18/05/2024 21:58
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La Polonia fiel a su identidad y a la defensa de los niños y las familias vuelve a ser atacada por la oligarquía matonil de Bruselas.

Esos tipos almidonados, surgidos de una elección oscura en despachos de multinacionales lobbistas, y llamados “Comisión Europea”, vuelven a fustigar al gobierno social patriota polaco.

En la sesión parlamentaria de hace unos días el Primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, defendió ante la Eurocámara la primacía natural del Derecho polaco, la identidad de su Nación y la legitimidad del Parlamento polaco para legislar soberanamente en las materias no transferidas a la Unión Europea o que no resultan de su incumbencia por pertenecer a la intimidad de las familias, la moral, las costumbres o la identidad cultural.

Este nuevo ataque de los globalistas de Europa contra Polonia se desarrolló desde que el Ministro de Justicia polaco, con gran bravura, se opuso hace algunas semanas a la “Estrategia para los derechos del niño” que la presidenta de la Comisión, Ursula Von der Leyen, desea implantar en Europa y que, al contrario de lo que su título indica, más que proteger los derechos, los enterrará en el fango de los lobbies LGTB y de la dictadura de género.

Esa “estrategia” por los niños no pretende endurecer penas contra la pedofilia, castigar a políticos que permiten abusos sexuales a menores como en Baleares o erradicar la publicidad y adoctrinamientos corrompedores. Al contrario: impondrá a los 27 Estados de la UE el reconocimiento del matrimonio homosexual y las adopciones por parejas de gays y lesbianas, además del adoctrinamiento LGTB en las aulas o el uso del lenguaje “neutro” a gusto de la teoría “queer”.

Semejantes aberraciones chocan directamente no sólo con las disposiciones de la Constitución polaca, sino con la voluntad mayoritaria del pueblo polaco que –recordémoslo- dio la superioridad parlamentaria al partido “Ley y Justicia”  para hacer justamente lo que hace –y prometió a los electores-: blindar la identidad de su Nación contra el magma impositor de los lobbies progres de Bruselas.

Pese a que en ningún Tratado se establece que la Unión Europea se constituya como un gobierno único con leyes ideológicas, la miembro del “Grupo Popular Europeo” –el PP europeo- y presidenta de la “Comisión europea” Ursula Von der Leyen, determina justamente lo contrario: que Europa se convierta indefectiblemente en los “Estados Unidos de Europa” bajo los mandatos de la agenda que quiere hipersexualizar a los niños en la moda transexual, imponer la transición ecológica a gusto de Greta Thunberg o mantener orondas relaciones de dependencia respecto a la tiranía china que ya están costando a la UE el desabastecimiento y el colapso en ciernes.

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Como quería Ursula, todos los grupos del Europarlamento – verdes, comunistas y liberales, incluidos los socialistas y los peperos de España-, se mostraron a favor de castigar a Polonia, quitarle los fondos de ayuda y arrebatarle el derecho a voto en las instituciones. Sólo los grupos de “Conservadores y Reformistas de Europa” donde se integra Vox, y el de “Identidad y Democracia” donde se integran las fuerzas de Le Pen o Salvini, se manifestaron en contra.

El ataque a Polonia por parte de la pepera Ursula Von der Leyen se recrudeció en septiembre de 2020, cuando Polonia se plantó ante la pretensión de chantajearla a cuenta de su sistema educativo, donde la enseñanza LGTB está prohibida, así como por la reforma del Código Penal polaco para recrudecer las penas contra los pedófilos. Entonces, el socialista Juan Fernando López Aguilar elaboró un Informe de reprobación donde describía a Polonia como nación neofeudal y autoritaria. Ese informe fue votado a favor, entre otros, por los europarlamentarios peperos españoles, partidarios de sancionar a Polonia.

Ursula Von der Leyen no logró entonces sus objetivos de extorsión, pero sí pretende hacerlo ahora intentado doblegar a la economía polaca, que lleva 25 años de crecimiento ininterrumpido, que en la época preCovid tenía un 5 por cien de paro y cuyo sistema sanitario cubre el tratamiento dental para niños y familias pero no así el crimen del aborto, extendido y legalizado en el Oeste europeo y convertido en “derecho humano”, no lo olvidemos, por el Parlamento europeo en un Informe de julio de 2021.

Ursula Von der Layen ha puesto a trabajar la maquinaria para desarrollar la Agenda 2030 a la que rinde la misma pleitesía que su compañero de eurogrupo, el PP de Pablo Casado. Por ello quiere doblegar las leyes nacionales que en Hungría o Polonia, bajo gobiernos social patriotas, se oponen a los diseños esterilizadores, antifamilia y transexualistas que pretenden las élites de Bruselas.

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Polonia está defendiendo a sus niños frente al modelo globalista que quiere reemplazarlos por inmigrantes, a la vez que fomentar la transexualidad infantil y adolescente; esto último es un fracaso social que en Reino Unido ha multiplicado por 44 y en tan sólo diez años, el número de jóvenes decididos a cambiar su sexo, o que en España está suponiendo que regiones como Canarias hayan aprobado, con el voto del PP incluido, leyes de género que sufragarán con dinero público tratamientos hormonales y quirúrgicos para niños y adolescentes.

Polonia es admirable. Si frente a “Black lives matter” sus futbolistas dijeron, alto y claro, que “sólo se arrodillan ante Dios o para pedir matrimonio a sus mujeres”, su Primer ministro se enfrenta a toda la pogredumbre europea y defiende su Ley, su identidad nacional y la inocencia de sus niños.

La civilización occidental está decrepita. Sus medios de masas justifican al musulmán terrorista que asesinó a un diputado británico conservador y católico. Sus sociedades se arrodillan al grito de “Black lives matter” por un delincuente muerto llamado George Floyd. La aceptación de la Agenda 2030 nos dejará sin niños europeos, sin industrias nacionales y sin culturas autóctonas.

Pero queda un batallón de soldados, de centinelas de la Tradición: entre ellos los polacos y los húngaros y sus valientes gobernantes, dispuestos a defender las esencias que hicieron grande a la Europa cristiana.

¡Viva Polonia!