16/09/2024 18:36

Mucho se ha escrito y dicho sobre la ruptura, por iniciativa de VOX, de los gobiernos de coalición entre VOX y PP en las comunidades autónomas en las que alcanzaron un acuerdo para gobernar. Desde mi punto de vista, es este un tema que admite, fundamentalmente, dos enfoques diferentes:

1.- La coherencia de VOX defendiendo su compromiso con sus electores, es decir, cumpliendo la palabra dada en su programa electoral, por el que le eligieron las personas que votaron por la formación de Abascal.

Cierto es que no estamos acostumbrados a que un partido político sea consecuente con lo que ha prometido en la campaña electoral. Estamos habituados a que las palabras se las lleva el viento una vez que ha concluido el proceso electoral. Esa vocación de servicio público que debe tener todo político, buscando, exclusivamente, el mayor beneficio para los ciudadanos, lamentablemente hace mucho tiempo que ha desaparecido de la política. Los partidos sólo actúan en beneficio propio, cuando no, en beneficio de las personas que los dirigen.

Las actuaciones de un partido están dirigidas a obtener el máximo de votos posible, sin importarle si lo que está haciendo perjudica o no a los ciudadanos. Dentro de este falso concepto de la política, es esperanzador ver que, al menos, hay un partido que piensa en los que le han votado y, para no traicionarlos, sacrifica las posiciones de gobierno que tenía en varias comunidades autonómicas, renunciando a prebendas y privilegios.

Querámoslo o no, eso se llama coherencia y honradez política, de la que, por cierto, estamos tremendamente necesitados. Si todos los partidos actuaran del mismo modo, no tengo la menor duda de que España funcionaría mucho mejor. Por citar un caso de plena actualidad, el presidente del gobierno habría dimitido hace mucho tiempo, no sólo por la trama corrupta en la que se halla sumida su familia, sino también y, fundamentalmente, por las continuas mentiras y traiciones hechas a los electores (perfectamente contrastadas).

Transcribo un párrafo del editorial de EL DEBATE de hoy: “Lo ya sabido, más allá de sus posibles consecuencias legales, es intolerable e incompatible con la ética y la estética exigibles a un gobernante. Y sea cual sea el desenlace penal de la historia, lo ya demostrado mancha a Sánchez y haría inviable su continuidad en La Moncloa en cualquier país respetuoso con la ciudadanía.”

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2.- La contribución de VOX a agrandar la separación de lo que podríamos denominar “la derecha”, con el consecuente beneficio para “la izquierda”.

He hablado con algunos votantes de VOX y, emocionalmente, están más con este enfoque que con el de la coherencia. La reflexión que se hacen es que cómo es posible que hayan perdido esos gobiernos autonómicos con el consiguiente peligro de que se haga con ellos la izquierda.

Es una idea que respeto y entiendo, pero que no comparto. Es una situación muy similar a la del voto útil. En una ocasión, un votante del PP me dijo que votar a VOX era votar al PSOE. Le pregunté por qué no votaba a VOX y me respondió que porque no estaba de acuerdo con su ideología. Mi respuesta fue sencilla, pero contundente: por la misma razón yo no voto al PP, mis principios y mis valores están muy alejados de lo que defiende ese partido. En aras al voto útil, no se puede pretender que nadie vote a quien no quiere votar, es más, que nadie vote en contra de sus principios, que es lo más sagrado que tiene la persona y que es lo que la hace merecedora de su dignidad.

Con la misma idea del voto útil que esgrimen sus defensores, podrían votar todos a VOX para no dividir el voto de la derecha. Si no lo hacen alegando su forma de pensar, que respeten la forma de pensar de los demás. No vale la ley del embudo.

Por otro lado, los partidos no pueden trasladar a los electores la responsabilidad de votar al partido que no quieren votar, apelando al voto útil. Esa responsabilidad es exclusiva de ellos. Los electores sólo podemos elegir al partido que más se aproxime a nuestros principios y valores. Eso es democracia.

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Si, verdaderamente, están dispuestos a defender los intereses de los ciudadanos y saben que estando divididos facilitan el triunfo de la izquierda, pues que se unan en coalición, al menos para las elecciones, y los electores no tendremos mas remedio que votar a esa unión. En otro caso, que no nos pidan a los que tenemos las ideas muy claras, que vayamos en contra de nuestras conciencias, votando lo que no queremos votar.

Un último apunte; los partidos políticos son lo que ellos dicen en sus estatutos y en sus programas (siempre que lo respeten) y no lo que digan sus adversarios. Lo digo porque la etiqueta de extrema derecha, facha, fascista, etc. que el PSOE y toda la banda que le acompaña le han puesto a VOX, nada tiene que ver con lo que ese partido defiende en su programa y con sus hechos. Lo peor, que todo el mundo ha comprado esa etiqueta sin cuestionarse absolutamente nada, empezando por el PP; lo mejor, que, hasta ahora, ha sido el único partido político que ha demostrado fehacientemente que es consecuente con sus ideas.

José Ignacio Echegaray

Colaborador de Enraizados

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