21/11/2024 11:57
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Con quien habló el general varias veces aquella tarde del 23-F fue con Sabino Fernández Campo
           De entrada tengo que decir que no es mi intención rectificar lo que ayer publicó «El Mundo», con la tipografía más grande que conocieron los siglos, y mucho menos a Emilia Landaluce, a quien tengo, por lo que la leo, como una buena profesional de «esto» que algunos llamamos periodismo.
                  Pero, confieso que ayer al echarme a la cara los grandes titulares del periódico se me abrieron las carnes (¡vamos, como si tuviera 35 años y fuera Director de «El Imparcial» y no los 81 que ya casi tengo), porque lo que se pone en boca del Rey no se ajusta a la realidad, a lo que fue, en absoluto… Al menos no como me lo contó 20 veces Don SABINO, mi amigo y coautor en la sombra Sabino, ni como lo hizo el propio general Juste, ni como me lo comentaron Miláns del Bosch y el mismísimo Armada.
                La versión de la llamada de Juste a la Zarzuela  que yo copié de lo que tenía escrito Sabino y que me ratificaría después,  cuando estaba escribiendo mi «Tejero 25 años después», el propio general Juste, es bien diferente.
              Pero, leamos antes la versión de Emilia Landaluce en «El Mundo»:
                     
                   Don Juan Carlos lo cuenta así en una conversación con «El Mundo»:  «Fue el general Juste quien realmente hizo que Armada no entrara a Zarzuela e hiciese creer al resto de los implicados que yo estaba en el golpe. Además ordenó a la División Acorazada que permaneciera en sus cuarteles y no saliera a tomar las calles de Madrid» dice para lamentarse por el mal trato que le dispensó después el ejército.
 
                 Y al llegar aquí digo lo que siempre digo cuando escribo de Historia: yo ni quito ni pongo Rey, pero ayudo a mi Señor… porque mi Señor será siempre la Verdad.
 
                Leamos ahora la versión de Don Sabino Fernández Campo, quien en el fondo, y sin saberlo, fue el que de verdad frenó lo que un principio y equivocadamente se creyó que era un Golpe de Estado (y no digo el que «acabó» porque ese honor le corresponderá siempre al Teniente Coronel Tejero, por oponerse a la «solución Armada») y no fue más que un intento de «Autogolpe» del mismísimo Rey.
         
                «Serían las ocho menos cuarto cuando estando yo con S.M. en su despacho entró Fernando Gutiérrez, el Jefe de Prensa, y con cierto nerviosismo dijo: Perdón, Majestad, Sabino, es el general Juste, dice que quiere hablar contigo, que es muy urgente… ¿En qué teléfono está? En el de tu despacho…Bueno, dile que le llamo yo enseguida… No, no, ve y habla con él, Sabino  -me dijo el Rey–   y yo, acompañado de Gutiérrez, me llegué hasta mi despacho,y cogí el teléfono, la tiempo que con la otra mano le indicaba al bueno de Fernando que se quedase.
                     —  Pepe, dime, ¿qué pasa?  (y aclaro que Juste y Sabino eran íntimos amigos desde la Guerra Civil).
                     —-   Oye, Sabino, dime ¿está ahí Armada?
                    —   No ¿por qué lo preguntas?
                    —   Porque aquí se me está diciendo que Armada está con el Rey y que lo que está pasando es cosa de la Zarzuela.
                     — Pues, Pepe, Armada, NI ESTÁ NI SE LE ESPERA.
                    —  Vale, Sabino, vale. ¡Te llamo ahora!  – y colgó sin más.
                   —   ¿Y eso? –  se me preguntó Gutiérrez, con sorpresa.
                   —  Pues, no lo sé, no lo sé, pero ahora caigo que el Rey me ha dicho que había llamado Armada y le había pedido venir a la Zarzuela…
                     Entonces, y sin saber por qué, pensé que Armada no debía venir a la Zarzuela y me fui directo al despacho del Rey.
                   — Fernándo, me voy a ver al Rey, tú quédate aquí por si  llama Juste.
 Si llama me avisas enseguida.
                    —  Señor, aquí está pasando algo raro –le dije en cuanto entré a S.M.
                    —   A ver ¿qué te ha dicho Juste?  — me preguntó, eso sí, con cierta ironía, cosa que no me gustó.
                    —  Señor, Juste me ha preguntado con mucho interés si estaba aquí el general Armada.
                   — ¿Sólo eso?.
                  —   Bueno,me ha dicho que allí, o sea en la Brunete, le estaban diciendo que Armada estaba en la Zarzuela y que todo lo que estaba pasando lo controlaba Armada…No le dio tiempo a más porque colgó.
                       —  ¿Armada?, pues él no me ha dicho nada de eso, sólo que quería venir a contarme cómo estaban las cosas.
                      —   Pues, Señor, hay que evitar que venga a la Zarzuela…y en ese momento llama de nuevo Armada. El Rey coge el teléfono y sólo le dice, muy serio, «Oye Alfonso, estoy muy liado, te paso a Sabino y le cuentas lo que sea… y así lo hizo… Hola, Alfonso, dime ¿qué pasa?. «Sabino, las cosas están mal y me temo que van a ir a peor, en el Congreso hay muchos nervios y yo no sé qué pretende Tejero… por eso me gustaría explicarle al Rey lo que está pasando»… Alfonso, yo creo que tal como están las cosas tú no debes moverte de tu puesto, Gabeiras puede necesitarte más. Luego te llamamos. Y colgué.
                      —   Bien, Sabino, pero llama a Juste…a ver qué pasa.
                  Y al general Juste llamé desde mi despacho. Serían ya las 8,30… Aunque antes entró Gutiérrez, casi ahogándose, y me dijo lo de Televisión y que estaban allí fuerzas del Ejército. 
                   —   Pepe ¿qué pasa en Televisión Española? -le dije, casi gritándole.
                   —   Tranquilo, Sabino, ya está todo controlado.
                  —   Pero ¿qué sabes? ¿qué ha sido todo esto? ¿por qué lo de Armada?.
                   —   Vamos a ver, Sabino, por lo que ya sé la cosa es grave. Según me ha informado el comandante Pardo Zancada la cosa es que detrás de todo está Miláns y que Armada lo iba a dirigir desde la Zarzuela.
                   —  Pero, dirigir qué, Pepe, dirigir qué…
                  —   No lo sé, Sabino, no lo sé… Sólo me han dicho, y me están diciendo, que la acorazada debe salir.
                  — ¡¡¡ Eso no, Pepe !!! — le grité.
                  —   Ya lo sé, Sabino, y ya estoy dando las órdenes oportunas. Ya he mandado retirar las fuerzas que habían entrado en Televisión y las de la Radio. Estate tranquilo, la Brunete no se moverá, salvo que dispongáis otra cosa.
                  — Bueno, hablaremos después… Pero, la cosa no me gustaba nada… y menos
cuando el Rey volvió a decirme que deberíamos dejar a Armada que viniera a la Zarzuela.
 
                    Y hasta aquí lo que me contó  Don Sabino… y sólo fue el principio de la larga noche. Lo que sí quedó claro para la Historia fue que la conversación de Juste con Sabino paró el Golpe o lo que fuera aquello, dado que la contraseña acordada con los Capitanes Generales, todos menos el de Canarias, era precisamente la presencia del general Armada en la Zarzuela y junto al Rey
                   Y claro quedó, y confirmado por los dos, que el general Juste no habló con el Rey, al menos en las horas decisivas… y sí con Don Sabino varias veces.
 
                                                                   

Autor

Julio Merino
Julio Merino
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.

Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.

Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.

En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.

En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.

Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.

Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.
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