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El actual gobierno del virus, delincuente y antiespañol tiene, cosa lógica, encantados a todos los enemigos de España, en los que se apoya: a la ETA, a los separatistas y ahora a Inglaterra y sus llanitos. En relación con Gibraltar, el último movimiento no es más que la consecuencia de todos los anteriores, tomados por gobiernos de derecha y de izquierda. Gobiernos autoproclamados “amigos y aliados” de la potencia que invade nuestro país en un punto estratégico clave. Política que ha marcado la máxima humillación de España en siglos por parte de una chusma política igualmente antiespañola, sea de izquierda o de derecha.
Ha dicho la tiorra que lleva las relaciones exteriores de España, que el Gibraltar español no sirve de nada (a los gobiernos españoles, desde Franco, no les ha servido de nada, es verdad), porque “llevamos 300 años de reivindicación siendo ignorados”, así que lo mejor es compincharse con las autoridades coloniales y extender la colonia al máximo con vistas a participar de su prosperidad. Ni una sola de esas frases es cierta.
Nunca los gobiernos españoles han sido ignorados. Al contrario, llevan cooperando “amistosamente” con Inglaterra y “su” Gibraltar” desde la Guerra de independencia, y dejando la “reivindicación” en una palabra vacía, con paripés ocasionales. Lejos de ser ignorada, esa actitud siempre fue muy apreciada por la potencia invasora. Hubo, sin embargo, una excepción: Franco infligió a Londres una fuerte derrota diplomática y política en la ONU, que aprobó la devolución de Gibraltar a España. Y como Londres, siguiendo su conducta habitual, hizo caso omiso del acuerdo, España cerró la verja, impidiendo a la colonia parasitar al entorno, el cual prosperó (Acerinox, puerto de Algeciras, etc.) mientras el peñón dejaba de ser negocio para ocasionar a Londres un pesado coste. Tampoco esto fue ignorado por los gobiernos ingleses, aunque de otro modo.
¿Por qué aguantó Londres? Porque tenía un desprecio fundamental hacia la corrupta oligarquía española, con su falso patriotismo vocinglero. Desprecio fundado en muchos años de experiencia, y creía que después de Franco los políticos serían “otra cosa”. Por desgracia tuvieron razón. Leopoldo Calvo-Sotelo anunció que abriría la verja; no tuvo tiempo de hacerlo y la abrió Felipe González. Por supuesto, los gobiernos españoles desde entonces tampoco fueron ignorados por Londres, que, se mostró de lo más complacido, como no podía ser menos. De ser una ruina económica, el peñón se convirtió en un emporio de negocios oscuros, desde el contrabando de tabaco o el narcotráfico al lavado de dinero negro, las labores propias de un refugio fiscal, etc.
Puede darse por seguro que muchos políticos y empresarios españoles tienen dinero en esos negocios de Gibraltar, y si la prensa española no fuera tan miserable, tendría que haber practicado el periodismo de investigación sobre esos individuos y sobre los lobis prollanitos pagados con el dinero de la colonia. Desde la apertura de la verja, todos los partidos y periodistas, con raras excepciones, se han preocupado de mantener el asunto en el olvido, salvo alguna que otra comedia. En este blog hemos recordado a menudo, casi en solitario, que Gibraltar define la ausencia de política exterior de unos gobiernos con vocación de satelizar España a otras potencias.
¿Cuál es la nueva política del gobierno del Doctor? Tratar de participar en el negocio. De lo cual esperan sin duda muchos beneficios, que será lo contrario para los españoles. La pandilla desgobernante, está claro, se atreve a todo porque cree que España ya no existe. También lo creyeron otras parecidas del Frente Popular. Es necesario demostrarle que sí existe, y que no quedarán impunes sus delitos. España parece dormida, incapaz de defender su derecho y su libertad. Quien no es capaz de defender la libertad, no la merece, y así parece ocurrir con otras muchas cosas como la “memoria histórica”. Pero yo creo que el país no está dormido, solo adormilado por la verborrea perversa de unos políticos y periodistas corruptos. Y que despertará.
Autor
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Nació en 1948, en Vigo. Participó en la oposición antifranquista dentro del PCE y el PCE(r)-Grapo. En 1977 fue expulsado de este último partido e inició un proceso de reflexión y crítica del marxismo. Ha escrito De un tiempo y de un país, sobre su experiencia como "revolucionario profesional" comunista.
En 1999 publicó Los orígenes de la guerra civil, que junto con Los personajes de la República vistos por ellos mismos y El derrumbe de la República y la guerra civil conforman una trilogía que ha cambiado radicalmente las perspectivas sobre el primer tercio del siglo XX español. Continuó su labor con Los mitos de la guerra civil, Una historia chocante (sobre los nacionalismos periféricos), Años de hierro (sobre la época de 1939 a 1945), Viaje por la Vía de la Plata, Franco para antifranquistas, La quiebra de la historia progresista y otros títulos. En la actualidad colabora en ÑTV, Libertad Digital, El Economista y Época.