23/11/2024 10:52
Getting your Trinity Audio player ready...

Estoy leyendo “políticamente indeseable” de Cayetana Álvarez de Toledo.

Me parece excelente su reflexión de que los políticos deben decir en público lo mismo que en privado, para poder salir así de las mandíbulas del populismo.  Con gran astucia volvió a repetir la misma situación que describe en el libro cuando al ser entrevistada hace dos días en TV3, rechazó que le pusieran un pinganillo, como si de un extranjero se tratase, olvidando que el español es la lengua más hablada en Cataluña y que además de cooficial, todos entienden.

La reflexión que quiero hacer es sobre una afirmación que hace en el libro, cuando dice que Casado le confesó que todo el poder en el PP lo tiene Teodoro García Egea.

Por desgracia las similitudes del PP con la UCD de los años 82 y 83 son cada vez mayores y sería un desastre para el centro-derecha que al PP le ocurriese lo mismo, ya que el PP es, como lo fue la UCD, un conglomerado de liberales, socialdemócratas y conservadores.

Cuando se produjo la reunión entre los barones de UCD conocida como “La casa de la pradera” fue el momento en que Suárez dejó de controlar el partido. Al parecer hace mucho tiempo que Casado dejó de hacerlo. En esa reunión le pidieron a Suárez que preparase su sucesión.

Lo que sucedió en UCD es que ninguno de los sectores estaba de acuerdo con las políticas que se realizaron y consideraron que no tenían “voz” dentro del partido, algo similar a lo que está empezando a ocurrir con Cayetana y con Isabel Díaz Ayuso.

LEER MÁS:  La sociedad del miedo. Por Honorio Feito

En 1983, cuando el Consejo Político de UCD decide la liquidación del partido, 3.841 alcaldes y 28.960 concejales se quedaron sin partido político con el que presentarse a la reelección en las elecciones municipales que se convocarían diecinueve días más tarde

Analizando lo ocurrido vemos que en la UCD fueron tres las etapas que se sucedieron hasta la desaparición del partido. La primera de ellas fue la fase de luchas internas, tal como está pasando en el PP, donde los liberales y los conservadores no se sienten representados. La segunda etapa es la fuga de destacados militantes, ya que las alternativas de integración política que den respuesta al descontento interno, se negocian y ejecutan cuando fracasa la posibilidad de aumentar la influencia en las decisiones del partido. Una última etapa es la fuga de diputados, alcaldes y concejales

La derrota electoral de UCD en octubre de 1982 fue un suceso casi sin precedentes en la historia de la democracia occidental, pasando de un 35% del voto a un 6,7% en poco más de tres años.

Posiblemente el PP es un partido institucionalizado, como explica Jonathan Hopkin, ya que ha desarrollado un potente aparato central extraparlamentario, luego esta situación se ha trasladado a las organizaciones autonómica y local. Esta institucionalización impide el debate y la libertad, entendida siempre como disidencia y posiblemente el liderazgo de Casado es más formal que real.

No entiendo muy bien ese empeño de Teodoro García Egea y de Alberto Núñez Feijóo en situar al PP como un partido socialdemócrata, ya que eso deja descolocados a sectores muy importantes que son liberales y conservadores, tanto en la estructura del partido como en la base y en los votantes.

LEER MÁS:  El tribunal constitucional, con sus dos liberticidas sentencias sobre el estado de alarma, legitima la tiranía en España. Por Luys Coleto

La socialdemocracia fue en España un invento estratégico de Felipe González, una “espantá” destinada a poner al PSOE ante la tesitura de renunciar al marxismo, para poder disputarle a la UCD el espacio del centro.  Y le salió bien, aunque como hemos ido viendo en los últimos diez años, era solo una estrategia ya que con Zapatero volvió el PSOE marxista que siempre fue.

La socialdemocracia para la UCD fue la puntilla en 1982, ya que 10 diputados crearon el PAD, de corte socialdemócrata, para en una segunda fase pasarse con armas y bagajes al PSOE, por tanto, la socialdemocracia puede ser un experimento muy arriesgado para el PP, si miramos al pasado.

Confío en que si Casado realmente es el líder político que cree ser, debería poner orden en su partido y tomar el timón de esa nave que directamente se dirige a unos bajíos que le pueden hacer naufragar en corto espacio de tiempo.

Autor

Salvador Ruso Pacheco