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Pero, para disfrutar de esta maravillosa planta, es importante conocer sus cuidados. Unos que sorprenden y que rompen con el mito de que la Buganvilla es un arbusto con flor delicado.
Nada más lejos: solo es importante saber qué sí necesita y qué puede ser enemigo para su floración. Y, antes de avanzar, tengamos algo claro: esos colores que vemos sobresalir sobre sus hojas verdes en realidad no son su flor sino, más bien, las brácteas que protegen la auténtica floración (de pequeño tamaño y blanca). ¡Un maravilloso guardián que puedes disfrutar de manera sencilla!
TEMPERATURA Y RAÍCES, CLAVES EN LOS CUIDADOS DE LA BUGANVILLA
Curiosamente, la Buganvilla es una planta que se adapta bien incluso a los climas marcados por veranos calurosos e inviernos fríos. A pesar de que su procedencia es puramente tropical (es originaria de Brasil), lo cierto es que podemos disfrutar de este arbusto con flor de un año a otro si sabemos resguardarlo de uno de sus principales enemigos: la bajada de temperaturas nocturna propia de los meses duros de invierno.
Si vivimos en un clima templado (en el que no hay heladas durante el invierno), no solo podremos disfrutarla en exterior siempre sino que, incluso, podremos disfrutarla continuamente en flor. Sin embargo, si donde vivimos sí hay cambios serios de temperatura entre el verano y el invierno, habremos de tomar algunas precauciones. A pesar de que es menos friolera de lo que parece (según la variedad, aguanta entre 3 y 7 grados bajo cero), si la tenemos en maceta lo ideal es guardarla a cubierto durante el invierno.
Si la tenemos plantada directamente en el suelo, podemos recubrirla directamente con una manta térmica de jardinería durante los meses más duros para evitar que el frío pueda matarla.
Y llegamos a un punto delicado en la Buganvilla porque el tema de dónde la plantamos es vital. A pesar de ser una planta con flor que podríamos catalogar incluso de rústica, este arbusto trepador no tolera bien los trasplantes. Sus raíces son delicadas y, una vez la tengamos en casa, será importante decidir si vamos a dejarla crecer en una maceta (recomendable que sea de buen tamaño, ya que según la variedad puede sorprendernos con su crecimiento) o directamente en el suelo con vistas a tardar lo más posible en volver a trasplantar.
En caso de decidir esta segunda opción, hemos de hacerlo con previsión: la Buganvilla, plantada directamente en suelo, puede alcanzar los 10 metros de altura. ¡Un buen motivo para elegir cuidadosamente dónde unicarla para evitarnos cualquier sorpresa después!
EL TRÍO DE ASES DE LA BUGANVILLA: LUZ, RIEGO Y ABONO
Ni exigente ni demasiado difícil de cultivar. Es curioso, en realidad, descubrir que la Buganvilla es una planta trepadora acostumbrada a vivir en suelos de carácter pobre. Es más: a diferencia de otros muchos arbustos con flor, no tolera bien el exceso de abono cuando está plantada directamente en el suelo del jardín. Y, lógicamente, tampoco si lo hace en una maceta (aunque aquí sí necesitará de la ayudita de un fertilizante líquido para plantas cada 15 días en verano y primavera).
Antes, cuando hemos comentado que casi puede catalogarse como planta rústica, nos referíamos no solo a sus pocas necesidades de suelo rico en nutrientes sino, también, a sus escasas necesidades de agua. Si bien durante el invierno lo ideal es que se riegue con agua de lluvia o, en interior, que la dejemos en reposo; durante el verano no será excesivamente exigente: bastará con un riego semanal si está plantada directamente en suelo, y un par de riegos semanales si está en una maceta. Un consejo: para estos riegos, es más que recomendable evitar mojar sus hojas y concentrarnos solo en hidratar sus raíces.
Y ya que hemos hablado de todo lo que apenas necesita, vamos a centrarnos en su gran (¡y auténtica, por vital!) necesidad: la luz. Aquí no hay medidas, sino que es importante que reciba toda la luz que sea posible (tanto en interior como en exterior, tanto en maceta como plantada en suelo).
Solo así podremos disfrutar de esas brácteas de colores tan espectaculares como el fuxia, el naranja, el rojo o el amarillo. Solo así podremos gozar de una planta trepadora que, sin pedir mucho, es un auténtico regalo para la vista.
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