15/05/2024 09:52
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2050: la inmigración habrá terminado con España

Siempre lo he tenido muy claro, el principal y más grave problema de España es la inmigración en la proporción y diversidad que venimos recibiendo desde hace veinticinco años, problema ante el que no ha habido ni hay en la actualidad voluntad de frenar. Y eso que la UE ya ha tenido que tomarse el problema en serio por la presión que ejercen diferentes países en cuanto a negar admitir inmigración, incluso estar dispuestos a devolver a los inmigrantes que les entren a sus lugares de origen… O, en su caso, mandárnoslo a España, que es lo que viene haciendo Francia con los que le llegan, incluso con los tiene en su territorio desde hace años.

El problema, que ya lo es, terminará con lo que es España, porque, frente a tanto indeseable español, la extranjería nunca sentirá a España como suya, mientras que nuestros “indeseables” pueden terminar si no amándola, sí queriéndola. La lista en este sentido es cada vez mayor, en cuyos dos extremos podríamos situar a Eduardo Uriarte Romero, más conocido como “Teo” por sus camaradas de ETA y Nicolás Sartorius, el comunista de obediencia a Moscú, hoy abanderado de VOX.

Somos ya, y eso que fuimos los últimos en padecer este problema, el primer país de la UE en número de inmigrantes. Aquí no hemos tenido la voluntad de aprender de otros, como hubiese de Francia, ni hemos priorizado un tipo de inmigración ajustada, no ya a nuestras necesidades e intereses, sino a nuestro acervo histórico-cultural: priorizando la inmigración hispana y, si es de referirse a la africana, a las gentes de Guinea Ecuatorial, donde hemos dejado nuestra impronta cultural civilizadora.

La inmigración, en la proporción que hemos recibido y seguimos recibiendo, no sólo ha creado y sigue creando problemas sociales y de orden público, sino que ya pone en peligro nuestra identidad socio-cultural y hasta nuestra raza. Dentro de nada, para 2050, seremos un país mestizo: tendremos jueces de origen camerunés, policías asiáticos y médicos indios. Y nuestras Fuerzas Armadas estarán compuestas en gran proporción, por gentes de origen extranjero que no conocerán ni amarán nuestra historia. De ahí, que nadie espere de ellas que se empleen más que en misiones internacionales al servicio de la OTAN. De lo que se deduce que, sin un Ejército compuesto por nacionales, será imposible hacer valer la españolidad, pongamos, primeramente, de Ceuta y Melilla, que para cualquier analista internacional viven sus últimos años como Ciudades Autónomas de España.

Mientras, en diferentes lugares del mundo se arman barcos para invadir Europa, y fundamentalmente España.

¿Camina España hacia la distopia?

Decididamente sí, porque las diferencias étnicas y culturales no se pueden simplificar en el concepto de “ciudadanía”.

Y si verdaderamente camina España hacia la distopia, ¿ qué podemos hacer?

De momento, priorizar, y en todo, a nuestros compatriotas por encima de los extranjeros. Pero ojo, no caigamos en la estupidez de comprarle al “listillo” porque anuncie que los productos que vende son de aquí, de España, pero despachados por extranjeros. Y junto a priorizar a nuestros compatriotas por encima de los extranjeros y teniendo en cuenta no caer en la estrategia del “listillo”, no colaborar con Cáritas. La ayuda que podamos prestar a nuestros compatriotas se puede hacer de diferentes formas y maneras, la podemos ejercer comenzando por nuestros vecinos. Se puede comenzar así. Se debe actuar así.

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A nivel mundial fue Samuel Phillips Huntington (1927 – 2008) en su obra “Choque de civilizaciones y reconfiguración del orden mundial, quien dio la voz de alarma en 1996, y armó un gran revuelo. Con todo, su análisis era certero: “Vivimos en un mundo compuesto por múltiples civilizaciones en conflicto”. Siendo así, que su crítica al comportamiento de los ciudadanos occidentales era oportuna: “hipócritas ocasionales y centrados en sí mismos”. Como oportuna fue su advertencia: “las naciones occidentales podrían perder su predominancia si fallan en reconocer la naturaleza de esta tensión latente”.

De esta forma, en “Choque de civilizaciones y reconfiguración del orden mundial, articula su teoría sobre la necesidad que los estados-nación europeos tendrán en el siglo XXI de regular sus políticas “en torno al concepto de civilización”, si es que quieren tener futuro. Esto es, la identidad étnica y cultural que la globalización amenaza. Que fue por lo que la izquierda norteamericana y la europea, aparte de calificarle de “fascista”, se le echó encima con el único argumento de usar mal lo datos de ese impacto aglutinador.

Hay, pues, que desmontar las falacias que como respuestas nos dictan. Europa necesita afrontar como continente y civilización, y España de forma urgentísima, está encrucijada con determinación, corazón y energía, con voluntad, con racionalidad y con responsabilidad colectiva sobre el bien común europeo, y en nuestro caso español. Y cuando alguien nos pregunte que por qué, contestaremos porque amamos la identidad de nuestra Patria: su religión, su raza y cultura.

Nos estamos jugando mucho, tanto, como los últimos días de España… Si no se logra atajar el problema en los próximos cinco años, mejor coger las maletas y huir. Seguro que habrá lugares mejores, o no tan degradados como España…

Terminemos con una noticia esperanzadora, tomada de la comunidad de España más degradada por una inmigración absolutamente desbordada, y en gran número violenta: “Ayuntamientos de Cataluña niegan el empadronamiento a inmigrantes”. Y ojo con demonizar lo que es una postura razonable que debería aplicarse en toda España, de lo que estamos advertidos…

Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y no viene con nosotros y tratamos de impedírselo porque no venía con nosotros. Pero Jesús dijo: No se lo impidáis, pues no hay nadie que obre un milagro invocando mi nombre y que luego sea capaz de hablar mal de mí. Pues el que no está contra nosotros, está con nosotros (Mc. 9, 38-40).

El turismo extranjero es bueno hasta cierto punto

Si partimos de la base que el turismo extranjero que mayoritariamente padecemos no es de “ver y conocer”, sino de solazarse y usar gratis cuantos servicios se le facilite, podremos darnos cuenta que es un negocio que nos arruina como nación, haciéndonos dependientes de una industria que por su magnitud degrada el medio ambiente ecológico y social y agota nuestros recursos.

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Frente a esta realidad de la que comienza a darse cuenta mucha gente, cada día más, están las declaraciones de hace unos días (El Mundo, 13 de enero) de Simón Pedro Barceló, copresidente del Grupo Barceló, quien manifiesta sin aval de ningún estudio científico, simplemente porque sí y porque conviene primeramente a sus intereses, que “España puede superar los 100 millones de turistas extranjeros sin ningún problema de sostenibilidad”.

España se ha convertido en el lugar de esparcimiento de un turismo extranjero de baja calidad y bajo poder adquisitivo, dependiente de las ayudas que las distintas administraciones autonómicas y municipales prestan al negocio del turismo. Un turismo en gran proporción bronco y fiestero.

Nuestro patrimonio artístico-cultural no se vende como es debido, pues los turistas extranjeros pueden disfrutarlo prácticamente gratis, si no gratis: museos, catedrales y demás lugares de interés. Y nuestros hoteles y restaurantes tienen que competir con el “menú del día y las “tiendas de los chinos” donde los turistas compran las cenas que suben a las habitaciones de los hoteles donde pernoctan.

Y si hablamos de la degradación ambiental, ahí están los estudios al respeto en lo que afecta a nuestras costas y a la tranquilidad de las poblaciones que se ven invadidas literalmente por los turistas extranjeros. Un caso perdido es Ibiza, donde ya prácticamente no hay autóctonos.

El turismo extranjero propicia, además de todo esto, que ya es bastante, el aumento de la delincuencia y la instalación de mafias, sobre todo, en los lugares turísticos más concurridos.

Tenemos, incluso, un turismo internacional de horas: “despedidas de solteros” y “fiestas de cumpleaños”, que llega al extremo de traerse la comida y la bebida de su lugar de origen.

Mientras, el señor Simón Pedro Barceló sigue diciendo: “El turismo hace libre y feliz a la gente”. Proponiendo seguir creando infraestructura cara a esos 100 millones de turistas extranjeros que están en su objetivo. Lo que no deja de ser un sarcasmo cuando el alquiler supone el 94% del sueldo de una persona entre 18 y 29 años. Por ende, aumentan los “pisos turísticos” que ya invaden todas nuestras ciudades, encareciendo el precio de la vivienda y expulsando a las gentes de sus barrios.

O cambiamos el modelo turístico extranjero por un modelo racional, al unísono con un modelo energético e industrial que nos haga ser no dependientes, que favorezca la creación de empleo y propicie que nuestros jóvenes tengan un futuro digno en su país (que no se nos marchen los científicos, médicos y enfermeras, e ingenieros), o España será el solaz de la degradación absoluta.

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aliena

No son veinticinco años, son más de treinta ( no hay más que ver esa serie tan famosa y que a mí me parece un pestiño que es «Farmacia de guardia» ), lo que pasa es que en los años 90 era disimulada y como de tapadillo, pero ahí estaba, hasta que Aznar abrió las puertas oficialmente e implantó la política de la reagrupación familiar. Los marroquíes en Ceuta y Melilla entran desde mediados de los 80 – con nacionalidad regalada – por acción de Felipe González e inacción del PP.

aliena

Ahora, que usted no sé de qué se queja, menudo artículo lloroso y políticamente correcto. alguna vez me explicarán ustedes de dónde se sacan las preferencias y las «obligaciones», que nadie padece más que nosotros.

aliena

Y ya veo que no se dignan a explicármelo, se limitan mostrar su magnífico desagrado ( explicaciones ustedes, por favor, respecto a lo que ustedes afirman hay que hacer profesión de fe ).

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