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Nuestro recorrido por los caminos de nuestra España eterna, para conocer sus costumbres y tradiciones más singulares, nos lleva hoy a la tan querida y familiarmente unida a nosotros localidad de La Cañiza.
En este hermoso municipio pontevedrés, donde reposan los restos de una buena parte de mi saga familiar, cada 8 de septiembre se vive una de sus fiestas de mayor singularidad, plasticidad y colorido: la romería de Nuestra Señora de la Franqueira.
La imagen de Nuestra Señora, tallada en piedra y posteriormente policromada, se cree que data del siglo XI y su estilo es de transición entre el románico y el gótico.
Son los días 7, 8 y 9 de septiembre de cada año cuando tiene lugar esta singular romería que alcanza su punto álgido el día 8, fecha en la que la iglesia católica celebra la Natividad de Nuestra Señora, la Virgen María.
Ese día, tras la solemne Misa de las doce de la mañana, entre profusión de bombas de palenque, sale, del templo donde se venera, la imagen de la Virgen de Franqueira, conducida sobre un carro típico del país, tirado por una pareja de bueyes.
Delante de la imagen cuatro parejas de danzantes, vestidos de forma muy vistosa y singular, al son de la gaita, interpretan cuatro danzas todas ellas distintas y de mucha complejidad en su ejecución.
Iniciado el recorrido de la procesión, el cortejo se detiene ante un escenario montando al efecto, donde tiene lugar, ante la imagen de Nuestra Señora el singular espectáculo que ofrece el drama de la lucha del cristiano contra el moro.
Su origen es una vieja leyenda que de la que da fe un pergamino hallado en 1605 en el castillo de Gutierre de Altamira, levantado en el siglo XV en la localidad de Elche, en el que refiere la trama en cuestión.
El moro es un tal Birnarem y el cristiano representa a un militar vecino de La Franqueira que en la lucha contra la invasión musulmana fue hecho prisionero. En la prisión, el príncipe moro le ofrece toda clase de riquezas si con ellos desiste en sus constantes invocaciones a la Virgen de la Franqueira como protectora y defensora de las armas cristianas en la lucha por la Reconquista de nuestra Patria.
El cristiano no solo no acepta el ofrecimiento, sino que, enojado, responde al moro manifestándole que la Fe es lo único que importa y que sus creencias no están en venta ni admiten precio. Ante la falta de entendimiento, ambos personajes se retan dando comienzo a una lucha en la que el moro cae, finalmente, vencido a los pies del soldado cristiano y tras serle perdonada la vida, se arrepiente de sus pecados abrazando la fe cristiana.
Se trata de una de las pocas representaciones de Moros y Cristianos de cuantas se celebran en Galicia lo que le confiere una mayor singularidad.
Concluida esta escenificación, la procesión se retira al templo y la fiesta continua y los miles de personas que concurren a la romería abarrotan los puestos de pulpo y venta de rosquillas para degustar estos ricos productos, regados por los buenos caldos de la tierra, en un ambiente de fiesta.
El enfrentamiento entre el Cristiano y el Moro
El antiguo monasterio de la Franqueira data de 1063 y en 1144 recibe una importante donación del Rey D. Alfonso VII para los frailes Benedictinos que lo habitan, pasando, posteriormente, a la Orden del Cister.
En 1835, como consecuencia de las leyes desamortizadoras, desaparece la vida monástica de la Franqueira que ya no se vuelve a recuperar.
Con respecto a la descripción artística del templo, la iglesia consta de una sola nave dividida en cuatro tramos. Una vistosa torre, iniciada en el siglo XVIII, se halla en el costado norte de la construcción.
Al igual que sucede con otros cultos Marianos de gran devoción popular en diferentes partes de España, en la Franquiera cuenta la tradición que la imagen de la Virgen apareció de forma milagrosa en una cueva situada en una zona llamada» O Coto da vella».
Al parecer, tras el hallazgo de la imagen, los párrocos de las dos feligresías cercanas a dicho lugar entablaron un debate al tener ambos la pretensión de llevar la imagen para su respectiva parroquia. Este hecho provocó grandes discusiones sobre el tema, hasta que para dirimir semejante controversia, acordaron subir la imagen a un carro de bueyes, cuyos animales llevarían la cabeza tapada para que no pudieran ver absolutamente nada en su caminar. Hecho esto, dejaron a los bueyes, con plena libertad, para que se dirigieran hacia una u otra feligresía, sin mediar intervención de persona alguna, acordando previamente que la decisión de los animales sería respetada, de tal suerte que, allá donde se detuviesen por propia voluntad, sería el lugar donde había de quedar la imagen de la Virgen, para rendirle culto y devoción.
La danza antes Nuestra Señora de la Franqueira
Así se hizo y fue en el lugar donde se detuvieron los animales en el que se construyó el monasterio para dar culto a la imagen de la Virgen de la Franqueira.
Una preciosa tradición que, pasados los siglos, se mantiene vigente y que tiene su principal exponente en la romería que cada año tiene lugar en este emblemático enclave de la provincia de Pontevedra.
Un lugar, La Cañiza, que hay que visitar y una romería, la de Nuestra Señora de la Franqueira, la que hay que conocer.
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