. Sin duda, éstas sufrirán un importante empuje con la llegada de Donald Trump, además de las presumibles bajadas de impuestos, sin olvidar los aranceles que se pondrán a las importaciones. Los expertos dicen que su momento en Bolsa llegará con Trump. Veremos.
Con la desestabilización existente en España no vamos a ver rentabilidad importante ni siquiera en los dividendos. El desastre de Gobierno que tenemos está más para bombardearlo que para esperar algo positivo de él. Fíjense hasta dónde llega su torpeza y mediocridad que casi el 45% de las ayudas a la DANA del mentiroso presidente, Pedro Sánchez, deberán devolverlas los posibles beneficiarios. ¿Camino a seguir? Imagínenselo.
En fin, al menos una noticia positiva para el país. La mejor posible para los funcionarios beneficiarios de MUFACE. Varias entidades se han planteado licitar en la próxima convocatoria del Ministerio de Transformación Digital y Función Pública. Esa dirección general ya ha desechado el informe de Sanidad por desconocimiento del tema.
Desde Brasil, Pedro Sánchez, ha reclamado a sus socios mayoritarios del desgobierno que dejen trabajar a los órganos competentes de Función Pública y paren de enredar desde SUMAR.
Tras esa llamada de atención, observen por la ventana y comprueben cómo Ernesto Urtasun y Mónica García ya están mirando a Cuenca, con el orto abierto y en mute, por si acaso.
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