«De las personas más manipulables se aprovechan los personajes oscuros al más puro estilo Pedro Sánchez o el hoy «señorito oscuro», Félix Bolaños».
Este presidente nuestro cacarea más que una gallina descontrolada, pero está muy lejos de ser burro de carga porque no asume responsabilidades. Eso sí, por su mala conducta y sus mentiras cada lunes y cada martes, nadie duda de que es un buen punto filipino. Incluso, hasta podemos decir que es un bribón de siete suelas; es decir, es un pícaro y un bellaco, y no por ello deja de ser un psicópata cuyo campo de desenvoltura es la estratagema y el maquiavelismo. Nunca será báculo de la vejez por su egoísmo, su indiferencia hacia el prójimo y sus amontonados complejos que esconde tras el mecanismo de compensación que ya ha quedado al descubierto. Sigue empeñado en ordeñar la cabra y creer que oye crecer la hierba.
Para muchos es carne de cañón y futuro residente penitenciario tan pronto como abandone el poder y los tribunales aborden sus aventuras fraudulentas, engaños, trampas y chulerías varias. Personalmente, confieso que lo veo en la línea del viejo «gorila rojo»; el Nicolás Maduro de la hoy arruinada Venezuela; los corruptores y corrompidos Kirchner argentinos; el Castillo Terrones del Perú; el guerrillero Ortega nicaragüense; el Petro Urrego colombiano y toda esa sarta de comunistas sin fe, pero egoístas hasta las trancas.
Cada vez se parece más nuestro felón de Moncloa a toda esta retahíla de mamotretos, mostrencos y comunistas conocidos en sus lares como «Mamertos». Algo así como lo que en España se conoce cariñosamente como «comunistas del niño Jesús»; es decir, simples socialistas, pero de mal corazón y peores intenciones. Discúlpeseme la atrocidad, que no falta de respeto interesado. Eso sí, vamos a impedir que el socialcomunismo convierta España en una leonera, como vamos a impedir que la ministra de Infancia y Juventud adoctrine a nuestros niños. Ni siquiera hemos de permitirle las excentricidades de ministra cavernaria y facinerosa con su vulgar antisemitismo, reaccionario y visceral.
No busquen esa expresión en el DRAE porque no la encontrarán. Es una expresión propia de Colombia y Ecuador y en sentido coloquial se entiende como persona que es miembro del Partido Comunista. En una segunda acepción, más propia de Ecuador, se refiere a una persona que tiene escasa inteligencia o habilidad. Los mamertos en Centroamérica y Sudamérica son una generación muy poco trabajadora, o floja si se quiere, a quienes gustan los gobiernos que los mantienen y crean pobres para generar bolsas de votos esclavizados. Es más, son muy dados a las salidas de pata de banco.
Por regla general hablan de lo que no saben, ni han vivido, pero insisten en cambiarles la historia a quienes lo vieron, lo vivieron y lo padecieron. Son fáciles de manipular cual seguidores de Podemos, Izquierda Hundida o Sumar Plus. De esos manipulables se aprovechan los personajes oscuros al más puro estilo Pedro Sánchez o el hoy «señorito oscuro», Félix Bolaños, sin que entre los aprovechados falten los sindicatos «comegambas». Ansían tenerlo todo, pero sin esfuerzo y ahí están los partidos de la siniestra para ofrecerles paguitas, chiringuitos remunerados y asesorías inservibles, con lo que quedan esclavizados para siempre. Sánchez acumula demasiadas deudas y excesivos cadáveres.
En definitiva, son una generación de idiotas útiles: puede verse «Hamás Madrid», Sumar Plus, Podemos sin refundar, golpistas estratégicos, independentistas forzados, nacionalistas a contrapié… No dudan en meterse en camisas de once varas; o sea, en temas que no les importa y, además, se parecen mucho a los canarios de alcoba. Esta larga reflexión me recuerda la intervención del felón Sánchez en su discurso de investidura: según hablaba él, yo veía al mantenedor de mamertos, al habitual mentiroso, a la vez que pensaba (y pienso) que antes o después caerá en el garlito; es cuestión de sentarse en el quicio de la puerta y esperar. San Martín llega siempre para todo cerdo. Ya a nadie le salva la campana, ni siquiera por una vez.
Veo que los nuevos ministros se han puesto los trapitos de cristianar para acudir a escuchar a su jefe, aunque se le caigan los «narros». Al caudillo, al sátrapa y al autócrata no pueden faltarle los aplausos y agasajos, el besuqueo, el manoseo y el mamoneo al que acude siempre «lady cohete» con el jefe al que, antes o después traicionará, al igual que lo hizo en Galicia con quien le dio la espuela o en Madrid con quien le nombró torpe sucesora, caso de Pablo Iglesias. La «ministra tucán», también conocida como la «Varufakis de Ferrol», siempre deja tirados a quienes más debe. En el lenguaje coloquial del partido judicial de Medina de Rioseco (Valladolid) dirían que esos traidores son los que siempre acaban «cortando el bacalao», que es algo así como ser el amo o dueño de algo, lo más parecido al «primus inter pares».
Decía antes que en el discurso de investidura de Sánchez no dejaba de ver a un mamerto, vacío, insultador, demoníaco, odiador, vengativo y chulesco como si fuera de bureo. Habló de derecha retrógrada, como si la izquierda en España fuese progresista, que no lo es ni por asomo, como no es feminista ni de coña marinera. Pero Sánchez acabó de Herodes a Pilatos, de mal en peor, saliendo de Málaga para entrar en Malagón. Al dominar la técnica reaccionaria de la izquierda y la mentira fácil abordó con facilidad el caos de la derecha, a la vez que propagaba odio con sangre en los ojos.
Y es que Pedro Sánchez «doctor cum fraude» no ha acabado de asimilar la pérdida de tanto poder municipal y autonómico. Es tan grosero en sus exposiciones, que jamás encontrará semana que no traiga viernes. Un psicópata como el que nos ocupa, ansioso de sobones y parabienes, ni siquiera fue capaz de marcharse a la francesa como sí hizo en la segunda reunión de la Comisión Europea siendo presidente y el 12 de octubre tras el desfile y el vino español, algo que a Felipe VI le sentó a cuerno quemado.
La reina consorte, Letizia Ortiz, recia asturiana y templada con sus abuelos paternos en tierras de Castilla (Aldea de San Miguel, Valladolid), no tardó en ponerlo en primer tiempo de saludo tras los comentarios negativos hacia la Constitución y sobre su hija Leonor o los reiterados saltos de protocolo, dejando a S.M. Felipe VI en segundo plano, cual segundón y con las posaderas al aire. La reina Letizia le hizo morder el cordel y Sánchez mudó de casaca sin dar una en clavo.
Ya verán cómo el felón ventajoso vuelve a repetirlo por venganza, demostrando que en su psicopatía y muy visible en su maquiavelismo asoma la necesidad de recibir más palos que el borrico de un yesero o el burro pequeño de Felicito. Vamos, que Sánchez no dejará su carácter indómito y su mala condición.
Debería aprender de lo que le dijo Ramón Tamames cuando éste insistió en que Sánchez tenía un vocabulario vacío, lleno de inservibles perífrasis y reiterativo. Con razón, su intervención en la reciente investidura fue un discurso para echarle los narros y a continuación esconzuñar. No dio para más.
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