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Desde principios de julio y a pesar de que el Tribunal Supremo ya confirmó la situación de legalidad de la Falange, la mayoría de sus Jefes siguen presos, los locales y sedes cerrados, la propaganda prohibida, solo se saca de forma clandestina unas hojas bajo el título de «No Importa».
Siguiendo las antiguas órdenes de José Antonio, todos los estudiantes del SEU han pasado automáticamente a formar parte de las milicias, es decir, de la Primera Línea de la Falange.
Los Jefes de milicias, uno tras otro desde febrero del 36 han ido cayendo presos, la mayoría de los sucesivos Jefes de las seis Centurias de la Primera Línea de Madrid también han sido encarcelados, pero «no importa», la cadena de mando se renueva automáticamente, los propios escuadristas conocen perfectamente a quiénes tienen que nombrar como nuevos Jefes.
Desde la segunda semana del mes de julio, la militancia falangista sospecha que queda poco tiempo para que se alcen contra el Gobierno del Frente Popular republicano, incluso José Antonio desde Alicante les ha mandado un mensaje en el que les dice «que con sus tres estrellas de plata en el pecho se pondrá al frente de ellos».
La noche del 17 de julio, sin recibir órdenes, decenas de chavales de las milicias azules empiezan a reunirse en lugares que tienen prefijados, les han dicho que tendrán que entrar en el Cuartel de la Montaña, pero al final no reciben la orden esperada, y todos se vuelven a sus casas.
El 19 a la hora de comer, Juan Ponce de León pone en marcha la cadena de órdenes para que la Falange de Madrid se concentre dentro de las dependencias del Cuartel de la Montaña, allí empiezan a llegar Manolo Sarrión y Rafael Garcerán, ambos Abogados y ayudantes del despacho de José Antonio, Garcerán increíblemente manifiesta que Fernando Primo de Rivera, el hermano del Jefe, le ha conferido antes de su detención el mando directo de toda la Falange, los camaradas presentes no pueden por menos de reírse, y no le hacen el más mínimo caso.
Manuel Mateo, jefe de los sindicatos azules y que casualmente se encuentra en una imprenta frente al Cuartel ni siquiera conoce la orden de alzamiento.
Al poco, también llega Gumersindo García, que al haber sido Oficial de Complemento es de los que va recibiendo a los jóvenes camaradas y enseñándoles por primera vez el manejo de los fusiles.
Aparece también Luís Nieto, legendario fundador de las primeras Juntas con Onésimo Redondo en Valladolid, ha estado detenido con Girón en Bilbao pero se encuentra libre y comparece a la lucha, desconociendo que luego será hecho preso y pasará toda la guerra cautivo en cárceles rojas.
Al poco tiempo, llega Pepe García Noblejas, el mayor de los hermanos falangistas, está nervioso porque no encuentra a su hermano Javier, todos preguntan por él, Javier fue recompensado por José Antonio con la «Palma de Plata», y todos le echan de menos ya que goza de un prestigio inigualable en la milicia de Madrid.
En ese momento no saben que Javier, cuando bajaba por la Plaza de Callao en dirección al Cuartel de la Montaña, ha sido detenido junto a otros camaradas y también pasará casi toda la guerra preso.
Desde las 5 de la tarde hay una afluencia continua de camaradas entrando en el cuartel, cada minuto que pasa es más peligroso, pues los milicianos rojos junto con guardias de asalto ya están asediando las dependencias militares por la parte de la C/ Ferraz y del Paseo de Rosales, llegando incluso a disparar contra cualquiera que intente entrar en el cuartel.
A media tarde ya es imposible que nadie pueda entrar, lo intenta el joven estudiante Reneiro García, es el Jefe de la Primera Centuria de las milicias de Madrid, cuando intenta romper el cordón es alcanzado por varios disparos, su cuerpo es imposible de recuperar.
Entonces Juan Manuel Fanjul, miembro del SEU de Madrid e hijo del General que asume la defensa del Cuartel de la Montaña, junto con Ponce de León, requieren al General para que de inmediato ordene a toda la fuerza defensora , más de mil hombres, a fin de que salgan del cuartel, le piden que un par de escuadras de falangistas junto con algunos militares se desplacen a la Cárcel Modelo de Madrid, que está situada a menos de un kilómetro del Cuartel de la Montaña, para poner en libertad a todos los presos falangistas que allí se encuentran, se cree que hay más de 2000.
Fanjul se niega, decide acuartelarse, ha asumido el mando del alzamiento en Madrid a última hora, y la situacion se le está yendo de las manos.
Cuando los Jefes falangistas hacen recuento de los camaradas que al final han podido entrar en el cuartel, quedan muy desesperanzados, solo han entrado 167 camaradas, los contactos con el Ejército han sido caóticos, todo se ha realizado a última hora deprisa y corriendo, la Falange de Madrid tenía preparadas sus seis Centurias de Primera Línea y muchos otros camaradas, posiblemente más de 1200 hombres, y al final la improvisación de la dirección militar solo ha conseguido que 167 se alcen en armas.
En la madrugada del 20 de julio se produce el primer ataque contundente contra los defensores del cuartel, incluso con bombardeo de artillería.
También reciben ataques de la aviación republicana.
Al día siguiente, increíblemente Fanjul al final decide rendirse, las turbas rojas penetran en el cuartel, el patio y las dependencias son testigos de la horrible matanza que perpetran los asaltantes, la mayor parte de la oficialidad y muchos falangistas caen asesinados.
Gracias a Dios que minutos antes, cuando los camaradas de la Falange son conocedores de la orden de rendición, inmediatamente deciden escapar del cuartel por su parte posterior, la que llega a la ladera de la colina del Príncipe Pío y que finaliza en la Estación del Norte.
La escapada da sus frutos, ya que ni siquiera los milicianos asaltantes habían rodeado totalmente el perímetro del cuartel, por la ladera de Príncipe Pío corren muchos falangistas, aunque parte de ellos al poco tiempo son hechos presos por las cercanías del Puente de los Franceses o cuando se dirigían a la Plaza de España, ya que no han tenido posibilidad de quitarse sus camisas azules o cambiarlas por otra vestimenta civil.
Ese día desapareció para siempre Pepe García Noblejas, del que el camarada Pablo Arredondo luego contó que había visto como consiguió salir del Cuartel de la Montaña, pero nunca más se supo lo que le ocurrió, por eso erróneamente se le da por muerto en los combates.
Aproximadamente murieron un tercio de los falangistas alzados, por culpa de la improvisación de los Jefes Militares, esa improvisación que tanto odiaba José Antonio.
(Fotografías del patio del Cuartel de la Montaña a los pocos minutos de que entrara la turba roja, y en el centro la de los supervivientes, del Archivo de los Guardianes de la Memoria Azul
Esta reseña se dedica al camarada Carlos Batres, que ya esta formando en las centurias plateadas de los Caídos de la Vieja Guardia.)
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