19/09/2024 23:33
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Cuando entres en las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas estarás en uno de los conjuntos montañosos más importantes de la península ibérica.

La mayor parte de los pueblos se sitúan entre los 700 y los 1.000 metros de altitud. Más de la mitad de la superficie del parque se encuentra entre los 1.000 y los 1.500 m de altitud, pero hay cumbres que se disparan por encima de los 2.000 metros, como el pico Cabañas (2.028 m), el Alto de la Cabrilla (2.039 m) y el pico Empanadas (2.107 m), que es el punto más elevado del Parque. Entre éstas, más de cincuenta cumbres superan los 1.600 m de altitud.

Este conjunto se dispone en abruptas alineaciones de dirección nordeste-suroeste, que en ocasiones se entrecruzan y que suelen estar separadas por hondos valles labrados por los ríos, flanqueados por rotundas escarpaduras rocosas.

El este del Parque es la parte más montañosa. En la zona nordeste descubrirás numerosos calares, que son montañas alargadas que se yerguen por los cuatro costados y que están coronadas por extensas planicies.

Siguiendo hacia el sur, encontrarás uno de los paisajes más originales e inesperados del parque: la gran altiplanicie de Los Campos de Hernán Perea, a 1.600-1.700 m de altitud. Más al sur aún, siempre en la zona este, verás alzarse las Sierras del Empanadas y de la Cabrilla, donde el parque natural es más agreste y alcanza sus mayores cotas, con diez cumbres que superan los 2.000 m.

En la parte oeste del parque, las montañas comienzan por el norte con altitudes moderadas y perfiles sencillos en las Sierras de Calderón, Oruña y Cumbres de Beas, siempre por debajo de los 1.350 m de altitud. La Sierra de Las Villas te impresionará un relieve complejo e intrincado, con cumbres que se levantan sobre quebradas laderas por encima de los 1.800 m de altitud.

 

En el extremo sur del Parque, un impresionante conjunto de montañas se alza sobre la campiña olivarera jiennense y los parajes subdesérticos de Huesa e Hinojaresda.Se trata de las Sierras de Cazorla y El Pozo, que alcanzan su techo en el pico Cabañas (2.026 m).

Muchas de estas alineaciones montañosas están separadas por ríos que han labrado el paisaje con profundos cañones, desfiladeros, gargantas, cerradas; valles encajados que van a constituir para ti uno de los alicientes paisajísticos más singulares del Parque.

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Entre los valles, destaca el del Guadalquivir. El hermoso pasillo entre montañas que abre este río en dirección nordeste. Cerca de él, en otra depresión cubierta por olivares, corre el río Guadalimar.

Ambos se encontrarán kilómetros abajo. Otros ríos también han excavado en la montaña numerosos valles, a veces salvajes, a veces domesticados, pero siempre atractivos por el encanto y la armonía de los escenarios que conforman.

ARQUITECTURAS NATURALES

 

Unas formaciones de la sierra muy características son las tobas, bellísimas placas de cal que sedimenta bajo el agua en cascadas. Los suelos rocosos están a veces densamente esculpidos por el agua, formando laberínticas redes de grietas, hendiduras y depresiones. 

También encontrarás, en zonas altas, los sorprendentes torcos o dolinas, hundimientos del terreno, de contornos redondeados y forma de embudo. Su fondo hace de sumidero del agua de lluvia, por lo que son llamados sorbiores en estas sierras, y suelen tener continuidad en forma de profundas simas.

 


EL PAISAJE VEGETAL

Ante todo, este Parque es un inmenso pinar. Pero, como irás descubriendo, es un pinar variado, diverso, donde los pinos, de diferentes especies y tamaños, se mezclan armónicamente con otros muchos árboles y arbustos. Aquí no encontrarás monótonas sucesiones de pinos que parecen clonados como columnas sobre suelos carentes de vegetación.

Los tres pinares

Según se asciende en altitud, encontrarás pinos carrascos, negrales y laricios. De estos últimos, el Parque se enorgullece de tener los mejores bosques de España. Con sus troncos derechos de corteza blanquecina, estos grandes pinos son los amos del paisaje en las zonas altas.

 

Encontrarás robles que llegan a formar bosques. Algunos viejos ejemplares tienen un porte realmente majestuoso. También verás encinares e incluso sabinares de sabina mora.

También madroñales, punteados de rojo y naranja en el otoño. Dispersos aquí y allá, encontrarás arces, tanto el granadino  como el de Montpellier , este último muy escaso en el sur y ambos con un sensacional cromatismo de otoñada.

Lo que más te llamará la atención será el hallazgo de árboles mucho más propios de latitudes norteñas que del sureste ibérico, como el acebo, el avellano avellana), el olmo montano  el tejo y hasta algún abedul. 

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El olivar

La mayor parte de la huella humana en el interior del Parque se aprecia en la zona norte, es decir, en la comarca de Segura. En las partes más bajas encontraremos olivares trepando por las laderas, con numerosas manchas de bosque y matorral intercaladas.

El olivar es la base de la economía del Parque y de su extensa zona de influencia, y elemento clave de su paisaje, de su cultura y de la vida cotidiana de sus gentes. En realidad, es un bosque aclarado que, aunque artificial y carente de la estructura y la diversidad de los bosques naturales, constituye un complejo agrosistema donde están presentes muchas especies de plantas y animales.

 

 

Las aldeas y cortijos

Aparte de los pueblos de mayor entidad, la profusión de aldeas y minúsculos cortijos aislados es otro de los rasgos que dan una marcada personalidad a esta parte del Parque.

En las zonas de mayor altitud, muchos de esos enclaves humanos ya no están poblados, o sólo lo están durante los meses de clima más benigno. La arquitectura tradicional de las aldeas se conserva de manera desigual.

 

 

Los embalses

 

La abundancia de agua del Parque ha propiciado la construcción de embalses de muy distinta extensión, capacidad y uso.

Todos ellos son un patrimonio de gran relevancia económica y paisajística, pero, en su momento, su construcción tuvo un gran impacto social, al tratarse en la mayoría de los casos de una época en la que las condiciones políticas eran muy duras. En la actualidad, los embalses del parque son un atractivo recurso recreativo y deportivo. 

 

 

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