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Los comentarios de la prensa amarilla -y la radio amarilla, y la televisión amarilla, y…- sobre las elecciones andaluzas del pasado domingo se centran en destacar la bofetada que ha recibido el socialismo, el hundimiento de la izquierda -que por supuesto no califican de ultra- y lo que llaman el «fracaso» de la «ultraderecha». También gimotean mas o menos por Ciudadanos, partido al que han querido resucitar aunque todos -ellos los primeros- sabíamos que estaba muerto y enterrado.
Alaban la posición centrista del PP en Andalucía, y se congratulan de que haya tenido mayoría absoluta porque así no necesita a VOX. Y esto es así en todos los medios considerados de referencia que he leído y oído, incluyendo la cadena episcopal, que no deja un día sin adoctrinar en contra del «populismo de VOX».
En cuanto al PSOE, unos lo dan por finiquitado y otros se hacen eco de la cantinela socialista y apoyan la excusa de la no extrapolación de resultados autonómicos a nivel nacional. Ciertamente, no son cosas iguales; pero los voceros socialistas deberían bajar de su nube y darse cuenta de que una elección autonómica puede no ser muy significativa, pero que don Pedro Sánchez lleva brillantemente perdidas tres convocatorias electorales en cosa de un año.
Pero lo mas comentado es el «fracaso» de VOX. Y llaman fracaso a haber obtenido dos escaños mas que en las últimas elecciones andaluzas; esto es, a haber conseguido una mejora del 16% en sus resultados. Lo cual implica que, como el PSOE ha perdido un 10%, VOX ha logrado mejorar un 26% con respecto al sanchismo.
Pero el socialismo -y todos los que lo corean, aplauden y mantienen desde la prensa, la radio y la televisión- se felicita porque VOX no sea necesario para formar gobierno en Andalucía. Se felicitan de que pueden ignorar al casi medio millón de electores (493.932) que ha votado a VOX; es decir, al casi 13,5% de los votantes de Andalucía.
Curiosa democracia esta; curiosos demócratas estos, que se felicitan por expulsar de sus templos a medio millón de ciudadanos. Curioso sistema político que desea anular al 13,5% de los votantes, pero legitima a los que, siendo muchos menos, eligen opciones prácticamente antisistema.
Porque para los comentaristas de los medios influyentes -o que dicen serlo-, la izquierda -que no es ultra, por supuesto- ha perdido en torno a la mitad de sus anteriores escaños porque «ha concurrido separada». No porque los andaluces se hayan dado cuenta de que son unos niñatos -y niñatas, y niñates, no se me ofendan- que tienen unas ideas muy guays de asamblea de instituto, de gastarse el dinero -de los demás- en parrandas de adolescentes, y de no asumir responsabilidad por nada.
Y sin embargo, es doña Teresa Rodríguez la que -muy probablemente sin quererlo- ha dado el juicio más exacto: «hemos pinchado el globo de la extrema derecha».
O sea: el triunfo de la ultraizquierda es el de haber conseguido que el PP tenga mayoría más que absoluta, y que VOX haya incrementado sus escaños menos de lo previsto.
Para eso ha quedado la ultraizquierda: para pinchar globos.