
En este extraño mundo que vivimos, las élites dominantes tratan incesantemente de exacerbar nuestros sentimientos y nublarnos la razón. Por la cuenta que les trae, los políticos actuales, en combinación con los propietarios de las empresas tecnológicas que dominan las redes sociales, pretenden que la gente actúe impulsivamente condicionada por sus emociones que ellos pueden fácilmente manipular y que piense lo mínimo posible, cosa que, de generalizarse, resultaría peligrosa para sus objetivos totalitarios. De ahí que hasta las modernas leyes educativas nos machaquen con los «sentimientos» pero ni mencionen las palabras «conocimiento» o «sabiduría». Para sus intereses, los mandamases del mundo actual necesitan un rebaño débil, sensiblero y manipulable antes que un pueblo culto, formado y con criterio.
Voy a demostrarles a continuación con dos ejemplos extraídos del ámbito nacional, cómo esta banda de impresentables nos vende a todos una serie de principios buenistas y edulcorados, tratando de excitar nuestros mejores sentimientos, mientras ponen en práctica justamente lo contrario y que una mayoría fanática e irracional jamás alcanzará a vislumbrar.
Vamos allá con los ejemplos: tenemos en España un Gobierno de coalición entre las izquierdas y los separatismos, supuestamente verde y ecologista, que defiende la descarbonización, condena los combustibles tradicionales y la energía nuclear, y promueve la transición ecológica habiendo creado hasta un Ministerio a tal efecto, haciéndonos sufrir en consecuencia el coste de la electricidad más caro de la historia. Todo eso resultaría coherente si no tuviéramos, a la vez, a un Presidente de ese mismo Gobierno que viaja continuamente en vuelos privados en helicóptero y en avión, pagados por todos los españoles hasta a los eventos familiares y a las reuniones de su partido utilizando el medio más costoso y contaminante de todos los posibles, que atenta contra el supuesto cambio climático, mucho más que mil vehículos diésel.
¿Dónde quedan la conciencia medioambiental y la coherencia igualitaria de esta izquierda? Sánchez se la pasa por el forro de sus caprichos. Piensen un poco en ello, por favor. Para no abismarnos en infinitos ejemplos, resumamos que tenemos también un partido en el Gobierno que presume de defensa de las mujeres, para lo cual creó un Ministerio de Igualdad destinado a albergar las reivindicaciones más radicales del nuevo feminismo. Y hasta ahí todo parece tener cierto sentido, pero luego conocimos que la titular de ese Ministerio, tan feminista y activista como falta de preparación, alcanzó su puesto por el único mérito conocido de ser la pareja sentimental de uno de los peores políticos que ha tenido España (Pablo Iglesias), en una clara demostración rancia y trasnochada. Y así, todo.
Autor

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José Antonio Ávila López
Nacido el 26 octubre de 1970 en Terrassa (Barcelona), pero siempre ha
vivido a 9 km (en Rubí), a excepción de dos años que residió en Valencia
(2014-2016). Licenciado en Filología Hispánica, ha trabajado en
asesorías y gestorías como corrector de textos y asesor político.
Siempre le ha gustado leer y escribir, la literatura y la política
son una pasión: con 25 años ya fue asesor político y con 29 concejal
de Comunicación. El periodismo escrito le ha encantado desde muy joven,
y ha publicado alrededor de 1.500 cartas al director y artículos
y columnas de opinión periodísticas.
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