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La manipulación del lenguaje incapacita la objetividad del conocimiento. Anula el raciocinio. Ya no se puede pensar por propia cuenta, bajo el fanatismo y la ceguera «voluntaria» del sectarismo que elimina valores, virtudes, disminuye la creatividad y forma el espíritu gregario, que necesitan estas ideologías totalitarias, de pensamiento único. Todo lo contrario a la soberanía de la libertad verdadera. (Sin embargo libertad o democracia son términos que usan con profusión los manipuladores. En hipocresía son campeones) Los medios de comunicación están comprados y son corruptos al omitir la verdad y tener vedado el buscarla. Tienen la posibilidad de habituar a sus lectores a una ética periodística siempre en pos de la verdad. Y demostrar claramente su deontología profesional. A clarificar a sus oyentes y lectores, los hechos de las opiniones. A que sean distinguibles sus escritos en función de los géneros periodísticos. Los hechos son sagrados y las opiniones libres. El relato de los hechos no puede estar manipulado. Los medios objetivos redactan una noticia a la perfección y comunican una cosa igual que la contraria con la misma relevancia periodística. Estos escasos medios comunican todos los datos verídicos, en su estructura y con la jerarquía del sentido común, sin que quepa el menor resquicio manipulado, o manipulable. Y cuando no es información, o puro relato objetivo de unos hechos ciertos, sino que es opinión particular, acerca de ellos, y que es libre, avisan y la firman. Si es análisis, también debe estar diferenciado y en las secciones de opinión. El mal periodismo y la manipulación del lenguaje en los medios es una condena insalvable. No es extraño, por ello, que Noam Chomsky dijera que «la manipulación mediática hace más daño que la bomba atómica, porque destruye los cerebros».
La manipulación del lenguaje es la necesidad de Pedro Sánchez para mantenerse en el gobierno, y detentar el poder, con los apoyos de todos los enemigos de España, empezando por el mismo, ya que accedió al poder jurando y perjurando que no pactaría con esos enemigos y que al otro día se acostó con ellos. (Deberá ser juzgado por sus delitos) La manipulación es en él, el ejercicio de una habilidad que le encanta lucir; también la manipulación, aparte de ser la actividad más reprobable, es una necesidad de todas las élites dominantes, para crear e imponer su verdad a las masas mediante todos los recursos de la manipulación, empezando por la seducción.
Es importante estar alerta para detectar y saber cuándo estamos escuchando o leyendo a una persona cuya mayor motivación es cambiar nuestras ideas, y entender el porqué de la seducción. Hay algunos rasgos del lenguaje manipulador que nos ayudarán a despertar nuestra mente al recibir el mensaje. Cinco signos característicos de ese tipo de comunicación maquiavélica: La ocultación de los hechos en los que una parte de la realidad desaparece. Primero pone el emisor lo que quiere vender y que tape detrás lo que quiere ocultar. 2, Convertir todos los temas en viscerales. «cuando algo provoca una reacción emocional, el cerebro se moviliza para lidiar con ella, dedicando muy pocos recursos a la reflexión». El lenguaje manipulador está lleno de emociones. Con palabras que la suscitan como, libertad, independencia, creatividad porque son muy efectivas a la hora de activar las emociones y acercarnos a quienes las pronuncian. Aunque parezca paradójico que los que quieren convencernos de algo apelen a nuestra creatividad, libertad o independencia, si estamos sintiendo, y no pensando, nos pueden convencer de ello. A muchos si Pedro Sánchez les dice que pasa un buey volando se quedan maravillados de su milagro.
Tercero. Dispone de un metalenguaje propio. Escuchar nuestras palabras nos hace ponernos en marcha… aunque no sepamos para qué. Y eso es lo que busca el manipulador: los adeptos son aquellos que redoblan los esfuerzos aunque hayan olvidado el objetivo. Todos los grupos utilizan un léxico propio que los distingue, una jerga que sólo usan los miembros del grupo y prueba su fidelidad a él. (Eso hace la izquierda) Además, esas palabras tienen que ayudar a dividir el mundo en (los otros, los malos, los de fuera) y (nosotros, los buenos, los de dentro). ¿Cuántas veces dice Pedro Sánchez, extrema derecha?
Todos los subgrupos juveniles tienen palabras que definen a los que no son como ellos. No importa que el manipulado no sepa explicar por qué esos nombres van asociados con ciertos conceptos negativos: lo importante es su uso como activador de la conducta del grupo. (Los que llaman fascista no saben lo que significa) A partir de esas etiquetas, se rompe la posibilidad de empatía y se consigue convencer a la persona de que los malos son siempre los demás. 4 Carece de contenido. Sólo hay una manera de no ser criticado: hablar sin decir nada. Por eso, el lenguaje manipulador recurre frecuentemente a frases humo, expresiones vacuas que parecen afirmar algo pero en la que ninguno de los receptores entiende lo mismo. Asociaciones de palabras bonitas del tipo «siempre he intentado que mi forma de actuar no sea simplemente vivir día a día. Mis actos se han guiado siempre por valores éticos que son importantes para el ser humano» son ejemplos de frases así, que pueden ser suscritas tranquilamente por asesinos en serie, políticos corruptos o maltratadores. Su ambigüedad permite que el que la escucha crea estar de acuerdo aunque en realidad no comparta nada con el que emite el mensaje. 5 No argumenta. La mejor forma de manipular a los demás es utilizar estrategias retóricas que permitan convencer sin dar razones para ello. Hay miles de trucos oratorios o escritos destinados a ese fin. Un ejemplo es la ironía. Repetir lo que ha dicho otra persona mientras esboza una sonrisa sarcástica permite quitarle puntos a ese individuo sin necesidad de argumentar. Por escrito, tiene el mismo efecto el uso de las comillas. El lenguaje manipulador evita el razonamiento.
Para evitar ser víctimas de la manipulación del lenguaje, se necesita un asesoramiento preventivo: estar alerta de los recursos malintencionados del manipulador; adoptar una actitud crítica y pedir que se matice cada palabra talismán y/o eufemística. Amor a la verdad y no imponer las propias ideas, porque eso inmuniza frente a los manipuladores. Saber pensar y así se advierte el vocablo que no está bien empleado y detecta los términos alterados u omitidos. El diálogo genuino intenta buscar la verdad y fomentar el conocimiento sin prejuicios, a diferencia de la retórica y la sofística, que buscan persuadir y convencer a través de manipular la opinión. Hay un antídoto contra la manipulación: la creatividad e imaginación. Así afirmamos nuestra personalidad y evitamos formar parte de la masa informe que carece de esos valores.
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