20/09/2024 11:42
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Es porque no tiene vergüenza, ni lo que un hombre debe tener, porque si usted después de escuchar lo que le dijo en su cara la joven escritora Ana Iris Simón, no cogió la maleta y abandonó la Moncloa es, ciertamente, porque no tiene vergüenza ni lo que un hombre debe tener. ¡Dios, y merece la pena tragarse esos sapos  con tal de seguir en el Poder!  
        Yo le aseguro que no se puede decir más ni mejor de la verdadera situación que vive España de lo que le dijo esta joven de 29 años y embarazada de su primer hijo.
       Pero ¿cómo puede usted hablar de la España del 2.050 en una España que se hunde, por arriba y por abajo, (que la están hundiendo usted y sus Gobiernos Progresistas) y en la que ya han vuelto las colas del hambre?
           Y por ello me complace reproducir algunas de las palabras que, al parecer, pronunció, invitada por Moncloa, dentro de un acto enmarcado en el Programa Demográfico del «Documento España 2050» en contra de la despoblación  (otro «chiringuito» más para enchufar a otros cuantos amigos más).
       Lean, los que no hayan leído las palabras de ANA INÉS SIMÓN:
              «Señor Presidente, está muy bien ayudar a empresas ecológicas y ponerle wifi al campo. Pero, no habrá «Agenda 2050» si en 2021 no hay techo para las placas solares porque no tenemos casas, ni niños que se conecten al wifi porque no tenemos hijos. Con 28 años he vivido tres ERES y mi contrato temporal actual finaliza dos días después de la fecha espera de mi primer parto. NO TENGO COCHE NI HIPOTECA, porque no puedo. Así que si realmente quiere plantarle cara al reto demográfico apuesten por las familias.
           Creo que cualquier Plan Demográfico ha de pasar, en primer lugar, por FACILITAR EL ACCESO AL TRABAJO Y A LA VIVIENDA, que los jóvenes de pueblo no nos veamos obligados a hacinarnos en grandes ciudades y se vacíen las capitales de provincias… Todo eso pasa por REINDUSTRIALIZAR EL PAIS, por una regulación inmobiliaria sin medias tintas y por medidas que beneficien nuestros productos frente a los de fuera. En recuperar, en definitiva, la soberanía perdida. Apostemos por las familias, por darles beneficios fiscales al contrario de lo que se proponía hace unos días»…
          Pero, dicho esto sin respirar se tomó una pausa y siguió,   mirando de frente al insensible Don Pedro: 
            «Con 29 años, mis padres tenían una hija de 8 y esperaban un segundo. Vivían en Ontigoda, un pueblo toledano de 1000 habitantes. Mi madre trabajaba de Cartera y la oficina estaba en nuestra propia casa, porque a mi edad mis padres tenían, claro, una hipoteca, pero también un coche y hasta una Termomix que mi madre se compró con lo que se ahorró al dejar de fumar. Pero, sobre todo tenían la certeza de que podían mantener sus trabajos, a sus hijos y pagar la hipoteca… y la esperanza de que todo iría a mejor. 
          Sí la aldea global ha arruinado a la aldea rural… En los 70 mi abuelo podía mantener 8 hijos con 12 hectáreas de vides, ahora mi primo Ramón, el único de la familia que se dedica al campo se las ve y se las desea para sacar adelante a sus 3 hijos, y aún así es un afortunado por tener una familia. Porque la mayoría de los de mi edad no la tienen porque no pueden. Muchos se sorprenden de que yo vaya a tener un hijo a los 29, porque la edad media de ahora está en los 32… Y en España, ahora mismo, hay más madres a los 40 que a los 25…¿y así cómo no vamos a envidiar la vida de nuestros padres?».

 ¿Y así, Señor Presidente, le pregunto yo, cómo no van a volver, están volviendo, los españolitos, incluso los suyos, a recordar al mismísimo Francisco Franco?
           Señor Presidente, a mí se me caería la cara de vergüenza.

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Autor

Julio Merino
Julio Merino
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.

Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.

Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.

En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.

En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.

Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.

Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.