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Ante Pavelic, fue líder fascista de Croacia y marioneta de Hitler y Mussolini durante la Segunda Guerra Mundial. Sanguinario genocida, cuyos crímenes de guerra contra ortodoxos, serbios, judíos y gitanos superaron en crueldad a los de los mismos nazis, huyó de Croacia tras la derrota del Eje y acabó refugiado en Argentina al amparo de Perón. Tras una década de relativa tranquilidad, comenzó a sospechar de la infiltración en su entorno de los servicios secretos yugoslavos y voló a Madrid acogido por Franco. En su lecho de muerte, recibió la bendición papal de Juan XXIII. Murió en diciembre de 1959 y sus restos se enterraron en el cementerio Sacramental de San Isidro. Ahí siguen con la visita de los ultranacionalistas que mantienen su tumba como lugar de peregrinación. El 8 de mayo de 1945, las tropas rusas y los partisanos yugoslavos liderados por Tito entraron en Zagreb. Los Ustashas huyeron hacia Italia y Austria, para terminar refugiados en Argentina a donde llegaron por la misma ruta que usó Ante Pavelic, pavimentada por el gobierno peronista y el Vaticano. En cuanto a Vjekoslav Luburic, jefe del campo de Jasenovac, acabó en Benigànim (Comunidad Valenciana), donde vivió bajo la identidad de Vicente Pérez García. Montó una imprenta desde la que repartía propaganda ultranacionalista.

En abril de 1941, las columnas alemanas e italianas avanzaron sobre el reino de Yugoslavia. La abrumadora superioridad bélica y la traición de pro-fascistas protegidos por la iglesia católica local, les permitieron conquistar todo el territorio. De inmediato, nombraron un gobierno títere liderado por Ante Pavelic que pasó a ser el dictador del “Estado independiente de la Croacia católica”. Se forzó la conversión de los 3 millones de serbios que, en su inmensa mayoría pertenecían a la iglesia ortodoxa, volviéndose a abrir la herida provocada por el Cisma de Oriente en 1054. Se procedió de igual manera con los 45.000 judíos y 20.000 gitanos que alli vivían. Comenzaron los ataques perpetrados por los fanáticos Ustashas que tenían sus cuarteles clandestinos en monasterios e iglesias y actuaban también bajo la cobertura de Acción Católica. Sobre este punto, fueron fundamentales la supervisión y el beneplácito del arzobispo de Zagreb: Alojzije Stepinac. Se puede subrayar la militancia de los monjes (franciscanos) y sacerdotes (jesuitas) como Radoslav Cilavas y Grga Peinovic: líder de “la Hermandad de los Grandes Cruzados” a cargo de la oficina central de propaganda de los Ustashas. Ante Pavelic fue admitido como autoridad por el Vaticano, que envió su aprobación a través del arzobispo Stepinac. En mayo de 1941, el propio Papa Pío XII recibió en audiencia a Pavelic y bendijo a toda la delegación de los Ustachas desplazada en Roma. En 1953, nombró cardenal a Stepinac estando este último prisionero. Excomulgó a todos los funcionarios que participaron en su juicio como forma de protesta por lo que consideró un proceso judicial injusto y ante los pedidos fallidos a Tito para que el cardenal fuera amnistiado. La escalada condujo a la ruptura de las relaciones entre Yugoslavia y el Vaticano en 1957.

Pueblos enteros fueron asaltados y sus habitantes asesinados con martillos y hachas, degollados, ahorcados, desollados, descuartizados vivos, quemados vivos e incluso crucificados. En Zagreb, los ustashas les habían ordenado a los judíos que juntasen una tonelada de oro para no ser enviados a los campos de concentración. Reunida la suma, cientos de ellos fueron subidos a los camiones militares y nunca más volvieron. El oro, según consta en los registros, fue repartido entre Pavelic y Stepinac que atesoraban los bienes robados en iglesias ortodoxas y en los hogares. Un grupo de 800 judíos fue enviado como presente a Hitler. Cada uno de estos eventos era avisado a Pío XII por la red de información vaticana. El elemento favorito de los guardas croatas del campo de Jasenovac era una pequeña herramienta agrícola bautizada “srbosjek» (corta-serbios): una hoja de cuchillo adosada a un guante cuyo filo se podía utilizar como una zarpa. La brutalidad del invento propició orgías de sangre como la del 29 de agosto de 1942, cuando cuatro guardias decidieron competir para ver quién asesinaba a más serbios en una noche. Mile Friganovic dijo en su testimonio : «Nunca había sentido algo así, después de un par de horas había logrado matar a 1.100 personas mientras los otros pudieron matar 400 cada uno. Y después, cuando estaba experimentando mi éxtasis más grandioso ,el franciscano teniente Petar Brzica: el “rey de los cortadores de garganta” me ganó la apuesta porque había degollado a 1.360 prisioneros». Era práctica común empalar con dagas a los bebés y niños delante de sus madres. Los propios SS nazis escribieron reportes a Berlín, horrorizados por el nivel de salvajismo que desplegaron los ustashas que, a diferencia de los nazis no tenían el menor interés en ocultar sus crímenes: posaban para fotografías sosteniendo cabezas clavadas en picos. Les gustaba cortar orejas, narices, lenguas y guardar los ojos humanos en cestas. Se cifran al menos 100.000 exterminados en Jasenovac (entre 1941 y 1945) y 750.000 en total.

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Podemos mencionar que La Gran Hermandad de los Cruzados fue en realidad, la continuación directa de La Orden del Dragón Invertido o “Societas Draconistarum”, fundada en Hungría y Croacia en 1408 por Segismundo de Hungría. Esta orden militar católica de caballeros nobles y príncipes luchó encarnizadamente contra los enemigos de la Iglesia Católica hasta oficialmente 1437. Segismundo: hombre cruel y ambicioso tenía como consejero “Abramelin el Mago” que le inspiró la creación de la Orden. Fue el “Elegido” al que la secta más antigua y hermética de Egipto le reveló su secreto milenario de inmortalidad llamada Magia Póstuma, mediante “El Grimorio de Armadel”. Vlad II en 1431 fue armado caballero de la Orden y  su hijo se conoce como Draculea o Vlad Tepes El Empalador.  Es evidente que la realidad supera la ficción.

Autor

Claire Gruie
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