28/04/2024 22:01
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José Millán Astray y Terreros fundador de la Legión Española.

Hijo del director de la prisión coruñesa, un cinco de julio de 1879 venía al mundo en la calle de Santiago de nuestra ciudad, José Millán-Astray y Terreros. A pesar de ser un niño de cárcel, -como le denomina de forma muy acertada en su magnífico libro “Millan Astray Legionario”, el profesor Luis Eugenio Togores-, relacionado con delincuentes y con pícaros pues conocerá, debido a los destinos de su padre como director, los penales de Valencia, Zaragoza, Ceuta, La Habana, Madrid y Barcelona, en el joven Pepito nacerá una acentuada vocación militar que le llevará a ingresar en la academia de Infantería con 15 años de edad y también una clara visión humanitaria sobre la redención de la pena, no en vano muchos de sus niñeros fueron presidiarios entre ellos el famoso delincuente El Lobo.

Interrumpe sus estudios para acudir como voluntario a la campaña de Filipinas. Allí logrará la Cruz de María Cristina, al defenderse con 30 soldados del ataque de miles de tagalos en el pueblo de Pampanga. Una vez finalizadas las hostilidades y al perderse de forma desgraciada para España aquel territorio, Millán-Astray, regresa a la península y será destinado a Fuerzas Indígenas.

Pero en la mente de Millán estaba organizar una unidad militar orgullosa de serlo por voluntad y compromiso. Una Legión de héroes románticos, dignos herederos de los Tercios de Flandes, que sustituyera, en primera línea de fuego, a los soldados de reemplazo que morían de forma abrumadora ante el fuego enemigo de las belicosas kábilas de la zona del protectorado marroquí que pertenecía a España a través de tratados internacionales. La guerra se había iniciado en 1909, con aquel desdichado episodio del Barranco del Lobo y comenzaba a ser una sangría para los intereses nacionales. El coruñés Millán-Astray y Terreros modeló a su imagen y semejanza, la realidad sublime de su Legión Extranjera. Visitó la Legión Francesa, estudió y leyó innumerables libros y documentos, entre ellos el Bushido japonés en el cual se inspirará para concebir su maravilloso credo Legionario.

1920. Teniente coronel Millán Astray y su lugarteniente el comandante Franco Bahamonde,

Para la creación del Tercio, Millán, se rodeó de unos mandos bravos, entusiastas y altamente cualificados. Confió la lugartenencia de la nueva unidad a crear, al Comandante Francisco Franco Bahamonde, que venía distinguiéndose valerosamente en las filas de otra heroica y legendaria unidad, las Fuerzas de Regulares.

El nacimiento del Tercio es dado por real orden de 31 de enero de 1920, firmada por el ministro de la Guerra del breve gabinete de Manuel Allendesalazar, general Villalba, pero no se hará efectiva hasta el cuatro de septiembre del mismo año en que el ministro de la guerra del gobierno de Eduardo Dato, Luis de Marichalar, Vizconde de Aza, autorice la recluta de los primeros legionarios circunstancia que se produce el día 20 de septiembre, en que se alistan los primeros Legionarios, uno de nombre Marcelo Villeval Gaitán, natural de Ceuta y otro, Aníbal Calero que se había inscrito en la recluta realizada en la península, concretamente en Albacete. Con ellos llegan 200 voluntarios catalanes que van a ser el embrión de la nueva unidad. Los llamativos carteles anunciadores para el enganche a la Legión Extranjera, prometían 700 pesetas como prima de ingreso a cobrar la mitad a la llegada y el resto en tercios hasta finalizar los primeros tres años de servicio. Haberes en aumento progresivo. Dos pesetas para comer, 0,85 para vestir y 1,25 pesetas diarias en mano.

Arriban a Ceuta en el vapor Fernández Silvestre. Son los primeros legionarios. Hombres duros que se alistaban por muchas y variadas circunstancias. Sus motivos, diversos. Pasiones, necesidades, vicios, hambre, desarraigo social, sed de gloria, la llamada de la Patria, despechados de algún apasionado amor que no llegó a buen fin. Algún noble que no honro sus blasones. Ex convictos, carteristas, limpiabotas, algún que otro anarquista acosado por la policía. Toda una amalgama de seres humanos, con muy diferentes situaciones personales, va a conformar la nueva unidad del Ejército español.

El coronel Millán-Astray los recibe y les dice alto y claro: “Habéis llegado a este cuartel con el compromiso más honroso de vuestra vida: os vais a consagrar a la Legión. Ella os recibe con los brazos abiertos y os ofrece honores, gloria y olvido también. Sentiréis un orgullo desconocido hasta ahora: el de ser legionarios. Aquí recibiréis vuestras cuotas y percibiréis los haberes prometidos. Podréis ganar galones y alcanzar estrellas, pero a cambio de esto, los sacrificios han de ser constantes, en el combate defenderéis los puestos más duros y peligrosos, y muchos moriréis en la pelea: Nada hay más hermoso que morir con honor por la gloria de España y de su Ejército. Ya lo aprenderéis así caballeros Legionarios ¡Bienvenidos voluntarios catalanes, vosotros seréis la base sobre la que se construirá la Legión! ¡Viva España! ¡Viva la Legión! Ah y si alguno quiere echarse atrás, bastará con acudir al médico y decirle que le duele la garganta”.

Pero a esos legionarios ya del ¡Viva la muerte!, no les va a doler la garganta ni les dolerá nunca. Se organizan las tres primeras Banderas que van a mandar por este orden los comandantes Francisco Franco Bahamonde, Fernando Cirujeda Gayoso y José Candeira Sestelo. Entre los mandos figura el coruñés Ignacio Olavide Torres, que será conocido como “el organizador”. Se rodeará de William, un gigantesco negro norteamericano y René, un indeseable belga que había sido expulsado de España por nuestro gobierno. Les nombrará ordenanzas y con ellos captará a más de cuatrocientos nuevos legionarios. Otro mando también muy ligado a La Coruña será el valeroso comandante Carlos Rodríguez Fontanes, que encontrará gloriosa muerte en 1922 en la acción de Ambar.

Un nuevo uniforme de color verde-gris muy vistoso, muy bueno para la disimulación del terreno, con guerrera abierta sobre cuyo cuello descansará el de la camisa, pantalón-polaina y un gorrillo cuartelero de tipo isabelino con borla roja, llamado Chapiri, serán las señas de identidad de la nueva unidad.

Cartel de alistamiento en el Tercio de Extranjeros

Un mes después las tres banderas juran el compromiso de amor a España. Nace el campamento de Dar Riffien, cuna de la Legión. Durante los primeros meses la nueva unidad va a hacer servicios de guarnición, protección y escolta. Pero todavía no será utilizada en primera línea, lo que exaspera a los legionarios que incluso con pena y desenfado cantan en sus marchas un cancioncilla que denota su impaciencia por entrar en combate:” ¿Quiénes son esos soldados de tan bonitos sombreros? El Tercio de Legionarios que llena sacos terreros”. Ellos, dotados también de unos preciosos sombreros chambergos, desean fervientemente acudir al fuego como reza su credo legionario, un auténtico decálogo, una manera de ser y de vivir. Es el gran milagro de la redención legionaria convertir en caballeros a auténticos desheredados de la vida.

Primera Jura de Bandera de La Legión Española.

En junio de 1921 el Tercio entra por primera vez en combate en el durísimo asalto al valle de Beni Arós, donde la Legión va a iniciar su camino hacia la gloria. El 17 de julio de ese año se produce el Desastre de Annual, una de las páginas más infaustas de nuestro Ejército en toda su historia. Las kabilas belicosas de Beniurraguel al mando de Abd-el-Krim, destrozan a las tropas del General Fernández Silvestre que había organizado una operación hacia Igueriben y Monte Abarrán.

Los harkeños de Abd-el-Krim, rebasan Monte Arruit y se dirigen hacia Melilla que queda desamparada y a merced del enemigo, con tan solo 1800 hombres para su defensa. Algunas unidades del ejército español se comportaron de forma asombrosa con admirables episodios de heroísmo como las cargas al paso realizadas por el teniente coronel Fernando Primo de Rivera y sus jinetes del Regimiento de Alcántara al borde del desfallecimiento o la valerosa defensa hasta su muerte del comandante de Infantería Benítez de la posición de Igueriben. Otras en cambio apoderadas por el pánico huyeron en desbandada. El Ejército perdió en los combates de Annual a más del 60 por 100 de sus 16.000 efectivos.

Inmediatamente se organizó una columna de socorro para auxilio de Melilla. Una de las unidades elegidas para tal fin es el Tercio de Extranjeros, que es movilizado con urgencia. La primera bandera se pone en marcha desde el campamento de Rokba hacia el Fondak de Ain Yedida, vía Ceuta. Los legionarios emplearán diecisiete horas en recorrer 96 kilómetros después de un esfuerzo sobrehumano. La segunda bandera del comandante, Carlos Rodríguez Fontanes, llegará a Ceuta desde El Zoco de Beni Aros, donde se hallaba operando.

En Ceuta, Millán Astray se dirigirá a ellos con una vibrante arenga: “¡Legionarios! Melilla nos llama a su socorro. Ha llegado la hora de los legionarios. La situación allá es grave; quizá en esta empresa tengamos todos que morir. ¡Legionarios! Si alguno no quiere venir con nosotros, que salga de la fila, que se marche, queda licenciado ahora mismo. ¡Legionarios! Ahora jurad: ¿Juráis todos morir si es preciso en socorro de Melilla? La respuesta fue unánime. “Si”. Con el gorro en la mano izquierda y en alto se dieron las tres voces reglamentarias de la Legión Española: ¡Viva España! ¡Viva el Rey! ¡Viva La Legión! Los legionarios embarcan en el vapor Ciudad de Cádiz, cantando La Madelón. Su llegada a Melilla será inenarrable. Al mando del General Sanjurjo, Millán-Astray y Franco, 32 jefes y oficiales y 841 legionarios, bajan del barco cantando y desfilando. Miles de melillenses angustiados les esperan en el puerto.

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1921. La Legión desfila por la calles de Melilla.

Millán Astray se dirige a la población: “Melillenses os saludamos. Es la Legión que viene a salvaros; nada temáis, nuestras vidas os lo garantizan. Manda la expedición el más bravo y heroico general del Ejecito español: el general Sanjurjo. Vienen detrás de nosotros los Regulares de Ceuta con el laureado teniente coronel González Tablas y artillería de montaña, ingenieros y fuerzas de intendencia. ¡Melillenses!; los legionarios y todos, venimos dispuestos a morir por vosotros. Ya no hay peligro ¡Viva España! ¡Viva el Rey! ¡Viva Melilla!

Los legionarios entran en combate y poco a poco, recuperarán las posiciones perdidas. Melilla se ha salvado. Cuando entran en Monte Arruit el panorama es dantesco. Cientos de cadáveres sin enterrar, torturados, muchos sin cabeza, sin brazos, sin piernas, atados con las propias tripas. Habrá que enterrar con rabia y dolor contenido, pero con aires de venganza, a más de tres mil compatriotas.

Gracias a la dureza de los combates y los triunfos de sus legionarios, la fama de Millán-Astray se engrandece. Por todos los rincones de España surgen voces de cariño y aliento a los bravos soldados y a su indómito jefe. A propuesta de un nutrido grupo de políticos, la mayoría de ellos republicanos, como veremos, La Coruña se apresta a tributarle un grandioso recibimiento, con motivo de la llegada del ilustre militar para pronunciar una conferencia organizada por la Reunión de Artesanos.

La fecha elegida es el viernes 28 de julio de 1922. A las seis y media de la tarde, ante el Ayuntamiento se formó una caravana de más cincuenta coches que acudirían a la finca que el genial escritor, Alejandro Pérez Lugín, poseía en Alvedro. Allí iban a esperar la llegada del bravo soldado. Es importante incidir en este punto y a pesar de resultar un tanto pesado, no puedo resistirme a mencionar a muchas de las personalidades que se acercaron, ese día, a la finca del autor de la Casa de la Troya.

1ª Bandera de La Legión al mando del Comandante Franco Bahamonde

El senador por la Coruña, Pan de Soraluce; el alcalde en funciones, Ángel Senra; el teniente de alcalde, Ponte Blanco; los concejales Lens Viera, Martínez Morás, Piñeiro, Souto Ramos, Corral, Fernández, Fernández López, Boedo, Sanz, Salgado, Ledo y Paredes; el secretario del ayuntamiento Martín Martínez; los ex alcaldes Manuel Casás y Folla; el presidente del Sporting club, Aramburu; el presidente de la Reunión de Artesanos, Hervada; el presidente del Nuevo Club, Menéndez Atocha; el coronel del tercer regimiento de Montaña, Durán Loriga; los capitanes de artillería Judel y Bermúdez de Castro; Don José Toubes , gerente del Ideal Gallego; y los señores, Barreiro, Casares Quiroga, Guzmán, Villardefrancos, Emilio Astray, Arambillet, Catoira, Dequidt, Dorrego, Pernas, Feal, entre otros.

La casa de Pérez Lugín se hallaba engalanada con banderas españolas. Millán-Astray, llegó en el coche del dueño de la casa,- quien lo fue a buscar personalmente a Santiago-, acompañado por su señor padre, por el capitán ayudante, Ortiz de Zárate y por el sargento secretario particular de Millán, Sotero Fernández. Fue recibido con un caluroso saludo por parte del alcalde Senra, por la esposa del anfitrión, Pérez Lugín, y por los generales Muro, Molina, Carrero y Ruibal, el contralmirante de la Armada, Anglada y el capitán de artillería, destinado en el tercero de Montaña, que había acompañado las operaciones africanas de la Legión, Argudín Zalvidea. Las aclamaciones y gritos, vivas a España y al héroe de la campaña de Marruecos, fueron continuos. Abrazos y más abrazos repartió Millán-Astray entre los congregados. Es importante observar que la mayoría de los congregados que fueron a recibir al teniente coronel, eran de ideología republicana. Si uno se detiene a revisar la lista de congregados, verá por ejemplo, los nombres de Santiago Casares Quiroga, conspicuo republicano, que llegará, en la primavera de 1936, a ser presidente del gobierno del Frente Popular. El secretario Martín Martínez y el señor Guzmán, que serán fusilados por los militares alzados en julio del 36. Otros republicanos de prestigio eran: Antonio Lens; Ángel Senra que sería el primer alcalde republicano de La Coruña en abril de 1931; Villardefrancos que llegaría a ser presidente del Sporting club; Enrique Hervada, presidente de Artesanos.

1922 Visita del Teniente Coronel Millán Astray a La Coruña. Foto en los jardines del casa del escritor Alejandro Pérez Lugín.

En la casa de Pérez Lugín se sirvió una merienda y Millán-Astray conversó con dos de sus legionarios que se encontraban en la ciudad convaleciendo de sus heridas, el corneta Francisco Pérez Casas y el legionario José Vilasuso, para quien tuvo palabras de afecto y les dio unos afectuosos apretones de manos.

Para la entrada en La Coruña, Millán-Astray ocupó asiento en el vehículo en que viajaba el alcalde Senra. Miles de personas esperaban al valeroso militar. A su paso por la Palloza, la comitiva fue saluda por cientos de cigarreras que agitaban sus pañuelos, correspondiéndoles Millán agitando su gorra.

La avenida de Linares Rivas y los Cantones estaban repletos de público. Los balcones con colgaduras de la bandera nacional. Vivas y ovaciones no dejaron de oírse en toda la marcha. Fue una entrada triunfal, digna de un héroe.

En la Calle Real, el gentío prácticamente cerraba el paso de la comitiva. Desde el Sporting club, Casino Republicano, Nuevo Club, y casas particulares fue saludado con vítores y aplausos.

Al llegar a la Plaza de María Pita, una multitud esperaba al gran jefe militar. El coche en el que viajaba Millán-Astray, fue rodeado por cientos de coruñeses que deseaban abrazarlo y felicitarlo. En el vestíbulo estaba la banda del regimiento Isabel La Católica que interpretó diversas marchas. Millán subió por la alfombrada escalera en compañía del alcalde. En el salón de sesiones, el alcalde Senra le ofreció la bienvenida en nombre de la ciudad a lo que Millán Astray contestó: “Acabo de recibir el saludo más grato, más grande, más solemne, que a un ciudadano puede tributarse y más si es militar; el saludo del pueblo y de su Alcalde. Y yo no puedo decir sino que no he hecho otra cosa que portarme como se hubiera portado cualquier coruñés”. Visiblemente emocionado terminó su parlamento con Vivas a España, al Rey y a La Coruña.

En medio del entusiasmo popular, Millán-Astray se dirigió desde el ayuntamiento al palacio de Capitanía, para cumplimentar al Capitán General, teniente General Rubín, quien le felicitó efusivamente por sus inestimables servicios para con la Patria desde las filas de su obra predilecta: la Legión.

La plaza de la Constitución estaba también llena de gente que a la salida le dispensó de nuevo numerosas muestras de cariño. Millán, se dirigió hacia el Hotel Palas, donde quedaría alojado. Su coche fue escoltado, desde Capitanía hasta el hotel, por una muchedumbre que no paró de estrecharle la mano y abrazarle. En las puertas del Palas estaba congregado un numeroso gentío que obligó al bravo legionario a asomarse varias veces a uno de los balcones, dando de nuevo las gracias con un Viva España y un Viva La Coruña que fueron unánimemente contestados.

1922. Guerra de Marruecos. Tropas Legionarias en un breve descanso.

A la noche, Millán-Astray, acompañado por su padre; Alejandro Pérez Lugín y su esposa; el presidente de Artesanos, Enrique Hervada; el gobernador Civil, señor Alcántara; el general jefe de Estado Mayor, Tenorio; la marquesa de Anzo; el presidente de la asociación de la prensa, Ponte y el director de La Voz de Galicia, Alejandro Barreiro, acudió a presenciar en el Teatro Rosalía Castro, la película dirigida por Pérez Lugín, “Los Novios de la Muerte”. La película resultó ser toda una primicia, pues la cinta tan sólo la había visionado el Rey Alfonso en un pase privado en el palacio Real.

La cinta gustó mucho y la aparición en ella de varios jefes de Tercio, como Franco, Candeira, Beorlegui, Fontanes, Sueiro, fue saludada con vivas y ovaciones por parte del respetable.

Al día siguiente el fundador de la Legión, visitó la fábrica de Tabacos. Allí fue recibido por su director, Aguilar y el ingeniero jefe, Rebollo. En los talleres, 2.500 mujeres, vitorearon a su paisano y él, emotivo, agradeció las muestras de sentido cariño, dándoles un beso a las dos cigarreras más ancianas. A la salida de la fábrica, Millán-Astray se dirigió a la redacción de “El Orzán”. En los locales de periódico se sirvió un esplendido vino español y el alcalde, Ángel Senra hizo votos para que Millán conservase la vida para que pudiese saludarle, en fecha no lejana, como capitán general de Galicia.

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A las siete y media de la tarde, el Teatro Rosalía Castro presentaba un lleno total. En el escenario al lado de la mesa presidencial estaba colocado el pendón de la ciudad. El acto se inició con las palabras del presidente de la Reunión Recreativa de Artesanos, señor Hervada que dijo: “Al comenzar este acto, parece superfluo decir que siendo la “Reunión de Artesanos” el ateneo coruñés, siéntese enorgullecido en altísimo grado al ver en su tribuna a un coruñés de tan singularísimo mérito”.

Un paisano nuestro de corazón, el insigne novelista y legionario honorario, Alejandro Pérez Lugín, nos va a hacer el honor de presentarnos a Millán Astray. Gracias y ¡Viva Millán-Astray!”

El autor de la casa de la Troya, una vez cesados los aplausos que acompañaron las palabras de Hervada, dijo entre otras cosas: “Sean mis primeras palabras para enviar un efusivo saludo al Ejército de África que mantiene el honor de la Bandera y de la Patria. Mi recuerdo a las baterías gallegas, vuestras baterías coruñesas, los artilleros de la Legión; los bravos Regulares de González Tablas, cuyo sable glorioso ciñe al cinto dignamente Millán Astray. La Legión es Gallega por los cuatro costados. Gallega por su fundador y los mandos que le acompañaron en la fundación. Gallega por su modo de ser y Gallega, inda mais porque Gallega fue la sangre del primer jefe que dio su vida, el valeroso comandante Fontanes.

Dentro de la Legión, donde no hay bravuras ni méritos, superiores a otros, porque todos son superiores a si mismos, permítame usía, mi teniente coronel, a este legionario honorario que tienda sus brazos a la alegre tropa mosqueteril de la 4ª compañía del capitán Beorlegui, en donde aprendí a conocer y amar a ese glorioso e invicto cuerpo que perpetuará en la historia militar el nombre de su fundador, o noso Pepiño Millán-Astray”. “Sé que no te gusta que hablen de ti, que no te gustan las alabanzas. Pues bien a tus ordenes, no te ensalzaré, solo emplearé un adjetivo que no puede rechazar el teniente coronel de la Legión Extranjera, José Millán-Astray y es el de ¡coruñes!”

Una grandísima ovación premió el discurso de Pérez Lugín. Al ocupar la tribuna el jefe del Tercio, el teatro estalló en una prolongada y emocionante ovación. José Millán-Astray dijo: “Soy enteramente feliz. La Coruña me recibe, como las madres reciben a los hijos que vuelven de la guerra y yo correspondo a su cariño, a su efusión entrañable, depositando en su regazo maternal, mi medalla militar individual.

He recibido el mayor regalo que un ciudadano y un soldado puede recibir. El pueblo me ha estrechado entre sus brazos y los niños, los soldados del mañana, fueron los que me besaron. Que intenso deleite constituye el verse besado y abrazado como ayer lo hizo conmigo La Coruña entera. Alma de hierro, la de La Coruña; coruñeses de espíritu austero, poetas, soñadores, luchadores arrogantes que cruzáis los mares en busca de la gloria. Vosotros hacéis grande a España. Y a vosotras Coruñesiñas a quienes Dios hizo la especial merced de que por vuestro mandato de la especie prestéis vuestras entrañas para que nazcan los hombres. Conserváis el espíritu de la Raza, conserváis el espíritu de María Pita, de Agustina de Aragón y con vuestro recio temple de alma, nos animáis a la lucha y sois factor principal de la victoria.

Ante vosotras vengo a depositar todas las flores de la admiración y el cariño que vuestros corazones atesoran”.

En su vibrante conferencia Millán hizo un repaso somero a lo que La Legión significaba para España y los españoles. Innumerables aplausos, abrazos y felicitaciones, recibió al abandonar el Teatro.

A la mañana del domingo 30 de julio, el teniente Coronel y su padre, visitaron la casa de la calle de Santiago esquina a Tabernas donde había nacido. Aun le esperaba en los salones de Círculo de Artesanos, un banquete popular. A la una de la tarde, el gran salón de la sociedad estaba ya completamente lleno de comensales. Muy bien adornado, con mesas corridas, destacaba la presidencia donde se podían ver las banderas de España y de La Coruña, acompañadas por antiguas armas y otros elementos castrenses de decoración. El acto se inició con retraso ya que el alcalde accidental señor Senra, declinó asistir al acto al estar ya presente el alcalde titular Asúnsulo, quien había llegado de forma inesperada la tarde anterior al Teatro Rosalía, cuando Millán pronunciaba su conferencia. Enterado el teniente coronel, intervino para rogar la presencia de ambos, cosa que no consiguió, ya que envió en un coche a su ayudante Ortiz de Zárate a buscar a Asúnsulo, pero este no pudo ser localizado. A las dos y media llegó Millán a Artesanos, acompañado precisamente por Ángel Senra. Toda la ciudad estaba representada en los más de doscientos comensales que dieron cuenta de un almuerzo servido por el Hotel Continental. Médicos, industriales, abogados, diputados, comerciantes, consignatarios, empleados, concejales, sacerdotes, militares de todas las armas y cuerpos, salvo unos cuantos de Infantería, pues Millán-Astray, era enemigo acérrimo de las juntas de Infantería, nacidas en el seno de nuestro Ejército, en 1917.

Ocuparon la presidencia entre otros, el homenajeado, el presidente del Círculo, Enrique Hervada; el gobernador Civil, Alcántara; el militar, general Pulleiro; el alcalde Senra y el padre del fundador del Tercio.

Ante tal avalancha de público, los camareros se plantaron y el banquete tuvo que ser servido por los dueños del Continental a quienes ayudaron los propietarios y representantes de otros hoteles de La Coruña, como El Palas, la Perla, Europa, Francia, Londres, Roma y Ferrocarrilana.

A la hora de los brindis, Enrique Hervada ofreció el homenaje y hablaron sucesivamente, el alcalde Senra; los gobernadores civil y militar; el diputado Pan de Soraluce; Luis Cornide y por último Millán-Astray que finalizó sus palabras de agradecimiento a las autoridades y a la ciudad por haberle dispensado tamaño homenaje. Al finalizar, de entre el público, se levantó el antiguo alcalde, Manuel Casás, para solicitar que el Círculo de Artesanos nombrase socio de honor a Millán y el Ayuntamiento lo declarase como hijo predilecto de La Coruña. Las propuestas fueron saludadas con una atronadora salva de aplausos. Con los acordes de la Madelón y la Marcha Real, interpretadas por la música militar, que estaba presente, finalizó el almuerzo. A la salida Millán-Astray fue obligado a bajarse del coche para continuar a pie hasta el Hotel Palas arropado, por una ingente cantidad de personas que no dejaron de aclamarlo. Después de realizar una visita a la ciudad, a la noche cenó en el Pazo de Jaz, propiedad del conde de Maceda. El día 31, después de despedirse de la autoridades, José Millán- Astray y Terreros, héroe de España, abandonaba por vía férrea su querida ciudad de la Coruña.

El día 3 de agosto de 1922 la corporación municipal en sesión plenaria tomó el acuerdo de nombrarle hijo predilecto de la ciudad de La Coruña a propuesta del señor Senra, respondiendo de este modo al sentir del vecindario coruñés hacia el heroico Teniente Coronel de la Legión Española.

Carlos Fernández Barallobre

Autor

Carlos Fernández Barallobre
Carlos Fernández Barallobre
Nacido en La Coruña el 1 de abril de 1957. Cursó estudios de derecho, carrera que abandonó para dedicarse al mundo empresarial. Fue también director de una residencia Universitaria y durante varios años director de las actividades culturales y Deportivas del prestigioso centro educativo de La Coruña, Liceo. Fue Presidente del Sporting Club Casino de la Coruña y vicepresidente de la Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan de La Coruña. Apasionado de la historia, ha colaborado en diferentes medios escritos y radiofónicos. Proveniente de la Organización Juvenil Española, pasó luego a la Guardia de Franco.

En 1976 pasa a militar en Fuerza Nueva y es nombrado jefe Regional de Fuerza Joven de Galicia y Consejero Nacional. Está en posesión de la Orden del Mérito Militar de 1ª clase con distintivo blanco. Miembro de la Fundación Nacional Francisco Franco, es desde septiembre de 2017, el miembro de la Fundación Nacional Francisco Franco, encargado de guiar las visitas al Pazo de Meiras. Está en posesión del título de Caballero de Honor de dicha Fundación, a propuesta de la Junta directiva presidida por el general D. Juan Chicharro Ortega.

 
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Geppetto

El día 20 de septiembre se conmemora la filiación del primer legionario que por elevación ha terminado siendo la conmemoración de la creación del Tercio, y escribo creación y NO fundación por cuanto en el Ejercito las unidades se crean, nadie funda nada.
El Tercio fue creado por el Ministro de la Guerra José Villalba y Riquelme el día 20 de enero del año 1920 y unos días después Villalba mando un telegrama al recién ascendido teniente coronel José Millan Terreros para que, sin dejar su destino, se incorporada a la comisión militar que iba a crear la fuerza de voluntarios que llamara Tercio de Extranjeros, fuerza de choque que Villalba llevaba intentando crear desde hacia mas de diez años dentro de la necesaria reestructuración de todo el ejercito que los tiempos demandaban y que Millan conocía por haber sido profesor en la Academia de Infantería, cuyo director era el coronel Villalba Riquelme, dando clases de las asignaturas cuyos textos estaban escritos por Villalba, Táctica de las Tres Armas y Estrategia.
Ese fue el motivo por el que Villalba pidió al ministro general Tovar que mandara a Millan a Tremecen a refrescar los estudios ya existentes sobre la Legion Extranjera francesa y que, en cuanto fue ministro utilizo junto a los que el mismo había hecho en 1905 para organizar la nueva fuerza.
Cuando la comisión tenia ultimada la creación del Tercio de Extranjeros y solo ha falta de presupuesto el gobierno de Manuel Allendesalazar cesó y con el el ministro de la Guerra Villalba, el nuevo ministro Vizconde de Eza echo para atrás todo lo hecho por Villalba, incluido el Tercio y la compra de armas que se estaba llevando a cabo en Inglaterra para dotar de armamento moderno al jercito destacado en Marruecos y sera a partir de se momento cuando brillara con luz propia el genio del teniente coronel Jose Millan Terreros, que tuvo que organizarse con rapidez para evitar que el Tercio, que ya estaba creado y publicado en la Gaceta, fuera arrumbado como pretendía hacer el ministro Marichalar.
El Tercio fue, en manos de Millan Astray y Francisco Franco, una fuerza de primer nivel que desde su puesta en marcha ha dado victoria tras victoria al Ejercito español cubriéndose de gloria y eso solo es achacable el genio de estos dos personajes.

Aliena

Un artículo fabuloso y brillante.

José Ramón Rivera Guitián

Muy bien Calin se me humedecian los ojos al leerloy pensar que aun hay hijos de mala madre que critican la figura de este hombre que invitaba a los valientes a morir con èl !VIVA LA LEGION¡ un abrazo grande

José Ramón Rivera Guitián

Por cierto, compartimos lectores,el genial GEPPETTO yla simpatica ALIENA tenemos que llegar a conocerlos para llevarlos de tascas por la Coruña

Carlos San Miguel Espresati

Buenas noches:
Mi motivo de escribirles es para aclararles de un error en su artículo. El primer Caballero Legionario en alistarse fue Carlos Espresati de la Vega, bautizado en San Roque y vecino de Ceuta en esas fechas. Por mis datos, Marcelo Villeval se alistó en Figueras en Marzo de 1922.
Hay una Orden del Mando de La Legión de fecha 5 de Abril de 2021 donde apunta lo que le comento, indicando además que el Coronel Muguiro ya lo dejó claro en una circular del 22 de Mayo de 1930.
Ignoro el porqué se ha mantenido ese dato erróneo. Le puedo asegurar que por el historial de mi familiar no puede ser. Fue impresionante.

Saludos.

Carlos San Miguel Espresati

Buenos días:

Observo que mi comentario enviado ayer no aparece. Supongo que, como veo lógico, será porque querrán verificar su exactitud. Les comenté que el nombramiento es oficial y comunicado por la propia Legión, fruto de sus investigaciones, ajenas completamente a nuestro entorno familiar. En él deja claro que es Carlos Espresati de la Vega y no Marcelo Villeval Gaitán el primer Caballero Legionario en alistarse.
Saludos.

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