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¡Pobres funcionarios, pensionistas, autónomos y trabajadores dependientes, ya se pueden atar bien los machos cual maestros del toreo a pie!
Aún no se ha cerrado la crisis sanitaria. Tal vez esté aminorada, pero sigue siendo una cuestión preocupante. Parece como si el Gobierno no formara parte de esa ciudadanía y sí de la casta que mira por encima del hombro al común de los mortales. ¿Por qué? Pues porque, una vez dejada la responsabilidad en manos de las comunidades autónomas, no quiere volver a asumir esa en exclusiva para no volver a demostrar su ineficacia y un presunto rebrote a lo grande. Hay miedo en el Ejecutivo, al igual que hay preocupación por las cuestiones judiciales que varios de sus miembros 0tienen pendientes.
Hace algún tiempo decíamos que, una vez superado el problema sanitario, tendríamos que abordar la cuestión económica. Y ese momento ha llegado, pero sin que se haya superado la crisis referida. Parece como si Europa fuera la única garante de salvarnos del desaguisado que aquí han formado los ‘chicos’ del Ejecutivo. La Unión Europea nos ha tomado la matrícula y no se fía de Pedro Sánchez ni del veneno que a diario le inocula Unidas Podemos. Si bien comunismo y socialismo fueron primos carnales a lo largo de su historia, el primero siempre intentó manipular y dirigir al segundo, incluso muchas veces lo consiguió.
Interiormente tenemos muchas materias pendientes que resolver. Todo curso tiene su septiembre, pero en España no se entiende; por eso repetimos los mismos errores una y otra vez. Por ejemplo, nunca nos hemos decidido a abordar el excesivo número de diputados y senadores tanto nacionales como autonómicos; ni siquiera hemos abordado la supresión de las pensiones vitalicias de exaltos cargos ni hemos sabido trabajar por la equiparación en función de los años de cotización.
Eso no es todo, hay más, mucho más Es preciso superar las prebendas de sindicatos de clase, las subvenciones a fondo perdido, el desastre de los liberados sindicales y las juergas de estos a costa del erario público; tampoco se entienden las subvenciones destinadas a asociaciones “fantasma” creadas por la izquierda y dotadas económicamente por el mero hecho de ser “chiringos” de apoyo subsidiado; sigue siendo exagerado el número de coches oficiales, como lo son los sueldos de asesores, plañideros, alabanciosos y palmeros, lo mismo a nivel nacional que en las autonomías; tampoco me voy a olvidar de las mal llamadas “embajadas” catalanas y el sobrecoste que supone para el Estado, dada su inutilidad y condenable trabajo contra España; citaríamos muchas más asignaturas pendientes, pero es imposible abordarlas todas a vuelapluma
Por cuestiones como esas y otras muchas es por lo que la Unión Europea no se fía del actual Gobierno español. Precisamente, durante la reciente negociación para repartir fondos de reconstrucción tras la covid-19, en la UE han advertido los estereotipos que ya se conocían. Han comprobado cómo la cigarra seguía dormitando y la hormiga trabajando, como en la adaptación de la fábula de Jean de La Fontaine. Eso a simple vista, porque si acudimos a la fiscalidad diferencial se acrecienta la desigualdad.
No les digo más si eso se compara en un país como España donde, sin salir del territorio patrio y sólo con mirar hacia País Vasco y Navarra, comprobamos que tenemos otra asignatura pendiente mucho más grave: la armonización fiscal; esa diferencia es indefendible en Europa, por eso chirría el dinero que le asignan (a Pedro Sánchez no le han permitido negociar nada) a España y en la UE nos miran de reojo con una alta carga de desconfianza, sobre todo los llamados países “frugales”.
De esto último tenemos un ejemplo claro en el comentario de un tuitero: “Imagínense ustedes que prestan dinero a un amigo porque lo necesita hasta para comer y, cuando menos esperan, se enteran de que se lo gasta en furcias, burdeles, alcohol y coca”. ¿Entienden ustedes ahora a los países del Benelux, Alemania, Francia, Dinamarca, Austria, Finlandia… ¡Señores, si hasta Portugal desconfía del Gobierno ‘bichavista’ español!
Esta vez España no ha salido muy mal parada porque otros han defendido sus intereses. Carecía de plan de gasto e inversión. Lo mejor que ha hecho Sánchez ha sido callarse porque nada tenía que decir. Al final, como dice un buen amigo francés, reportero financiero, el silencio es la mejor arma cuando supones que no te van a escuchar: “Otros países han defendido los intereses de España, pero subordinados a lo que a ellos interesaba”. Hasta Italia ha presentado un exhaustivo plan de gasto, inversión, fiscalidad y reconstrucción, llevándose 37.000 millones más que España.
Cerca de 73.000 millones llegarán a España a fondo perdido, de los 140.000 millones que recibirá para acometer reformas. ¡Pobres funcionarios, pensionistas, autónomos y trabajadores dependientes, ya se pueden atar bien los machos cual maestros del toreo a pie! ¿Y dónde está el fracaso de Pedro Sánchez, me preguntaba ayer un medio?
Ese fracaso está en estos dos razonamientos: el primero, es que no han dejado meter baza a Pedro Sánchez y le han achacado su ineficacia en la gestión de la crisis sanitaria y, el segundo, está en que el presidente presumía –hace un par de semanas.– de que iba a conseguir un billón y medio en fondos sin condiciones y ha regresado con un programa de rescate en toda regla; es decir, casi un tercio de su alocado sueño. Y así, fracasado y acosado, cambiando el destrozo por éxito, le han recibido sus palmeros en la puerta del Consejo de Ministros haciéndole el pasillo de la vergüenza.
¡Mediocres mentirosos, fanáticos sectarios y alabanciosos lametrenzas!
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