10/11/2024 08:01
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Vuelvo a escribir sobre el imperio Arco Iris porque veo que nadie se atreve ni siquiera a mencionar las LETRAS que mandan en España… y porque los efectos de ese poder ya están alcanzando incluso a las «estrellas» del periodismo serio… Como es el caso de mi admirado Raúl del Pozo («ayer no se podía decir muslo y hoy no se puede decir marica»).

Porque lo que  las Redes Sociales, los tentáculos de los cinco colores, le están quitando es su tranquilidad mental y eso sí que es un símbolo de la nueva Dictadura, (la que ya tenemos encima los periodistas).

Pero antes de seguir, les recomiendo que lean la columna de hoy que firma Raúl del Pozo en El Mundo»

                                           EL PELIGRO DE ESCRIBIR

“Sin periodismo no hay democracia y aquí cada vez hay menos periodismo y menos democracia. Crece vertiginosamente el partido de los descontentos contra los políticos y los periodistas y también hay conflictos ente el Gobierno y lo que llaman prensa patriótica y caverna mediática. Se celebran a todas horas autos de fe o tribunales populares según quien maneje los bots en las redes sociales.

No solamente linchan a políticos sino también a periodistas a los que le ponen el saco de lana del sambenito; a otros los sentencian los comités de salud pública que nadie ha elegido. El espectáculo es apasionante para las calceteras y tricotosas y pavoroso para quien le toca ser devorado.

El Gobierno preparaba una nueva ley de secretos oficiales que se ha recibido  como una forma de censura. Pedro Sánchez insiste en su argumento de que el Ejecutivo y las fuerzas progresistas tienen enfrente un poder que no menor, que es el de las terminales mediáticas del poder y el dinero, aunque lo que está ocurriendo está por encima de los gobiernos y de los partidos. Es la nueva era de la comunicación en la que los algoritmos se apoderan de los fanatismos, los contenidos, los deseos, la publicidad y la difusión; se trata la industria y nos traga a nosotros mismo.

La mayoría de la gente joven no se mancha con el papel y se informan por las redes sociales donde cada día se practica la caza del hombre o de la mujer sin preocuparse de la verdad. La basura que utilizan, a veces se escuda en la nueva moral. La injuria es menos tosca que la de siempre. Ante esta amenaza diaria los que escriben practican la autocensura, el miedo a lo incorrecto y a la cultura de la cancelación. Sigue la mordaza: antes no se podía decir muslo y ahora no se puede decir marica.

Estamos a punto de volver a escribir artículos de costumbres que es lo que se hacía en el absolutismo y en las dictaduras más estrictas y peligrosas. Hemos vivido en los últimos cuarenta años los mejores días de la libertad, pero han llegado coacciones nuevas en nombre del progreso y el bien que convierten la escritura en un quehacer peligroso”.

Claro que lo que le está pasando a él fue lo que antes, hace ya muchos años, sufrió el que escribe estas palabras…

La primera vez que me llamaron «Facha» (hoy lo llaman «Fascista»)  fue ya cuando escribí contra el Proyecto de Constitución (1978) por incluir la palabra «Nacionalidades» y la Monarquía de Franco sin Referéndum, y eso  con Adolfo Suárez, el gran demócrata de toda la vida en la Moncloa.

Después cayeron sobre mí  las iras de las Izquierdas triunfantes cuando me enfrenté a la Ley que acabó con la independencia del Poder Judicial (CGPJ) («Montesquieu ha muerto», pues «que se joda Montesquieu») y a partir de ahí lo de «facha» me supo ya a libertad (a falta de libertad, se entiende, ya no me dejaron escribir más sino que me mandaron al paro)…

LEER MÁS:  Ser o no ser, ¡esa es la cuestión! Por Julio Merino

 Así que lo de hoy, querido Raúl del Pozo, es sólo un aperitivo de lo que te espera…y si no quieres perder el rincón de «El Mundo» y  hasta el Granado de tu patio ni se te ocurra escribir tres palabras contra los «chiringuitos» millonarios por las subvenciones de la LGTBI, el ya cuarto imperio económico del mundo.

Autor

Julio Merino
Julio Merino
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.

Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.

Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.

En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.

En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.

Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.

Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.